Por Victor Hernández
La derecha fracasó en su intento de venderle al electorado el cuento de que Xóchitl Gálvez es una pobre indígena (es mestiza por admisión propia) que vende gelatinas y ahora ya está contra la pared ante las evidencias de corrupción y tráfico de influencias en su contra para recibir contratos del gobierno federal, al grado de que la propia Gálvez alega que le cancelaron un contrato en Banobras por orden de AMLO cuando no debería tener esos contratos por el simple hecho de que es senadora.
Así que como no prosperó el engaño de la derecha de hacerse pasar por pobrecitos indígenas marginados, entonces ahora acusan ¡racismo a la inversa!
El primero en hacerlo fue Santiago Creel, quien se puso a lloriquear diciendo la siguiente jalada:
"Ya han hecho muchas campañas en mi contra de muchos tipos, en las “mañaneras” he sido objeto de infundios, he sido objeto de ataques, no solamente a mí, a mi familia, a mi origen, al color de mi piel, al color de mis ojos, porque es una discriminación inversa lo que él hace, porque aquí no todos somos iguales"
No sí, poeshito. Su familia ha vivido en el privilegio desde la época de Porfirio Díaz, donde su bisabuelo Enrique Creel era funcionario del dictador, primero como embajador en Estados Unidos y luego secretario de relaciones exteriores. ¡Pero lo discriminan por ser güero de ojo zul!
¡No mames, pinche güey! ¡ZAPE!
Luego de eso, al día siguiente, el monero de la derecha salió con la idiotez de que un representante de la 4T, a quien dibujó con el estereotipo racista que siempre usa para las personas que no son blancas, se comporta como los nazis por exigir certificados de pureza indígena, en obvia alusión al hecho de que todo el mundo señala que Xóchitl Gálvez no es indígena, sino mestiza ¡por admisión propia!
Ajá. El que siempre dibuja a personas de tez morena como trogloditas es el que ahora se dice indigenista.
Así que como no les funcionó el engaño, ahora se tiran al suelo, lloriquean y se victimizan en falso para ver si así es chicle y pega.
La realidad--y los PRIANistas lo saben--es que al electorado no le importa el color de la piel. Lo que realmente les importa es que no regrese la corrupción del PRIAN al poder. Y tanto Santiago Creel como Xóchitl Gálvez, como Enrique de la Madrid, y todos los aspirantes de la derecha a ser candidato a presidente, encarnan esa corrupción de la que los votantes se hartaron en 2018 y que mantiene a Morena con mucha más preferencia electoral que al resto de los partidos de derecha combinados.
Pero como bien señaló Álvaro Delgado hace años en uno de sus libros, la prédica y práctica del PAN es el engaño.
PD: Y para que quede claro, no hay que olvidar esto: El racismo a la inversa no existe. Lo que existe son las pataletas de los racistas cuando les ponen un alto.
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