El rector de la UNAM, Enrique Graue, dio ayer un mensaje respecto al tema de la tesis de Yasmín Esquivel, pero sólo para lavarse las manos y echarle la bolita a una “comisión de honor” que investigará y decidirá qué hacer.
En otras palabras, a Enrique Graue se le frunció el culo con el caso Esquivel.
Porque el asunto ya no le afecta a Esquivel. La asesora de su tesis admitió que le mostró el borrador de su tesis a otro alumno y, se deduce, no fue Esquivel quien plagió. No. Ahora a quien el asunto afecta es a toda la UNAM.
Sí. Graue sabe perfectamente que si tira el título de Esquivel entonces va a tener que tirar los títulos de quién sabe cuánta gente que sí plagió su tesis o que pagó para que le dieran el título.
¿Cuántos son? Sepa. Pero además tendrían que ir contra quién sabe cuántos asesores de tesis, maestros, investigadores y directivos que durante décadas se hicieron pendejos con el asunto.
En otras palabras, sí cae Esquivel—sin merecerlo—cae un montón de gente de la UNAM con ella.
¿Qué va a decir el sindicato de la UNAM? ¿Qué van a pasar con los juicios en los que participaron abogados que plagiaron sus tesis?
Fue por eso que a Graue se le frunció el culo. Porque no quiere ser él el que siga destapando la cloaca de la UNAM y luego le hagan huelgas y manifestaciones para que renuncie a su cargo que le da muy buena lana por esencialmente rascarse los güevos. Vamos, nisiquiera pudo tomar una decisión sobre la manera en la que le plagiaron su borrador a Esquivel. Menos puede tomar decisiones sobre toda la UNAM.
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