Lo recuerdo perfectamente: El derechista Enrique Krauze se quejó durante el sexenio de Felipe Calderón de que los medios en México mostraran imágenes de la violencia del narco en México.
Yo personalmente critiqué a Krauze en ese entonces. Krauze se enchiló y fue a quejarse de mi crítica a otro medio (dijo que yo estaba tomando "el rábano por las hojas").
En ese entonces la izquierda tenía la postura de que los medios sí debían mostrar la violencia del narco para que quedara claro el horror y el fracaso de la guerra inútil contra el narco de Felipe Calderón.
Pero ahora que Andrés Manuel López Obrador es presidente ya no les gusta que los medios muestren imágenes de la violencia que AMLO no ha sabido frenar.
En específico, a la izquierda no le gustó que dos diarios en la Ciudad de México mostraran imágenes del cadáver desollado de una mujer que fue asesinada recientemente por un feminicida.
Lo cual me parece una enorme hipocresía dados los hechos de que:
1. La violencia en el país sigue altísima y AMLO prefiere enviar a la Guardia Nacional a la frontera con Guatemala a hacerle el trabajo sucio a Donald Trump contra los migrantes.
2. La violencia contra la mujer, en específico, sigue altísima y autoridades tanto a nivel federal como en la Ciudad de México nadamás se han dicho de dientes para afuera que van a hacer algo pero no dan resultados.
"¡Es que es muy gráfica esa fotografía!" dirán en la izquierda. Y serán unos hipócritas, ya que no tuvieron ningún inconveniente en 2014 cuando se difundió una fotografía de un estudiante de Ayotzinapa al que le arrancaron la cara y su cadáver quedó tirado en la calle, mostrando su cráneo desollado.
No. Si con la derecha en el poder exigimos que no se censuraran a los horrores de la violencia, entonces ahora que la izquierda está en el poder tenemos que ser congruentes y exigir la misma libertad de expresión. No hacerlo, y además pretender censurar lo que no le conviene al gobierno que sí les cae bien, convierte a los propagandistas de la 4T en hipócritas, lambegüevos y además arrastrados.
Los convierte, pues, en lo que tanto le criticaron a Enrique Krauze durante años.
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