El pasado lunes 18 de noviembre tres sujetos, entre ellos un menor de 15 años, asesinaron a un trabajador de seguridad del centro comercial Plaza Universidad, en la colonia Santa Cruz Atoyac, en la Ciudad de México.
De acuerdo con reportes de prensa, los delincuentes pretendían robarse el dinero de la máquina de cobro del estacionamiento. Balearon al empleado de seguridad para llevarse un botín de 5 mil pesos. Es decir, poco menos de dos salarios mínimos mensuales o menos de lo que hubieran ganado trabajando de meseros un mes.
Por esos 5 mil pesos mataron de dos balazos, en el cuello y en la cabeza, al trabajador de seguridad.
La policía de la Ciudad de México detuvo a uno de los tres asaltantes. El menor de 15 años. Los otros dos escaparon.
No faltaron los comentarios en redes sociales culpando a los padres del menor y exigiendo que se le juzgue como mayor de edad.
Lo cual me parece que es hacerse afuera de la bacinica.
El problema de fondo de ese asalto no fue que los padres no "educaran" al menor de edad. No sabemos las edades de los otros dos asaltantes y los casos de asesinatos que involucran a menores de edad no son la norma.
No. El verdadero problema de fondo es el acceso a armas de fuego en la Ciudad de México.
Porque inclusive si al menor lo hubieran mal educado sus padres, sin acceso a un arma él o cualquier otra persona no podría dispararle a la cabeza a un empleado de seguridad.
Pero ni en el gobierno de la Ciudad de México ni en el gobierno federal se han tomado la molestia de tomar medidas para investigar y frenar el tráfico de armas.
Lo he dicho hasta el cansancio pero lo voy a decir de nuevo. Las medidas a tomar son las siguientes:
1. Cambiar las leyes para endurecer las penas contra crímenes en los cuales se usen armas de fuego. Si antes la pena era de 1 año de prisión, se aumenta a 5 años. Pero si el detenido que usó armas de fuego colabora con información que resulte en la desarticulación de una red de venta de armas, la pena se reduce a la pena original antes del endurecimiento. Esto lo puede hacer Morena con la mano en la cintura con sus mayorías en el congreso de la unión y en varios congresos locales, particularmente en la Ciudad de México.
2. Aprobar una ley que obligue a las Fiscalías locales a investigar de oficio el origen de las armas de fuego.
3. Se suspenden todas las investigaciones de narcomenudeo y se enfocan todas las organizaciones de seguridad pública y procuración de justicia en investigar el tráfico de armas.
Si se tomaran esos tres pasos en la Ciudad de México y en el gobierno federal, la violencia en el país se acabaría en meses. No en años; en meses.
Porque sin armas simple y sencillamente no hay asesinatos.
Lamentablemente, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, no ha querido entender ni atender esto.
Y con reuniones diarias con el gabinete de seguridad claramente no está logrando nada. Menos con Ernestina Godoy de Fiscal Carnal.
Ya no se trata de una cuestión de ideología o de postura política, sino de sentido común. Sin armas hay menos violencia. Así de sencillo.
¿Qué piden en Estados Unidos para que se acaben las balaceras? Restringir el acceso a las armas.
Eso mismo tenemos que exigir en México si de verdad queremos que se acabe la violencia en el país.
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