En vista de la muy lamentable ignorancia científica que mostró Jesusa Rodríguez al presentar una iniciativa de ley en el senado para prohibir los transgénicos en México, van algunos datos para que el resto de los legisladores no caigan en la misma ignorancia.
1. No existe ningún estudio que muestre que los transgénicos son dañinos. Los que sí hay carecen de rigor científico y no tienen conclusiones sólidas que respalden el alegato de que los transgénicos som dañinos para consumo humano. De hecho, hay transgénicos que benefician a la salud. Hay papas transgénicas, por ejemplo, que defienden al organismo humano de la inhesta de camcerígenos. Es decir, combaten al cánver.
2. Ya existe una ley federal, promulgada en 2005, que impide la siembra de transgénicos si éstos no tienen respaldo científico para demostrar que no dañarán a la biodiversidad en México. Una ley prohibitiva simple y sencillamente es ignorancia científica y es equiparable con el conservadurismo de la derecha en temas de salud reproductiva y células madre.
3. Lo único que realmente podría ser dañino para México no son los transgénicos en sí, sino las patentes para uso comercial exclusivo de empresas como Monsanto. Esas patentes obligan a pagarle a Monsanto y otras empresas por semillas que no pueden usarse más de una vez. Por lo tanto, si de verdad quieren hacer una ley sobre transgénicos que beneficie a México, los legisladores deberán hacer una ley que prohiba el uso de transgénicos con patente; los transgénicos que puedan usarse por más de una generación, y sólo permitir transgénicos de uso libre. Sólo así se puede garantizar el desarrollo científico a favor del país.
4. Cualquier ley sobre transgénicos deberá incentivar el desarrollo de transgénicos que mejoren la producción agrícola sin patentes ni daños ambientales. Esto se puede hacer por medio de becas para el estudio de transgénicos en las universidades, y apoyos económicos para laboratorios independientes e investigadores.
Y ya. Eso es lo que el país realmente necesita, no prohibiciones de tajo al desarrollo científico en base a supercherías, ignorancia científica, fanatismos, o conservadurismo ramplón disfrazado de espiritualidad progre.
En otras palabras, México necesita más ciencia y menos Jesusa Rodríguez. Porque francamente Jesusa cayó al mismo nivel de ignorancia científica que Lilly Téllez y su oposición al aborto. Sólo que en vez de basarse en conservadurismo católico, Jesusa se basa en conservadurismo hippie. Lad dos legisladoras están igual de mal. Eso no es izquierda; es ignorancia.
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