Como hoy es día feriado no iba a publicar columna. Pero como nadie me paga por hacer este blog, pos chinguesumadre. Mejor me compro un pleito con todos los moneros por leerles la cartilla.
A ver, cabrones: un cartón político, ante todo, debe hacer reir. Vale madre cuál sea la orientación política del monero. Si es de izquierda o de derecha. Da igual. Si el cartón no hace reir, no pasa de ser una mera ilustración. Y si me apuran, se queda en la categoría pretensión y mamonería.
Digo esto luego de un debate que tuve con El Fer, uno de los moneros mexicanos que hace hustorieta auténticamente para cagarse de risa. Su postura es que el cartón no necesariamente tiene que ser humorístico. Mi postura es que si no hace reir, el cartón debe burlarse del poder por medio del humor.
¿Por qué pienso así? Porque el cartón se hizo precisamente para atacar al poder por medio del humor. Sin humor el cartón político se queda sin dientes.
Algo que padece mucho la izquierda es de moneros que en vez de pegarle al poder con sus cartones (no me refiero al Fer, aclaro) hacen una ilustración lacrimógena que más bien es una manera de chillar y auto-victimizarse para que la gente diga "ay pobrecito país, ¡cómo me dueles, México!" que es una de las peores pendejadas que puede decir alguien que se dice en contra de la injusticia de las chingaderas del poder.
¿Dónde quedaron los güevos pues? Con ese tipo de cartones, quedan a la altura de la barbilla. Pero del monero que los hace.
Los cartones más eficaces son los que ridiculizan al poder, ya que al ser ridiculizado, el poder pierde autoridad y, valga la redundancia, poder.
Pero si en cambio el cartón es una ilustración para chillar por una situación que ya conocemos, y que ya sabemos que es lamentable, el poder queda intacto. Y si el poder queda intacto, nada cambia y la situación que está para chillar queda sin moverse.
"Es que si yo publico eso no me dan trabajo en ningún diario," he escuchado algunas veces. Pues para eso está la internet y los seudónimos, que por cierto eran la razón por la cual se usaban en el pasado; porque los moneros sabían que ridiculizar al poder les podía causar problemas serios.
Y es que en el momento en el que el poder es ridiculizado, insisto, deja de ser poder. La ridiculización del poder es el momento en el que le gritan al rey "¡pero si el rey va encuerado!" Es el momento en el que nos dejamos de hacer pendejos ante las chigaderas del poder y tenemos el valor de revelarnos.
Razón por la cual va a estar interesante ver qué hacen los moneros de izquierda en México cuando tome posesión Andrés Manuel López Obrador. ¿Se van a burlar del poder o van a ser borregos para quedar bien con Morena y la lana que ahora controlan?
De los moneros de derecha no me preocupo porque ya sabemos que lo de ellos no es burla hacia el poder, sino ardidez y propaganda. Pero los moneros de izquierda, que son los que durante más de un siglo buscaron cambiar al poder, tendrán de dos sopa: o tienen la congruencia de criticar al nuevo poder (que no es infalible) con la misma rudeza con la que se quejaron de la derecha durante un siglo, o se dedican a otra cosa.
Creo que ya se lo que va a pasar. Lo mismo que pasa en Estados Unidos: un montón de cartones diarios sobre temas internacionales (o sea, hágase justicia en los bueyes de mi compadre), o sobre gobiernos estatales. Las críticas a AMLO y a Morena serán esporádicas. Y claro, un montón de ilustraciones lacrimógenas para que parezcan intelectuales, pero que en realidad caen en la misma mamonería soporífera de los articulistas de opinión que siempre dicen lo mismo también para que la gente crea que saben mucho cuando en realidad no tienen ni pinche idea de lo que pasa en el país y sólo buscan reflectores.
Pero aquí la pregunta es, ¿qué queremos? ¿Hacernos pendejos con las cagadas de AMLO y MORENA, o criticarlos para que enderecen el camino y realmente cumplan con el cambio que prometieron?
La verdad, yo prefiero criticarlos para que no la caguen, les salga bien su gobierno y el país de verdad cambie.
Porque al final de eso se trataba el elegir a AMLO, ¿no? De que cambiara el país. Pero si no lo traemos a mecate corto, AMLO va a caer en la auto-complacencia y el país va medio cambiar.
Y un cambio a medias, la verdad, no es cambio.
PD: A Charlie Chaplin le atribuyen la siguiente cita: "Cualquiera los puede hacer llorar, pero se necesita de un genio para hacerlos reir." Y sí; en México necesitamos menos cualquieras y más genios.
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