Mensaje de Fray Raúl Vera López, O.P. Obispo de Saltillo
Ante las elecciones que Coahuila tendrá el próximo 4 de junio,
junto con los estados de Veracruz, Estado de México y Nayarit
"Ustedes son la luz del mundo.
No puede ocultarse una ciudad construida sobre un monte"
(Mt.5,14)
Ser la sal de la tierra como seguidores de Jesús que nos confesamos ante los demás, y actuar con sabiduría dentro de un espíritu de verdadera conversión a Dios, significa pasar de las tinieblas a la luz, y poder iluminar a la sociedad a través del testimonio de una vida coherente con el Evangelio de Jesús. Esta actitud debiera formar parte de la vida cotidiana de cualquier persona cristiana, comprometida consigo misma y con su entorno, mismo que en estos días está marcado especialmente por el aspecto político. Estamos obligados a asumir una conciencia crítica en el cumplimiento de nuestra responsabilidad cívica en los próximos comicios electorales, a celebrarse en cuatro entidades de la República Mexicana. La situación terrible que estamos viviendo en México lo exige.
La impunidad es el mecanismo más fuerte de control social y represión política que el Estado mexicano ha construido para imponer con base en el terror sus políticas económicas lesivas a millones de mexicanos. Este escenario le permite cometer asesinatos, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, desplazamientos forzosos, torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes, violaciones y otros abusos sexuales, criminalización de la protesta social, y tantos otros delitos a los que se somete nuestra sociedad, potencia la criminalización y la destrucción acelerada del tejido social. Este sexenio y este año de manera particular, se han elevado las cifras de víctimas, no sólo de secuestros y asesinatos de activistas y periodistas, sino de población en general. Han regresado los asaltos, las balaceras y la inseguridad de manera generalizada. Es ésta la realidad en la que se desarrollarán los próximos comicios.
Votar con la máxima responsabilidad es solamente una de las muchas otras acciones que debemos realizar de manera organizada como ciudadanía para, con una perseverancia impetuosa, sacar adelante a México, nuestra Patria querida tan llena de heridas. Para quienes creemos en Cristo, el Hijo de Dios que vino a salvar el mundo, no puede pasar desapercibido el reto que tenemos ante nosotras y nosotros, esto implica que no podemos disociar en nuestra mente y nuestro corazón, la emisión de nuestro voto de la estrategia política de muerte y terror que se está utilizando en estos momentos para gobernar al país, con los frutos que ya he enumerado antes. Es muy importante que en nuestra práctica ciudadana pongamos en el centro de nuestras decisiones el Evangelio que nos predicó Jesús, cuyo centro medular es el amor a Dios y el amor al prójimo, como Él nos lo mostró con su vida personal y con su palabra mientras estuvo entre nosotros aquí en la tierra (Cf.Lc.10,25-37).
Las y los discípulos de Jesús tenemos la confianza de que la práctica del Evangelio como estilo personal y colectivo de vida, purificará y fortalecerá a la sociedad en la que nos encontramos, Jesús expresamente nos dijo a sus discípulos lo siguiente: “Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo” (Mt.5,14-16). Por ello inicié este mensaje invitando a que salgamos de las tinieblas y pasemos a la luz con la que Cristo nos ilumina; porque la esencia de su Evangelio es el amor a Dios y al prójimo, es nuestra responsabilidad impregnar la cultura de las relaciones humanas dentro de la sociedad, con el fermento del amor que nos conduce a la fraternidad y a la solidaridad con todos nuestros conciudadanos. El amor es el antídoto contra la estrategia criminal de impunidad, deliberadamente asumida por quienes nos gobiernan, para ejercer un control social de disgregación y fracturación entre nosotros, a base del terror y el miedo que dicha impunidad provoca.
La Diócesis de Saltillo, a través de su equipo de Pastoral Social, hace unas semanas llevó a cabo talleres de ciudadanía de concientización y participación electoral, tanto en Monclova como en Saltillo, con el objeto de que las mujeres y los hombres de nuestro estado sean “Profetas de la dignidad y los derechos humanos en medio de una Democracia Vulnerada”. Desde ahí han reflexionado no sólo los feligreses activos en la estructura pastoral de las parroquias y rectorías de la Diócesis de Saltillo, sino personas que sin ser activas en nuestra iglesia están realizando procesos de observación y promoción a favor de la democracia en nuestro estado y nuestro país, y que incluso empiezan a articularse y vincularse como grupos organizados. Celebro la realización de dichos talleres y animo a que la Dimensión de Ciudadanía de la Comisión Diocesana de Pastoral Social, más allá de la realización de las elecciones próximas siga multiplicando dichos talleres, para que contribuyamos al fermento de grupos y colectivos que promuevan la democracia participativa entre la ciudadanía.
Es necesario romper con el binomio políticos - súbditos y pasar a ser una nación que viva la unidad entrelazada de políticos y ciudadanía madura, porque la política es propia de todos los ciudadanos de tal modo que todos los mexicanos, mujeres y hombres, ejerzamos nuestro deber y derecho a la construcción del bien común en nuestra patria, como sujetos activos. El artículo 39 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, dice: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”. De este enunciado constitucional se deduce que la política es propia de la ciudadanía y por tanto, debemos intervenir: En la elección de sus gobernantes, en la organización popular, en la movilización ciudadana, en la autogestión social, en la vigilancia para que quienes nos gobiernan, cumplan con su trabajo honesta y debidamente en beneficio del bien común. La ciudadanía tiene derecho a presentar demandas y soluciones con el mismo objetivo, y el acceso a la integralidad de los derechos que garantizan la vida digna para todas y todos, sin distinción alguna.
Cuando los políticos hacen política sin la participación de las y los ciudadanos, hay más corrupción, impunidad y tráfico de influencias; en cambio, cuando la ciudadanía interviene en la gestión política, el pueblo está representado en las decisiones públicas. Cuando los políticos y la ciudadanía interactúan en el ejercicio del gobierno, es más probable que quienes están en el ejercicio del poder público tomen decisiones que benefician a toda la ciudadanía y se persiga verdaderamente el bien común. Alcanzar este grado de madurez política en el país implica la construcción de una ciudadanía en donde cada una y cada uno de quienes la conformamos, tenemos la libertad para pensar y actuar sobre la realidad política deficitaria en la que nos encontramos actualmente. Ser una ciudadanía madura significa adquirir, personal y colectivamente, todo lo que nos capacita para intervenir en la vida del país, en orden a cambiar todo lo que nos está conduciendo al fracaso y la derrota. Es adquirir la decisión de mente y corazón, de realizar todo lo que sea necesario para mejorar las condiciones en la que nos encontramos la grande mayoría de las personas en México.
Quienes profesamos la fe en Cristo conocemos que para denunciar estas estructuras de violencia e injusticia en las que es progresivo el empobrecimiento y cada vez se castiga más a quien poco tiene, hasta reducir en nada a la mayor parte de nuestros hermanos, tenemos la palabra de los profetas, con cuyos textos debemos analizar la misión que tenemos también nosotros para denunciar a quienes son voraces con nuestra gente: "Escúchenme, jefes de Jacob, príncipes de Israel: ¿No les toca a ustedes ocuparse del derecho, ustedes que odian el bien y aman el mal? Arrancan la piel del cuerpo, la carne de los huesos, se comen la carne de mi pueblo, le arrancan la piel, le rompen los huesos… Cuando griten al Señor, no les responderá, les ocultará el rostro entonces por sus malas obras" (Mi.3,1-4). Si esa es la palabra de los profetas, ¿Por qué temer a quienes deben ser servidores nuestros? ¿Cómo debemos proceder y a quién debemos elegir? Debemos dejar de ser ciegos y sordos, despertar y levantarnos, y elegir personas justas y rectas (Cf.Is.42,18-22; 51,9; 60,1-2; 33,15-16).
Me sumo a la propuesta de la Pastoral Social de esta Diócesis de Saltillo para ofrecer a ustedes diez consejos que da un Fraile Dominico, teólogo y activista brasileño, Frei Betto, que nos pueden servir para intervenir con más honestidad en esta jornada electoral y a seguir construyendo la ciudadanía madura que debemos ser, para impulsar la vida política del México que todos deseamos ser:
1. Mantenga viva la indignación y el espíritu crítico.
2. La cabeza piensa donde los pies pisan.
3. No se avergüence de creer en el poder ciudadano.
4. Sea crítico sin perder la autocrítica.
5. Diga ¡No! a la corrupción, a dádivas, a tradiciones, compromisos o simples simpatías políticas.
6. Sepa la diferencia entre militante y "militonto".
7. Sea responsable y éticamente riguroso en la participación ciudadana.
8. Alimente su espíritu de información verídica y de motivaciones sociales.
9. Prefiera el riesgo de errar trabajando en comunidad a pretender acertar viviendo en soledad.
10. Defienda siempre a los más débiles, aunque aparentemente ellos no tengan razón.
Saltillo, Coahuila, 30 de mayo de 2017
Fray Raúl Vera López, O.P.
Obispo de Saltillo
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