Impresiones de una visita a
Brasil // Toni Negri
Traducción: Decio Machado
En el viaje de trabajo realizado
a Brasil encontré políticos e intelectuales brasileños y, ante estos, hice
algunos cuestionamientos, recibiendo respuestas distintas, y a veces
contradictorias, sobre la crisis institucional en curso y sobre la derrota del PT
(inicialmente en el ámbito parlamentario y, por último, en las elecciones
municipales). A partir de las respuestas a estas cuestiones, paso a hacer
algunas conclusiones provisorias. Mis interlocutores eran personas de la
izquierda, de una izquierda brasileña hoy muy fragmentada. Primera pregunta:
¿por qué el PT reprimió las luchas modelo Ocuppy de 2013-2014 al punto de
desvirtuar su significado y permitir que la derecha lograse la hegemonía sobre
ellas? La respuesta que recibí de los políticos del PT fue unívoca y
terriblemente decepcionante.
Por parte de todos, este es un punto realmente
grave, por parte de todos sin ninguna excepción y sin arrepentimiento alguno
(incluso en muchas ocasiones con el embarazo de la mentira), obtuve una sola
respuesta: esos movimientos amenazaban desde su inicio nuestra gobernabilidad.
No voy a considerar comentarios sin sentido, como cuando alguien dice que las
luchas de 2013 habían sido impulsadas por la CIA, y esto no solo en Brasil,
sino también durante ese mismo ciclo en Estambul o El Cairo... Es evidente que,
a partir de estas aseveraciones, sin duda insensatas, podemos concluir que el
PT ya tenía una deteriorada relación con las poblaciones urbanas, que, inmersa
en la crisis económica del país y golpeadas por la inflexión neoliberal de las
políticas de Dilma, pedían desde 2013 al gobierno y al municipio un cambio de
línea.
La segunda pregunta fue: ¿por qué
tantos jóvenes negros continúan muriendo? No me dieron respuestas a esta
cuestión. Como siempre que visito Brasil, esto se mantiene silenciado. La
incomprensión de esta situación, la falta de voluntad de asumirla como problema
fundamental, fue determinante en la impotencia del PT. No lo digo encontrarle
solución, sino simplemente enfrentar el problema, por ejemplo, de las
"favelas" (más allá de la dinámica del capital inmobiliario), y que
ahora precipitó un vacío de relaciones que permitió y facilitó la entrada de la
derecha religiosa (y no religiosa) al proletariado negro.
La función de las iglesias
evangélicas es infravalorada respecto a su capacidad de organizar los nuevos
estratos de clase media dentro y fuera de las "favelas" y esto
permitió la penetración ideológica de la derecha y de una propaganda de
"valores" totalmente subyugada a propuestas reaccionaras y/o de la
restauración de la moralidad conservadora, etc. Probablemente aquí está el eje
de uno de los puntos centrales de la crisis del PT, su pérdida de contacto (o
de alguna forma de capacidad para reconducirse) respecto al proletariado negro
del sistema industrial en crisis (si es que no en disolución) en las periferias
de las grandes ciudades (en los estados de Sao Paulo y Minas Gerais,
particularmente).
Es al interior de esta ex clase
proletaria (dividida ahora entre nueva clase media y multitudes de desempleados
y precarizados) que se revela la crisis más fuerte para la izquierda, pues es
en estos espacios donde esa izquierda fue anteriormente hegemónica. La pérdida
de hegemonía en estos estratos del proletariado urbano es sentida por los
cuadros del PT como una traición. Se mira con espanto la emergencia y
afirmación de nuevos "cuadros" negros en la derecha. En suma, parece
que existe una completa ignorancia respecto a los cambios estructurales en el
sistema productivo y en la división del trabajo urbano, al cual hay que agregar
el abandono, como veremos, de los estratos proletarios más pobres.
Tercera pregunta: ¿por qué el PT
no consiguió dar respuestas al ataque de la derecha (desde 2013) haciendo que
reaccionasen las organizaciones de masas ligadas al partido? Aquí las
respuestas demuestran que también con las organizaciones tradicionales (la CUT,
el MST, etc) la relación ya se había convertido en irrelevantes, o tal vez
subsistiese apenas basada con finalidad propagandística. Los sindicatos pasaron
a ser corporativistas, adquiriendo los mismo problemas que existen en Europa
ante la ofensiva "emprendedora" del empresariado financiero; el MST
se vio también frustrado por la negativa o la lenta y contradictoria manera en
que se emprendieron las expropiaciones de tierra (como consecuencia, se enraizó
un sordo resentimiento respecto a un gobierno que a su vez no podía dejar de
lado con el fin de no quedar sujeto al contra ataque de las fuerzas del
latifundismo agrario). Sindicatos industriales y rurales se convirtieron en
mecanismo de control político y, posiblemente, hasta de represión. ¿Cómo
pedirles a estos actores una reacción organizada frente al predominio de la
derecha? Y más allá de lo anterior, qué decir respecto de los movimientos
sociales y el pueblo, si estos también habían sido duramente reprimidos.
La ofensiva de la derecha
Probablemente es aquí donde
consigamos entender la conquista de la hegemonía por parte de la nueva derecha
en las protestas urbanas, algo que sucedía por primera vez desde 2014,
consiguiendo movilizar a centenas de miles de personas en medio de la ausencia
de cualquier tipo de respuesta antagónica. El elemento que incendia y permite a
la derecha el protagonismo en las calles está ligado a la campaña contra la
corrupción que, de forma conjunta, accionan también contra el PT el poder
judicial y los grandes medios de comunicación, leyendo a la perfección
("la tempestad perfecta") el momento de crisis de relacionamiento
entre el partido y la masa. El modelo utilizado para el ataque contra el PT por
parte del poder judicial y los grandes mass media es exactamente el mismo que
el que ya se había dado en la operación Manos Limpias (el juez Moro, que
representa el eje de las iniciativas judiciales, ya había escrito y teorizado
al respecto).
Dos breves reflexiones sobre
esto: la corrupción de buena parte de las élites del PT surge, inicialmente, de
la necesidad de equilibrar la "mayoría" en el parlamento brasileño,
donde el PT nunca obtuvo mayoría; y posteriormente se amplifica, debido al
usual apetito derivado del hábito de la corrupción política respecto al
enriquecimiento personal de muchos cuadros del partido. Con todo, se trata de
una corrupción generalizada en el sistema político brasileño: la fuerza y la
astucia de la derecha (y del sistema jurídico/mediático) fue lanzar estas
denuncias sobre el gobierno del PT. Parece que ahora, más allá del desastre del
PT, la magistratura está redirigiendo sus acciones también contra sectores de
la derecha, sin aún ejercer la misma eficacia terrorista que se produjo en
relación al PT.
Continúan dos preguntas más. La
primera: ¿por qué con tres presidencias el PT no se impulsó una reforma
constitucional que garantizase la gobernabilidad sin necesidad de corromperse?
Y en segundo lugar: ¿por qué en aquel mismo momento no se construyó un sistema
de comunicación/media que permitiese al PT por lo menos alguna defensa contra
los dinosaurios mediáticos (Globo, Folha, etc) de ese país? En la primera
pregunta obtuve respuestas ambiguas y confusas. Para algunos, no era posible
reformar la Constitución de un país que no hacía mucho había salido de un largo
paréntesis dictatorial. Consecuentemente, la idea de gobernar por medio de
ejercer la corrupción, es decir, retornando al hábito de la derecha, no les parecía
perturbador para el proyecto del PT. Un sistema constitucional en que el
presidente es electo con 60% de los votos -tales son los números de Lula-, en
una república federal semi presidencialista en que el Congreso y el Senado no
alcanzan -en un sistema electoral casi proporcional- nunca la mayoría
(presidencia) necesaria para el funcionamiento legislativo y ejecutivo, es un
monstruo constitucional, condenado a la inestabilidad y al negociados continuo.
Respecto a la cuestión mediática,
muchos de mis interlocutores fueron menos reticentes. Me pareció entender que
hubo, desde el inicio de los gobiernos del PT, un acuerdo tácito de fair
play con los conglomerados mediáticos: ningún ataque sobre ellos por
parte del gobierno y recíproca lealtad por parte de los media. Ese acuerdo se
rompió en el momento en que la derecha conquistó las calles y la capacidad de
expresar una oposición de perfil orgánico. No pretendo con esto imputar a la
ingenuidad del PT la responsabilidad por la caída del gobierno, del deterioro
de su acumulado y sobre todo de la pérdida de su hegemonía. El problema está,
evidentemente, en otra parte, concretamente en la incapacidad política de
resistir la ofensiva neoliberal, de abrir una respuesta multitudinaria (como
aquella protagonizada en 2013 por parte de los movimientos urbanos), pero sin
lugar a dudas, esas ingenuidades, que se convirtieron en estructurales, también
ayudaron a la caída.
Crisis económica y clase media
Una nueva cuestión: ¿por qué la
crisis económica mundial fue percibida con tal violencia en Brasil al punto de
convertirse en algo incontrolable, es decir, controlable solamente mediante
herramientas neoliberales? Aquí la respuesta fue más precisa. Tenemos
documentos del PT que ilustran esta situación. Dicen: ganamos las elecciones
presidenciales de 2014 con una campaña de izquierdas (yo incorporo: intentando
retomar el contacto con los movimientos reprimidos en 2013), pero Dilma, apenas
reelecta, invierte su política, intimidada por la fuerza de la crisis y de la
recesión. Adopta las medidas macroeconómicas energéticas, expone sus nervios a
las fuerzas financieras globales y de ellas proviene una dura reacción.
Me ahorraré aquí la historia de
lo que continuó, pues no es nada que vaya más allá de los acontecimientos, es
decir, la formación de un bloque de oposición que ve al partido
tradicionalmente aliado al PT (el PMDB) convertir de súbito su línea política
en términos neoliberales; una tentativa de Dilma de corregir la línea
política... inmediatamente rota posteriormente. Es como decir que la tortilla
neoliberal fue tímidamente catada por el PT, pero no le cayó bien, sin embargo,
acabó impuesta en nuestra dieta alimenticia fruto de un "golpe de
Estado". Una derecha ahora capaz, esta es su novedad, de identificar
políticas financieras en el escenario global y privilegiar medidas que
simplemente favorezcan a los ricos, como hacían tradicionalmente.
Pero que triste es escuchar a
personas que fueron militantes, marxistas, compañeros de movimiento,
interpretar todo en términos de equilibrio gubernamental y parlamentario cuando
perdieron la oportunidad de relanzar una acción de izquierda y renovar el
propio partido, pues reprimieron las luchas de 2013. Cabe señalar además, que
en 2008 algunos de ellos consideraban que habían, ante la crisis, construido
suficientes barreras de defensa. En realidad se trató de una ilusión. Pero de
lo que sí estaban sinceramente convencidos es de que habían creado un ciclo
independiente (1) (2) del comando financiero del Norte, un ciclo financiado por
el petróleo y defendido por las alianzas políticas de los BRICS.
Otra cuestión: ¿qué es de esta
bendita "clase media" que las políticas del PT en el gobierno
impulsaron y que -incomprendidas- habrían cometido este parricidio? Para
algunos del PT, 2013 fue un delito que el pueblo cometió contra sí mismo y en
suma, contra el poder popular. Algo así como si una bestia inmunda se hubiese
revelado... y enrabietado. Es extraño como la incomprensión política de las
necesidades de "contrapoderes" activos en la sociedad puede revelarse
letal para las fuerzas de la vieja izquierda que se volvieron socialdemócratas.
Existe una total incomprensión sobre la acción de las minorías de las
multitudes activas. Hablando con ex-funcionarios de la Alcaldía de Sao Paulo -ya
girado hacia la derecha la institucionalidad local tras las elecciones
seccionales- que provocaran accidentalmente los procesos de lucha de 2013 al
negarse a reducir el precio de los transportes, mi percepción sobre la
incapacidad de comprender los mecanismos elementales de poder por parte de esos
burócratas quedó más que confirmada.
Ellos tienen en la mente una
doble ilusión: que la legitimidad de las luchas no puede ir más allá de la
fábrica y que las luchas sociales son antidemocráticas. Todo tecnócrata
entiende perfectamente que la metrópoli es, a estas alturas, el mecanismo central
de acumulación capitalista, y que a partir de ella ocurren los procesos de
extracción de plusvalía, pero no quieren entender que la fuerza de trabajo
urbana debe ser por ese motivo, de alguna forma reconocida y eventualmente
recompensada -que aquel "común" urbano debe ser explorado y de alguna
forma "remunerado" (por ejemplo, por medio de la gratuidad en el
transporte en una ciudad de 18 millones de habitantes, con una extensión y con
un caos que vuelven la movilidad en una ardua tarea)-.
Con todo, no hay una respuesta
precisa a cómo definir esta "fantasmagórica" nueva clase media.
Sociológicamente, eso es lo que ya habíamos notado, se trata de una clase
trabajadora que evolucionó en nuevas formas de composición cognitiva y urbana,
ahora golpeada por la crisis y por las políticas neoliberales: ella defiende
conquistas que creía haber adquirido y se rebela contra una situación miserable
que considera inaceptable. Políticamente, esa multitud urbana es la clase
productiva que quiere ser reconocida como tal. Los movimientos representan una
especie de introducción a la política y esbozan una aproximación al poder, una
tentativa de ejercicio de contrapoder. En consecuencia, el fracaso de las
acciones de los movimientos que deviene de la represión impuesta contra estos,
impide cualquier posibilidad de recuperación y mediación en el gobierno de la
ciudad: abre camino con la reivindicación y acciones basadas en el poder de la
mediación, mientras la decisión ya no se expresa en la voluntad democrática ni
quedan sujetos al control democrático. Sus instrumentos fueron desconsiderados
y/o destruidos. En Sao Paulo, simplemente andando por la ciudad o en algunas
periferias de clases medias, la miseria es desbordante: pobres tumbados por las
calles -no se sabe si durmiendo o muriendo-, gente pidiendo por todos lados,
violencia nocturna, etc. Espectáculos intolerables.
La nueva derecha
Nueva pregunta: ¿cuál es el peso
y cuál es el juego de los varios componentes de la derecha brasileña (la
fascista antigua, la moderna liberal, la nueva derecha militante, el
fundamentalismo evangélico, la derecha católica, etc)? Si el elemento
determinante de la sublevación reaccionaria fue la clase media en crisis, por
qué lo fue y cómo? Les ahorraré los testimonios de algunas personas, integrantes
del PT, con las que me tropecé: perseguidos y sometidos a una especie de
linchamiento público, por parte de los transeuntes, de conocidos, de tenderos
-uno de ellos me relató cómo fue llamado "comunista" y
"ladrón" en la clase ejecutiva de un avión... amenazas y
manifestaciones bajo las ventanas de los "petistas", denunciados como
enterradores de la nación, la crisis económica les fue imputada... sin olvidar
(e indudablemente no debe ser olvidado) que se espera en encarcelamiento de
Lula.
Volviendo a lo nuestro: una
novedad, por ejemplo, es el hecho de que una derecha agresiva, bélica, se
manifiesta hoy por las calles. Desde los tiempos de la caída de la dictadura
que algo así no sucedía. La derrota del poder municipal del PT fue masiva en
las elecciones de noviembre del 2016; ninguna ciudad fue reconquistada en
lugares en que el PT tenía casi monopolio. Entonces, ¿qué es ahora la nueva
derecha? En muchos aspectos, es algo todavía indefinible; al momento, es una
fuerza indistinta, ferozmente anti-PT, muchas veces anti sindicatos... los
elementos ideológicos clásicos del neoliberalismo la atraviesan. Acepta las
pesadísimas operaciones que el nuevo gobierno decidió de forma inmediata a la
llegada al poder: rigor presupuestario, flexibilización del mercado de trabajo
y, sobre todo, la decisión de limitar -constitucionalmente- por veinte años la
progresión del gasto público al ritmo de la inflación (idéntica operación hecha
por Macri en Argentina). El déficit en el sistema de pensiones justificaría,
por otra parte, el hecho de fijar en 65 años de edad el límite del retiro,
hasta entonces tasado en los 35 años de contribuciones de servicio. Estado
mínimo, privatizaciones, etc, constituyen una perspectiva próxima.
¿Podrá de esta manera mantenerse
por mucho tiempo o esta derecha también está destinada a disolverse? Sobre esto
las opiniones son distintas, el debate está abierto, pero es evidente que
estamos ante un nuevo ciclo. Brasil es un país potencialmente riquísimo, pero
su estructura social es tal vez más injusta (casi absurda) que la de otros
países con análogo potencial. Una derecha que mantenga intactas las actuales
condiciones sociales es impensable: el tiempo de estancia del PT en el poder,
en este sentido, marcó un viraje decisivo. Para la derecha, mantenerse en el
poder puede significar desorganizar las estructuras democráticas del Estado.
Hay algo de patético en mis interlocutores del PT, cuando los reprendí por el
comportamiento durante los movimientos de 2013-2014: "pero es que nosotros
defendemos el Estado de Derecho". Pero ya no era más defendible, esto es
lo que ellos no entendieron, mejor apostar por los contrapoderes de los pobres
que ser aplastado por la contra revolución y la desorganización autoritaria del
Estado de Derecho que la derecha no puede dejar de hacer. ¿Qué es entonces la
derecha? Es una nueva máquina de poder que no podrá hacer otra cosa más que
consolidar, en formas autoritarias, el control financiero sobre el desarrollo
del país. Más allá de esto, a este tronco se injerta una derecha racista,
blanca y oligárquica que, desde siempre, aun cuando no dominó políticamente,
impuso en Brasil su voluntad. Teniendo presente este dato, es impensable en
Brasil cualquier slogan del tipo indignados que equipare derecha e izquierda.
En Brasil, se anticipó Trump.
El futuro del PT
Aquí surge una última pregunta:
¿Que queda del partido (PT)? ¿Por qué no se produce un relevo de cuadros, un
rejuvenecimiento del partido? ¿Por qué se reveló un cuerpo blandengue contra el
cual la empuje del enemigo fue fácil y su estocada profunda? Mi opinión es que
el PT no conseguirá volver a ser una fuerza hegemónica. Por mejor que sea a
partir de ahora, se convertirá en uno de los pequeños partidos de izquierda que
pululan en el escenario brasileño.
Distinto es el parecer de algunos
de los dirigentes del PT, cosa poco relevante dada la inteligencia estratégica
que continúan expresando. Según ellos, el partido debe renacer y es interesante
la forma en que imaginan dicho renacimiento. Debe volver al pasado, es decir,
renacer como movimiento. Un movimiento horizontal que se presente en todas los
estratos de la sociedad donde se trabaja y se es explotado. Sin embargo, laa
situación cambio completamente desde que el partido nació, y los procesos de
explotación se extendieron sobre toda la sociedad: es a partir de ahí,
entonces, que se debe accionar. Y mientras tanto, junto a la movilización
social, entienden que la verticalidad de una organización es necesaria. Brasil
es un continente; una acción reformadora no puede avanzar si no es por medio de
un gobierno, una verticalidad mediadora que sepa colocarse a la altura de
aquello que exige el país y de la tremenda complejidad de las cuestiones y
desafíos que aparecen. Es por ello que estos reivindican nuevamente el hecho de
que han conducido una política cualificada, hacia la revolución interna del
Brasil, por haber comprendido la necesidad de una unidad continental de América
Latina y por haber iniciado una alianza política intercontinental con los
BRICS.
Representación horizontal, unidad
continental, conexión con los países del hemisferio sur contra el capitalismo
financiero: para ellos, todavía es este el cuadro en el cual renacerá el
partido. ¿Qué quiere decir todo esto? El hecho de los que dirigentes no quieran
discutir los eventos de 2013 y que los atribuyan a la CIA es algo bastante
cómico, como ya dije anteriormente. Es necesario, aún así, admitir que en
quince años esas personas transformaron Brasil y sacaron a 50 millones de
personas de la pobreza. En fin, se hace necesario admitir que el PT sucumbió a
su propio éxito. En realidad, lo que es diferente en la experiencia brasileña
respecto a otros países, es el hecho de que la dirección del partido PT fue
derrotada por la clase media que se había emancipado de una condición
subalterna y que había sido construida sobre las cenizas de una clase
trabajadora ya envejecida. Más que una derrota política, lo que está sucediendo
en Brasil parece ser para la vieja dirección una némesis antropológica, y tal
vez hasta lo sea. Es irrebatible también el hecho de que aquellas nuevas
generaciones, que pudieron representar un fuerte avance en la revolución
brasileña, se volvieran en lugar de eso, presas de la ofensiva de la derecha
neoliberal. No se, por tanto, que sucederá con el PT. En todo caso, descarto
que pueda volver a ser de nuevo aquello que fue en su momento más feliz, una
fuerza capaz de ejercer hegemonía. De todas formas, no es cuestión de botar
todo al tacho de la basura como insisten algunos: hay todavía mucha vida
alrededor de ese partido y cualquier movimiento que quiera asumir la tarea de
reconstruir una hegemonía debe tener esto presente.
Aquí se debe agregar una defensa
explícita del Lula "revolucionario" y también una lectura no
irrisoria de su papel como estadista. Si de hecho es inaceptable que él tenga
considerado las manifestaciones de 2013-2014 como promovidas por la CIA, sin
duda la iniciativa de Lula en el terreno latinoamericano e internacional para
garantizar los fondos internos y el desarrollo externo del proyecto petista
dañó, si no es que en parte rompió, la tela de araña construida por el comando
financiero global y tal vez haya incluso insinuado una forma de acercarse a su
control: construir unidades continentales homogéneas a partir de las cuales se
pueda ejercitar resistencia y redefinir el poder sobre el territorio global.
Quien no tenga presente esos presupuestos no comprende como el modelo y proceso
de inserción de Brasil y de América Latina en el sistema global (la condición
GlobAL(3)) ha avanzado. Lula intentó un camino de ruptura: unidad continental
latinoamericana, apertura -con tonalidad no sólo táctica- a los BRICS, con
particular interés con los más "sucios": África del Sur, India, y
sobre todo, Irán. Esta intuición de Lula (permitan que exprese mi respeto por
su inteligencia revolucionaria) es leninista.
Esa es una razón más para
insistir sobre el hecho de que una alternativa al PT, más allá de desarrollarse
en el terreno de clase y de abrirse a la comprensión de la cuestión racial en
los procesos organizativos, necesita recoger del PT aquella intuición política
global (más allá de las payasadas populistas del bolivarianismo y en ruptura
con el reflujo nacionalista del progresismo andino).
La reconstrucción de la izquierda
¿Movimientos de reconstrucción?
No sé si existen, y tampoco sé si están en marcha nuevas experiencias
organizativas que tengan futuro. Es cierto, en todo caso, que existe la
sensación generalizada en Brasil de que hay algo nuevo en el ambiente
-contrario e irreductible ante la derecha neoliberal y racista-. Es algo nuevo
que va más allá de la expectativa de una crisis interna en el formato
neoliberal del gobierno, suponiendo que las acciones judiciales puedan ahora
generarles daños a la derecha. De todas formas, no creo mucho que algo nuevo
pueda surgir de forma tan rápida. También en Brasil el ciclo neoliberal está
distante de su conclusión, pero es evidente que el "golpe de Estado",
más allá de golpear al PT, golpeó al sistema y a la Constitución de 1988,
violentándola, lo que tal vez haya bloqueado las articulaciones y las
capacidades de mediación del poder. Es aquí, por tanto, que me parece posible
tener en cuenta los encuentros con los compañeros de los movimientos, atentos a
la actual fase de crisis. Fueron ellos, al fin y al cabo, los que me indicaran
las líneas de recomposición y de programa para reconstruir una fuerza
antagonista.
He aquí los puntos más importantes
que obtuve para ello:
1. La denuncia de la violencia de la
policía y del Estado. Una violencia que no se dirige solamente contra la
población negra, sino contra cualquier iniciativa social. Violencia
institucional, una situación en que el estado de excepción se volvió norma.
Deviene de una matriz colonial en la cual la normalidad de la violencia
esclavista y colonialista es mantenida y desarrollada por las instituciones del
Estado. En este punto, la atención unánime se concentra en el desarrollo de
estrategias de resistencia que permitan evitar las condiciones de
excepcionalidad sufridas. Emerge aquí una característica del debate autónomo
brasileño en el cual, dentro de las calificaciones de formas de lucha y de
programa, la demanda por la construcción de una "política del deseo"
se vuelve central. Entiéndase así las acciones políticas en las que prevalecen
componente del deseo, formas de adición en las cuales los puntos motores son
los aspectos creativos de hacer política. ¿Pacifismo contra la policía?
Evidentemente no, pero creaciones alegres de formas de resistencia contra la
violencia y la brutalidad ciega del poder son necesarias. Compréndese así
porque Félix Guattari es aún tan citado en Brasil.
2. Las luchas en curso, sobre todo en las
escuelas secundarias. Luchas que engloban gran parte de estas instituciones en
Sao Paulo y que también se transmitieron al estado de Paraná. Son luchas por el
financiamiento público de la escuela y por la autonomía en la enseñanza. Luchas
largas, ocupaciones que duran meses, conducidas por chicos y chicas y apoyadas
por las familias. Esas luchas por las escuelas se unen, con bastante
frecuencia, luchas de estilo argentino, parte de los movimientos feministas,
juntos contra la violencia sexual y contra la violencia sobre la reproducción
(reivindicaciones: garantía de ingresos, trabajo doméstico remunerado, etc). En
toda la América Latina, siguen, tras la derrota de los gobiernos progresistas,
sobre todo las luchas en las escuelas y las luchas conducidas por las mujeres.
Se trata de nuevos frentes sociales, centrales para la lucha de clases. El
conocimiento y la reproducción constituyen, de hecho, en los espacios en el que
el capital debe dominar, formas directas de emergencia de un tejido biopolítico
sobre el cual se da una confrontación de clase. Es allí que se abren nuevos
espacios sociales de lucha anticapitalista.
3. Y después de la lucha la población
negra, principalmente contra la masacre de los inocentes, es decir, la
carnicería continúa de jóvenes en las periferias de las favelas. Pero la
cuestión racial no emerge solamente en relación al genocidio de la juventud
negra. La cuestión racial se da en todas las partes de la sociedad brasileña,
construyéndose "la excepción" sobre la cual se funda la "constitución
material" del país. También la cuestión de la pobreza está completamente
ligada a la dimensión racial-esclavista de la sociedad brasileña. No se puede
aseverar que en Brasil existe una democracia plena sin que la cuestión racial
sea resuelta. Las luchas de los negros y negras constituyen, por lo tanto, la
verdadera sublevación de la sociedad brasileña. Discutí con jóvenes compañeros
y viejos activistas negros esta que es su conclusión: sin la dirección de una
fuerza militante negra, será imposible construir cualquier forma de
organización autónoma en Brasil, así como cualquier tipo de vuelta a lógicas
políticas de liberación.
4. Las principales fuerzas que hoy se
mueven en el terreno social en Sao Paulo, particularmente el movimiento contra
la tarifa de los transportes urbanos y el "movimiento de los sin
techo", conducen a una discusión sobre un terreno instantáneamente
político. Esos movimientos, protagonistas de las luchas de 2013-2014, el
primero por haberla iniciado, el segundo por haberse sumado con las fuerzas de
decenas de millares de familias "sin techo", son también los que
tienen una consistencia numérica (cuadros de organización) y un respaldo
importante de la masa. Son fuerzas que producen programa político en la ciudad
y que, de una forma nueva, constituyen contrapoderes sociales en el ámbito
urbano. En la discusión con esos compañeros, el tema de lo "común" es
central, tornándose evidente de manera inmediata -tal y como es- por las luchas
contra las tarifas del transporte y también por la vivienda. El
"común" puede ser traducido -dicen esos compañeros- en objetivos
inmediatamente viables. Además de eso, el debate destacó la importancia de una
"huelga general" como forma de lucha que puede unificar las fuerzas
que se agitan en el contexto metropolitano. Falta el hecho de que las grandes
movilizaciones de masas (y pacíficas) son todavía consideradas como un arma
fundamental.
5. ¿Qué hacer? La conclusión de muchos de
estos compañeros de movimiento está basado en el hecho de que el PT se tornó en
una "izquierda blanca", pálida en relación a la cuestión racial y
blandengue para confrontar a las políticas neoliberales. El partido perdió la
relación con la sociedad y no podrá ya ser una locomotora para el desarrollo
político. Hay, entonces, que encontrar fuerzas políticas y construir una nueva
organización social y política partiendo de los movimientos. La autonomía de
los movimientos es ahora fundamental para comenzar una nueva temporada
política.
¿Y cómo? El punto central -como
fue visto- será conjugar el (proyecto del) común como tema unificador de
luchas. La "renta universal no condicionada biopolítica" es, en este
cuadro, la trama sobre la cual pueden desarrollarse el discurso político y la
movilización de defensa de la "bolsa familia" y hasta la gratuidad
del transporte urbano. Siempre desde ese mismo cuadro, deben ser también
destacados otros tres campos de lucha: 1) intervención sobre escuela y
conocimiento; 2) sobre el trabajo de reproducción (particularmente el
femenino); 3) sobre la cuestión racial y la pobreza. La primera intervención
sobre escuela y conocimiento es central en la actual fase de acumulación
capitalista en el territorio cognitivo. No es por casualidad que la escuela se
convirtió en uno de los puntos centrales de construcción de las nuevas
legitimidades neoliberales. Es por ello que las luchas en curso en el terreno
de la escuela son estratégicas y en ellas se pueden construir nuevas
vanguardias. Pero el discurso puede alargarse y probablemente es desde este
punto de vista -el de la crítica y la intervención sobre el conocimiento- que
el tema de la nueva clase media podría ser enfrentado -porque es aquí, dentro
de esta composición social y productiva, que el conocimiento es, sobre todo,
explorado-. La clase de trabajo intelectual y de servicios ya constituye
-también en Brasil- la medida social y sobre todo es de ahí de donde se extrae
la plusvalía. Respecto a las luchas sobre la reproducción, la iniciativa
argentina me parece resonar también en Brasil como perspectiva para el movimiento.
En lo que tiene que ver con la cuestión racial y los temas de pobreza, ya nos
pronunciamos. Partiendo de Sao Paulo, tal vez
se pudiese impulsar un movimiento que convine esas diversas aunque
divergentes líneas de acción. Esto fue lo que aparentemente pude comprender al
interrogar a los movimientos autónomos de Sao Paulo.
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