domingo, 15 de enero de 2017

EPOPEYA MEXICANA

EPOPEYA MEXICANA

(Hoy en día el gobierno traidor a la patria está creando un desabasto artificial de gasolina.  La intención es justificar la venta final de lo que resta de PEMEX a los extranjeros.  Este desabasto no ocurrió ni siquiera en el 38 cuando los extranjeros se fueron y dejaron puras instalaciones chatarra.  Los mexicanos de entonces eran muy hombres y sacaron el alma por delante para que no le faltaran combustibles a México.  Les suplico compartan y difundan esta historia, háganlo por México - MQP)

I. La Expropiación

En 1938 los extranjeros se fueron y nos dejaron pura chatarra para constituir PEMEX.  Los extranjeros se habían ido encabronados y echando pestes contra México y jurando que, como los mexicanos “éramos puro indio pendejo”, pronto les pediríamos que regresaran.

Se sucedieron escenas como las siguientes que extraigo del libro “Los cohetes duraron todo el día”, de Pedro Mayer. 1988. Edición para el 50 aniversario de la Expropiación Petrolera.

“Ese día 19 de marzo llegamos y estaban paradas las plantas. Lo peor fue cuando quisimos echarlas a andar y nos encontramos con que los archivos estaban vacíos. Con las ganas inmensas de resolver las cosas, juntamos todos los apuntes que habían hecho cada trabajador y lo que sabíamos por experiencia y así las echamos a andar. Y es que teníamos el orgullo muy en alto.” Ing. José Ornelas Canales, 78 años, jubilado

“Nos preguntó nuestro gobierno, que era el Gral. Lázaro Cárdenas, si estábamos dispuestos a apoyar. ¿Cómo no íbamos a estar dispuestos si había que defender la riqueza de nuestro país?”  Eduardo Díaz, 80 años, jubilado.

“Teníamos algo muy grande en ese momento. Teníamos la esperanza” Ismael Maldonado, 68 años, jubilado

“Escuchábamos el ruido de una máquina de escribir y entramos y ahí estaban los gringos. Y les dijimos: ‘¡se salen!, ¡ahora nosotros somos los que mandamos aquí!” Marcelino Sánchez, 79 años, jubilado.

“A la hora que se fueron los gringos, los que sabían les enseñaban a los que no sabían y en las oficinas les empezaron a enseñar a los del Sindicato, pero ya las cosas no se hacían en inglés.” Antonio Sánchez López, 80 años, jubilado.

“Los primeros años posteriores a la expropiación fueron de grandes penurias. Los rollos de papel de las máquinas sumadoras no los podíamos tirar una vez usados, sino que los utilizábamos de los dos lados. También empatábamos los cachitos que sobraban de los lápices para hacer uno solo. Dicha situación duró como cinco años.” Irineo Gallegos, 73 años, jubilado.

Como pueden ver, los prácticos y trabajadores y los pocos profesionistas que tenía PEMEX estaban echando el alma por delante para mantener trabajando a la industria.  ¡Bajo ningún concepto los mexicanos iban a ir a humillarse ante los extranjeros y pedirles que regresaran!  Además, nadie iba a atreverse a decirle al General Cárdenas que no se podía seguir abasteciendo de combustibles y otros productos a la nación.  ¡No, no, no!  Los mexicanos aquellos nomás no se iban a quebrar y todos se unieron en ese esfuerzo y las rencillas internas se hicieron a un lado.

Desgraciadamente Wall Street e Inglaterra, furibundos, implantaron un bloqueo a México.  No le comprarían crudo y también, aún más serio, no le venderían herramienta o maquinaria para que la industria siguiera trabajando.

II. Pacto con el Diablo

Cárdenas mando llamar al embajador de Alemania, la cual estaba gobernada por Adolfo Hitler en ese entonces.

--Señor embajador, bien sabidas son nuestras diferencias ideológicas.  México apoya a la república española y ustedes a Franco.

--Cierto, señor presidente.  Sin embargo, México ha tenido buenas relaciones con Alemania desde el siglo XIX.

--Si, hasta creo que el káiser le mando un retratote a don Porfirio.  Ha de estar en el museo.  Por supuesto también querían que invadiéramos a los EEUU y de ahí surgió el affaire Zimmerman.  Me temo que eso causo que los yanquis les declararan la guerra a ustedes.

--Polvos de viejos lodos, señor general.

--Cierto.  Avoquémonos al presente.  Yo soy militar.  Sé que la guerra no se puede hacer sin tener una buena logística.  Es evidente que su Fuhrer tiene planes bélicos.  Para ello Alemania necesitara petróleo.

--Oficialmente no puedo admitir nada, señor presidente, pero no niego lo que ha afirmado.  ¿Cómo cambia eso nuestra relación?

--Yo tengo a PEMEX operando muy apenas.  Necesitamos equipo y herramientas.

--Naturlicht.  Me imagino que se trata de compresoras, tubería, herramientas, tornos, equipo de soldar, etc., etc., que ni Inglaterra ni EEUU les vende por el embargo que tienen contra ustedes.

--Correcto.  Ustedes necesitan petróleo.  Nosotros necesitamos herramienta.  Se dice que la herramienta alemana es la mejor del mundo.  Nosotros expropiamos varios buques tanques.  Están viejones pero bien podrían llegar hasta Bremen.

--¿Dónde están esos buques, señor presidente?

Cárdenas consulto unos documentos en su escritorio.

--La mayoría en el Coatzacoalcos y hay un par en Tampico, o sea, cerca de nuestros yacimientos.  Puedo darles el tonelaje y capacidad de carga luego.

--No sería necesario, señor presidente.  Alemania necesita cada gota de petróleo que le pueda México hacer llegar.  Y si, la herramienta alemana es la mejor del mundo –el embajador se ajustó el monóculo y sonrió al decir esto.

--Naturalmente, todo esto se debe hacer con discreción.

El embajador alemán vio con recelo alrededor del despacho presidencial.

--No se preocupe.  Una hora antes de que viniera usted ordene limpiar de micrófonos aquí –explico Cárdenas--.  Los pinches gringos nos andan fiscalizando siempre y si no son ellos son los de la embajada de Inglaterra.

--Entiendo la necesidad de ser discretos, señor presidente.  Sugiero que esto sea un acuerdo entre caballeros sin hacer declaraciones públicas  –dijo el embajador extendiendo su mano, la cual Cárdenas tomo--.  Pero, señor presidente, ¿no cree que esto se interpretara como un pacto con el diablo?

--Pos dicen las malas lenguas que el diablo es un caballero, señor embajador.

--Ja ja, cierto, señor presidente.

--Les haremos llegar los datos pertinentes para mañana –añadió Cárdenas--.  Estimo que el primer tanquero podrá zarpar la próxima semana.  Gracias, señor embajador, puede usted retirarse.

--Zu Befehl mein General! –contesto el embajador parándose y dando el taconazo de rigor e incluso el saludo nazi (Cárdenas contesto este saludo sonriendo irónicamente y dando un manotazo descuidado al aire).

III. Los Muchachos de Colomo

Cárdenas todavía tenía el problema, inmediato, de cómo seguir manteniendo las operaciones de PEMEX a flote.  Si, los trabajadores no se rajaban pero sería más fácil si PEMEX tuviera más profesionistas…es decir, ingenieros.  Eso lo sabía bien Cárdenas que recién había fundado el Instituto Politécnico Nacional.

En la UNAM se enseñaba geología (esa ciencia se ha enseñado en México desde tiempos de los virreyes, vean el palacio de minería de Manuel Tolsa) así que excelentes geólogos no le faltarían a PEMEX.  En la UNAM también se enseñaba ingeniería civil (la madre de las ingenierías). Cárdenas mando llamar al maestro José Colomo, decano de ingeniería civil en la UNAM.

--Don José, necesitamos ingenieros petroleros. Los extranjeros se han ido y dicen que no podremos con PEMEX. Ahorita está funcionando la industria con puros prácticos. Hacen lo mejor que pueden pero no son ingenieros --dijo Cárdenas.

--Sr. presidente, la UNAM iniciara esa carrera. --contesto Colomo.

--No se olviden del Poli.

--Claro que no, señor presidente. Para el caso somos los mismos maestros los que enseñamos en la UNAM y en el poli.

Don José se fue de inmediato a Houston, Nueva York, y Londres...A COMPRAR LIBROS de ingeniería petrolera. Mando cajas enteras.

La muchachada se unió, imbuida por el mismo espíritu de patriotismo y solidaridad que permeaba a México entonces.  Ese México no, no se iba a rajar y era profundamente orgulloso y no era agachón o sumiso con los extranjeros.

Muchos de los estudiantes que iniciaron la carrera de ingeniería petrolera venían de ingeniería civil. Casi ninguno hablaba inglés. Se pasaban las "traducciones".

--Estas mal, Vargas, “coarse” no quiere decir cuarzo sino mas bien rugoso, aspero.

--No la chingues, el maestro Hefferan me va a comer vivo por haber contestado eso en el examen.

--Deja eso, preocúpate más por los Laplacianos con que nos va a probar.  Creo que más o menos entiendo el concepto.

--Pos si puedes explícame, carajos.

--Bueno, por principio necesitamos unas muletas de Euler...

Ya recibidos esos muchachos fueron mandados a las trincheras: a los pantanos del sureste, a los desiertos del norte, a las refinerías. Y ahí encontraron que aquello estaba muy lejos del mundo del intelecto de las aulas,  No, lo que en los campos petroleros contaba, cuando se aparecía el diablo y había que apagar un blowout en medio de un pantano y entre un mosquero en una selva que rebosaba de nauyacas y niguas...era tener huevos.

Uno de tantos “muchachos de Colomo” se encontró a cargo de un malacate.  Estaban “picoteando” arribita de Llera, Tamaulipas, cerca de la llamada cuesta del mismo nombre.

--Nada ingeniero.  Este hoyo está seco –reporto el cabo.

--Carajos, ya usamos tres barrenas –contesto el joven ingeniero--.  Le cuestan un carajal a la nación.

--Pos a veces nomás no hay nada abajo inge.  Aquí no es como la zona sur.  Ahí donde piques sacas petróleo.

El ingeniero escudriño los cerros.

--Sabe, mi cabo, esta es una puta provincia volcánica.  Mira los cerritos.  Son puros volcanes apagados.

--Pos si, ingeniero.

--El caso es que ha de haber un desmadre abajo, con diatremas, intrusiones de basalto etc. 

--Pero se supone que los domos de sal aquí continúan.

--Pos si, pero yo más creo que si había hidrocarburos estos han migrado por la actividad volcánica, tal vez estén más al norte.

--¿Dónde se unen Tamaulipas y Nuevo León?  Pos si, tal vez.  Bien, usted dira, nos quedan dos barrenas.

--Comunícate con la base.  Ahi que ellos decidan.

Empezaron a radiar.

--Lavín a Mante de Ébano, cambio…Lavín a Mante de Ébano, cambio.

--Aquí Mante de Ébano, adelante Lavín.

--Con la novedad que ya usamos tres barrenas y nada.

--Ah, que caray.  Eso no importa.

--¿Cómo qué no?

--Pásenme al ingeniero.

--Adelante Mante de Ébano.

--Escuche ingeniero.  Tampico está cerrado.  Acaba de azotar ahí un huracán y se dirige al noroeste, es decir, hacia ustedes, cambio.

--Ah caray.

--Suspendan todas las operaciones.  Busquen refugio toda la cuadrilla, cambio.

--Entendido Mante de Ébano.

--Nosotros vamos a cerrar comunicación aquí.  Tenemos que evacuar.  Suerte. Cambio.

--¿Y ahora que hacemos ingeniero?

El ingeniero contemplo el cielo.

--Podríamos subir a toda la gente a las camionetas y pelarnos para Cd. Victoria pero no creo que llegaremos.  El camino esta de la chingada y si llueve recio será intransitable.

Unos relámpagos se vieron al sur y al oriente.

--Pero no podemos quedarnos aquí.  La tormenta esa viene rápido.

--No mi cabo.  Mire a su alrededor.  El huracán se estrellara en esos cerros.  Y esta parte plana se inundara luego luego.

--¿Qué tanto se inundara?

--Sera un muro de agua tal vez a mi altura o aún más.  Lo peor es que arrastra árboles, piedras, que se yo.  El que caiga en esa corriente morirá.

--Estamos fritos.  ¿Y si nos subimos a un cerro?

--Pos tal vez.  No, espérate.  Mira allá.

La vía del tren de Tampico a Monterrey corría sobre un terraplén hecho sobre un mal país.  Es decir, estaba en alto.  En una espuela también sobre el mal país había varios carros caja y carros tanque que servían a la cuadrilla.

--Súbanse a los furgones todos.

--¿Y si la corriente los arrastra, ingeniero?

--Entonces si nos llevó la chingada.  Hay que hacerlos que pesen más.  Ah, ya se.  ¡Pongan las barrenas y la bentonita y lo que encuentren abordo!

Y así fue como esa cuadrilla vio con horror como una corriente de agua apareció formada por mil riachuelos que la lluvia paria al estrellarse el huracán contra la sierra.  Los petroleros lograron subirse a los furgones y afortunadamente el terraplén y el peso de los furgones evito que la corriente los arrastrara.

--Bien, salvamos a la gente y sobre todo a las barrenas.  El agua le hizo lo que el viento a Juárez al malacate. 

--¿Seguimos perforando ingeniero?

--Yo creo que no tiene caso.  Lo que había aquí migro más al norte.

Y así fue, luego en los ochentas el Distrito Frontera Noreste descubrió el yacimiento gasero de la cuenca de Burgos, justo en donde Tamaulipas se une a Nuevo León.  En efecto, si fueron muchos los mexicanos que fueron a la selva y a los desiertos buscando el oro negro.  Y muchos otros, igual que los trabajadores que hacían trabajar las dilapidadas e inseguras refinerías…pos perdieron la vida por Mexico.

IV. Un acto de piratería

Mientras, los "prácticos" mantuvieron a flote a la industria petrolera, recordando "como le hacia el gringo" y que se yo. Y conste: los extranjeros habían dejado pura chatarra. El caso es que a México NO le falto gasolina o lubricantes porque ESOS Mexicanos (si, con mayuscula) no se arrugaron ante el reto.

Mientras empezó a haber un cambio favorable.  Los primeros buques tanques mexicanos regresaron de Bremen cargados de herramienta y refacciones.

En Tampico atraco un buque tanque en los muelles de la vieja refinería de Mata Redonda.  Esta era un campo lleno de hectáreas y hectáreas de chatarra.  El superintendente a cargo estaba muy ocupado tratando de "pepenar" entre toda esa chatarra lo que las instalaciones requerían.

--Inconel?  Flanche de un cuarto y en U...deja buscamos más...creo que vide unas junto al rio...si, ya sé que urge...te regreso la llamada en una hora.

El capitán del buque tanque era un amigo del superintendente.

--¿Pos cómo le fue mi capi?

--Rete bien.  Solo hubo una bronquita.

--A ver, cuente.

--Unos pinches destructores británicos nos hicieron el alto por las Faroes.  Nos abordaron y querían saber a dónde carajos íbamos.

--¿Y que hizo usted?

--¿Pos que podía hacer?  Nos tenían encañonados los cabrones y nosotros no teníamos ni una triste escopeta.  El oficialito a cargo me pidió la documentación y la bitácora del buque.  Se la di.  Me pregunto si este era el Empire Voyager que antes pertenecía al Águila.  Le dije que sí, pero que ahora se llamaba el Cuauhtémoc y pertenece a México.  También le dije que estaba violando las leyes internacionales al detenerme así en alta mar pues no había estado de guerra entre México e Inglaterra.

--Me imagino que se fueron, mi capi.

--No luego luego, ingeniero.  Me contesto golpeado el cabrón en su mal español.  Pero los enrede como Cantinflas y tuvieron que consultar con el almirantazgo en Londres mientras nos tuvieron al pairo y encañonados todo el santo día.  El mar se empezó a agitar.  Yo creo que al final nos iban a confiscar el buque.  De ahí que ordene a mi telegrafista que radiara a la embajada que los ingleses nos habían detenido en alta mar.

--¡Qué grandísimos hijos de puta!  Los mexicanos ya les pagamos por la puta chatarra que nos dejaron.  ¡Incluso mi esposa dono las joyas que le heredo su madre para pagar la deuda!

--Y mi vieja dono unos guajolotes.  Bien, luego supe que el embajador mexicano en Londres se enteró y amenazó con presentar una protesta por piratería y violación a las leyes internacionales ante la Liga de las Naciones.

--Ah, excelente, tengan bola de hijos de puta.

--Esos putos ingleses: son una raza de piratas.  El caso es que se armó una buena bronca diplomática y tuvieron que dejarnos ir y al día siguiente tocamos en Bremen.  El Cuitlahuac, que estaba a un día de nosotros no tuvo entonces problema en pasar.

--¿Y qué tal en Alemania?

--Pos eran rete eficientes esos cabrones.  Nos dieron un piloto que hasta hablaba español y este nos llevó de inmediato a un muelle junto a unos tanques y luego luego la cuadrilla de tierra nos conectó.  No tardamos mucho en descargar.  Luego se presentó un convoy con camiones y empezaron a subir toda la maquinaria que traigo en bodega.

--¿Y qué tal Bremen?  ¿Y las alemanas?

--Pos apenas tuvimos unas horas en Bremen.  Y si, inge, eran unas güerotas que imponían.  Pero, sabe, aun con las prisas, mi tripulación ya estaba muy jariosa y las armas mexicanas estuvieron a la altura y se cubrieron de gloria, je je.  Ahora a ver cuántos acaban hospitalizados pues sepa Dios que enfermedades tendrán la güeras.

--Todo sea por servir a la nación.  Oye, de casualidad no trajiste tubería, de inconel?

--Traje un chingo, esta rete chula.  La hizo la Krupp.

--Revisa si tienes de flanche de un cuarto, en U, me urge...

Este intercambio comercial duro hasta el comienzo de la guerra y el "pacto con el diablo" fue beneficioso para ambas partes.

V. El Imperio Contraataca

Verano de 1938

10 Downing Street (residencia del primer ministro de Inglaterra)

La pérfida Albión, Gran Bretaña, había reaccionado indignada cuando Cárdenas decreto la expropiación.  Inglaterra y Wall Street de inmediato le declararon un boicot a México.  No le comprarían petróleo y tampoco le venderían maquinaria.  Sin embargo, Alemania no tenía empacho en hacerlo.  De ahí que los buques tanques mexicanos zarpaban llenos de petróleo rumbo a Bremen y regresaban cargados con herramientas alemanas de la mejor calidad.  Qué hacer con México y sus coqueteos con Alemania era tema de conversación en la oficina del primer ministro británico, Mr. Chamberlain.

--Bueno, ¿y no podríamos mandar la flota a darles un escarmiento? –pregunto Mr. Chamberlain al primer lord del almirantazgo.

--Ciertamente, sire, con un acorazado y un crucero y un par de destructores podemos darles un escarmiento a esos mexicanos.

--Pero, ¿y que de los EEUU?  --pregunto el encargado de la cartera de relaciones exteriores--.  Ya saben, su doctrina Monroe sigue en pie.

Chamberlain sonrió quedamente.

--Los mexicanos han causado toda clase de enemistad con los señores de Wall Street –apunto Chamberlain--.  Hay en pie un boicot a México.  Por más rojillo que sea Mr. Roosevelt no creo que se enemistaría con los señores de Wall Street para defender a unos desarrapados.

--Entonces daré orden de que se apreste la flota –dijo el primer lord.

--Si, almirante, mande al Hood.

--¿Al Hood, señor primer ministro?  ¿Qué si hay una crisis aquí en Europa?

--Por el momento Herr Hitler no ha hecho alboroto.  El Hood ciertamente podría darles una lección a los mexicanos.

El primer lord se dirigió a un gran mapa de México donde se podían apreciar alfileres que señalaban los yacimientos expropiados a las empresas británicas.

--El Hood es nuestro buque más poderoso.  Bien podría fondearse en la desembocadura del Coatzacoalcos sin entrar al rio y desde ahí bombardear la refinería de Minatitlán.  Tal es el alcance de sus cañones.  Sin embargo, aconsejo no mandarlo, señor primer ministro.

--¿Por qué?  Ciertamente no creo que los mexicanos lo pudieran dañar.

--No, señor ministro, pero ya teníamos planeado meterlo al astillero de Rosyth.  Urge que se refuerce la coraza sobre sus pañoles de municiones.  Sabemos que por un error de diseño esta es muy endeble.  Es más, el Hood ya se dirige hacia Rosyth.

--No, señor almirante, insisto: el Hood es el orgullo del imperio británico.  Le ordeno directamente: mande usted al Hood a México.  Que se de media vuelta y regrese a Scapa Flow.  Es necesario que esos desarrapados sientan el poderío de las garras del leopardo británico.

--Con todo respeto, señor primer ministro –contesto el primer lord--, al Hood le urge que se le refuerce la coraza sobre su pañol de municiones.  Mandarlo a México sería un error.

--No hay nada que discutir, señor almirante –anuncio con exasperación Chamberlain--.  Es una cuestión de prestigio.  No reaccionamos cuando Hitler entro en la Renania o cuando anexo Austria.   Nuestros aliados en el continente deben de ver que estamos dispuestos a enfrentar todos los retos.  Y, además, se trata de México, una nación atrasada a la que hay que darle un escarmiento por robarnos nuestro petróleo.

--El primer ministro tiene razón, señor almirante –puntualizo el de relaciones--.  Los mexicanos villanamente forzaron la expropiación este marzo, justamente cuando todos nuestros ojos estaban fijos en la anexión que hizo Hitler de Austria.  El honor de la corona británica exige que se les escarmiente.

VII.  Cuestión de Honor

Verano de 1938

Palacio Nacional – México, DF

La inteligencia mexicana no era entonces como la de hoy, una bola de pendejos que solo sirven para ver si entamba a quien le miente la madre al putito de los pinos.  No, los servicios de inteligencia mexicanos luego luego dieron aviso que la flota británica se aprestaba a partir.

En palacio nacional la noticia le fue dada al presidente Cárdenas.

--Tenemos información que el acorazado Hood, el crucero Dorsetshire, y tres destructores están municionándose y preparándose en Scapa Flow –indico el almirante a cargo de la marina.

--Me imagino que no tendríamos con que oponerlos –dijo quedamente Cárdenas.

--Tenemos un par de cañoneros, señor presidente, surtos en Veracruz –continuo el marino--.  El calibre de sus cañones no le haría nada al Hood.  Sin embargo, he ordenado que embistan al Hood.

--Sería un sacrificio inútil, señor almirante –contesto Cárdenas--.  Sé que no llegarían tan cerca. 

--Es cuestión de honor, señor presidente.  Usted, como militar, entiende de esos menesteres.

Cárdenas suspiro.

--Bien, usted decide, señor almirante –concluyo Cárdenas.  Luego se dirigió al comandante del ejército--.  Señor general, el parte indica que se dirigen al Coatzacoalcos.

--En efecto, señor presidente.  Hay dos posibilidades.

--¿Y estas son?

--Primero, esto puede ser tan solo una expedición punitiva.  El Hood castigara Minatitlán y Puerto México bombardeando estas ciudades desde lejos. 

--¡Sería un crimen como Guernica! –exclamo Cárdenas--.  Esos obuses no distinguirían entre civiles y militares.  Estamos hablando de mujeres y niños.

--La prensa británica ha estado vilipendiando a México con fiereza –apunto el de relaciones--.  Buscan pintarnos como un país africano al que pueden ir y bombardear con impunidad.

Cárdenas juro quedamente; obviamente estaba exasperado.  Una potencia naval amenazaba con matar civiles con impunidad y esta estaba ya preparando justificaciones.

--Como siempre esos desgraciados buscan convencer a la opinión pública que ellos son los agraviados, los muchachos de la película, y nosotros somos los malos y los agresores.  ¿Y cuál es la segunda posibilidad, señor general?

--Puede que planeen un desembarco con Royal Marines, señor presidente.  Posiblemente entrarían por el Coatzacoalcos y se irían directo hasta Minatitlán y tomarían la refinería.

--Bien, en tal caso, ordene que el ejército se atrinchere en la orilla del rio. 

--Señor presidente –le indico el almirante--, el Hood tiene cañones de 380 mm.   Seguramente meterían una flotilla de desembarco y esta dirigiría el tiro del Hood.  Esas trincheras volarían por los aires.

--Ah, pues entonces lo correcto, señor almirante, es que ponga a los cañoneros que tiene a mitad del rio.  A toda costa deben de evitar que entre la flotilla de desembarco británica y que esta dirija el fuego sobre las trincheras mexicanas.

--Así se hará señor presidente.  Mi gente se hará matar antes de permitir que entren hasta Minatitlán.  Pero bien es posible que el Hood use el avión que lleva abordo para dirigir el fuego de sus cañones.

--En tal caso que manden lo que tengamos de aviones a Minatitlán.  Si ven a un avión británico que lo derriben, que no llegue cerca de Minatitlán.

--¿Y la población de Minatitlán, señor presidente?

--De orden al ejército que se apreste a evacuar a la población en cuanto sepamos que los británicos han entrado al golfo.  Ah, y ordene que los zapadores se preparen a dinamitar la refinería.  No les dejaremos nada en pie a esos cabrones.

VIII. Los Plutócratas

Chamberlain tenía razón en que Roosevelt no iba a meter las manos aunque Cárdenas si lo contacto.  Wall Street también vociferaba que se les diera a los mexicanos “un escarmiento”.

A bordo del Broadway Limited, un lujoso tren de pasajeros que corría entre Chicago y Nueva York dos amigos se encontraron en el carro bar.

--¡Bernie! ¿Qué diablos haces maldito judío?

--Nada, Prescott, me dirijo a California.  Me meteré a la industria del cine y además ahí el clima es más suave y las mujeres son más guapas.  ¿Y tú, sigues haciendo negocios con el hijo de puta de Hitler?

Prescott Bush, padre y abuelo de dos futuros presidentes yanquis era un banquero de Wall Street y había estado lucrando vendiéndole materiales estratégicos a la Alemania nazi.  Como todos los plutócratas yanquis muy apenas disimulaba su antisemitismo.

--Como bien sabes, Bernie, business is business.  Incluso varias de tu gente han metido dinero al negocio de venderle pertrechos a Adolf.  Ese negocio sigue viento en popa hasta que Hitler empiece la guerra.  Lo que me causaba preocupación era que el comunista de Roosevelt fuera a evitar que los británicos le dieran una paliza  a los mexicanos.

---No sabía que Roosevelt protegiera al gobierno comunista ahí.

--No oficialmente.  El caso es que una delegación de varios de nosotros fuimos a Washington y le hablamos bastante golpeado.

--¿De verdad?  El hombre esta paralitico por la polio pero me dicen que tiene huevos.

--Tal vez.  El caso es que Franklin se dobló.  Con Wall Street no se juega, you know.  Ahora solo es cosa de que la flota inglesa les dé un castigo ejemplar a esos mugrosos.  Después de que la Home Fleet les destruya unas cuantas ciudades vas a ver que nos van a suplicar que regresemos y te puedo asegurar que volveremos a explotar los yacimientos mexicanos.

--Ah bueno, Prescott, en tal caso, ¡salud!  Y si requieres inversionistas para volver a México no te olvides de mí.

IX.  Continua el Pacto con el Diablo

Hubo otra potencia a la que Cárdenas sondeo buscando ayuda.

--Me temo señor presidente que Alemania no intervendrá –anuncio el embajador alemán--.  El Fuhrer no quiere precipitar acontecimientos.  Él tiene otra agenda.

--Les hemos sido una fuente confiable de abastecimiento –insistió Cárdenas--.  Bien conocidas son nuestras diferencias políticas.  Ustedes apoyan a Franco y México apoya a la república.  Sin embargo, Alemania y México hemos desarrollado una muy buena relación comercial.  No veo por qué tenga que recordárselos.  Ustedes están comprando y almacenando grandes cantidades de petróleo mexicano para los propósitos que tengan en mente a futuro.  Y nosotros con gusto se lo vendemos pues así podemos evadir el embargo comercial que nos impusieron EEUU e Inglaterra a raíz de la expropiación.  Además, me dicen que la herramienta que traen de regreso nuestros buques desde Alemania es de muy buena calidad.

--Jawohl señor presidente –contesto el embajador y luego sonrió quedamente—. Estoy al tanto que nuestras diferencias políticas no han sido obstáculo para que busquemos beneficios mutuos.  Pero siento decirle que no, no podremos intervenir.  En esto la cancillería fue tajante.  Sabe, yo fui submarinista en la guerra anterior.  Créame que me daría mucho gusto interceptar esa flota británica en cuanto entrara al golfo.  Pero me temo que el radio de acción de nuestros submarinos no es suficiente.

--Don Porfirio había coqueteado anteriormente con el Káiser –respondió Cárdenas en una voz lenta y cuidadosa--.  La idea era que una base de submarinos se podría establecer en Alvarado.  Esto incrementaría el radio de acción de sus submarinos.  Y si bien me acuerdo, el Káiser no tuvo empacho en venderle el Goeben a los turcos y tampoco puso obstáculos en ordenar que su tripulación alemana se pusiera Fez y combatiera bajo la bandera turca contra los aliados.  Con gusto le podemos conseguir una bandera mexicana para que la icen a bordo de un submarino alemán y si quieren hasta unos sombrerotes.

El tono de voz de Cárdenas había sido irreverente al mencionar al Goeben sin embargo su ojos eran fríos y no tenían nada de risueños.  Por esta razón el embajador teutón decidió contestar lentamente y con precisión para que no hubiera malentendidos.

--Reportare a Berlín que usted me recordó esos hechos históricos, señor presidente.  Siempre es bueno recordar estos y considerar las alternativas históricas.  Me atrevo a vaticinar que mi gobierno no considerara posible comprometerse a nada en estos momentos dado lo delicado de la situación en Europa.  Además los servicios de espionaje aliados vigilan a México con lupa.  Cualquier acción para asentar la relación de México y Alemania podría traer como consecuencia una respuesta de las potencias aliadas.  Y en tal caso Alemania poco podría hacer para ayudar a México.

--Lo sé, señor embajador. Y también sé que los ingleses están a punto de asesinar a cientos, tal vez miles, de mujeres y niños en las poblaciones mexicanas del golfo.  Eso, para mí, justifica tomar cualquier acción para evitarlo.

--¿Aún estaría dispuesto a extender su pacto con el diablo? –se rio el embajador, el cual tenía un sentido de humor, cosa rara entre los diplomáticos al servicio de Hitler.

--¡Eso y más con tal de defender a México! --fue la respuesta del michoacano y si, aunque sonreía sus ojos seguían muy fríos.

X.  Cavando en un Pantano

A orillas del Coatzacoalcos los soldados mexicanos cavaban trincheras.

--¡Puta madre, mi sargento!  ¡Este suelo está muy fangoso! –juro un soldado de infantería.  El hombre estaba cubierto de lodo.

En efecto, las trincheras, a orillas del Coatzacoalcos se iban llenando con agua.  El sargento a cargo vio como un borbotón de agua surgía del suelo y llenaba la trinchera.

Un grupo de mando con un capitán se acercó.

--¿Qué pasa sargento?

--Estamos cavando en un pantano, mi capitán.  ¿No habría manera de atrincherarnos más lejos del rio?

--No.  La orden es que los detengamos aquí mismo, en la orilla –contesto el capitán--.  Pero de nada servirá si estas trincheras se llenan de agua.  La tierra está muy suave.  Los van a enterrar a la primera andanada de la artillería británica.

--¿Entonces qué hacemos mi capitán?

--Acaben esta primera línea –indico el capitán--.  Pondremos aquí una compañía tan solo, con ametralladoras.  Yo estaré al mando.  Un par de ametralladoras bastaron para que los turcos les hicieran una matazón a los ingleses en Gallipoli cuando intentaron desembarcar.  Cuento con que la torpeza de los mandos británicos seguirá igual, sobre todo si como es probable menospreciaran nuestra hombría esos cabrones.  Por otra parte, sargento, le ordeno que excaven otra línea de trincheras 300 metros más tierra dentro.  Ahí estará el suelo más firme y servirá de línea de apoyo.  Nada más asegúrese que las Maxims y el parque estén secos.

--¿Estos amigos vienen por el petróleo, mi capitán?

--Si, buscan robárselo otra vez. 

--¡Pos haremos que les cueste un huevo y parte de otro!

El oficial sonrió viendo que la moral de su gente era buena.  Los británicos a la larga desembarcarían, sí,  y tal vez incluso se harían de la refinería, pero pagarían un costo en sangre.  Y si el ejército ponía el ejemplo haciéndose matar defendiendo el petróleo el pueblo a su vez respondería.  Aunque quisieran, los británicos nunca podrían hacerse de los yacimientos expropiados.  Las guerrillas los estarían venadeando constantemente.

--Escuche, sargento, los zapadores volaran la refinería en cuanto se presenten esos fulanos.  Pero si nuestra defensa es rebasada, concéntrense en el edificio de calderas de la refinería.  Ese seguirá en pie y tiene paredes gruesas y lo hemos habilitado como reducto fortificado.  Ahí resistiremos.

X. Las Faroes

Buque Petrolero Cuitlahuac navegando de regreso a México; última posición: cerca de las Islas Faroes

--Patrón, nos llegó este parte desde la embajada de México en Londres –dijo el oficial de comunicaciones mientras le entregaba un parte al capitán.

El capitán tomo el despacho y lo leyó

--Fernández, tienes el mando –le indico al primer oficial--.  Estaré en mi cabina.  Por favor no me perturben.

El capitán se encerró a piedra y lodo en su cabina.  Luego abrió con una llavecita que le colgaba de cuello una pequeña caja fuerte empotrada en una pared.  Busco el sobre indicado, marcado con el nombre “Albión”, la palabra que era el único contenido del despacho de la embajada.  El capitán abrió el sobre y leyó el contenido.

--Esta cabrón –fue lo único que murmuro el capitán mientras quemaba los papeles.

De regreso al puente el capitán empezó a girar órdenes.

--Fernández, escúcheme con atención.  No pregunte.  Luego habrá tiempo para explicarle.

--Usted nada más ordene, patrón –contesto el primer oficial que nunca había visto al capitán .tan pálido y nervioso.

--Asegúrate que todos los botes de salvamento estén bien aprovisionados y la maquinaria para lanzarlos esté en orden. Asegúrate también que toda la tripulación tenga sus salvavidas a la mano.  También quiero cuatro vigías en la plataforma de observación las 24 horas cubriendo los cuatro puntos cardinales. 

--A sus órdenes jefe, pero…

--Luego te explico.  ¿Cuántos nudos crees que hara este armatoste? 

--Si bien nos va y con la corriente a nuestro favor, unos ocho, si acaso.  Es del año del caldo.

--Si, ya lo íbamos a deshuesar llegando a México.  Bien, Fernández, escucha, vamos a dar media vuelta. 

El capitán se dirigió a la carta de navegación.

--Nos vamos a situar aquí –índico el capitán apuntando a un punto cerca de las islas Orcadas.  Navegaremos a máquina lenta dando vueltas en ese punto.

--Jijos, jefe, como usted ordene pero si el barómetro sigue cayendo nos va a tocar una tormenta de pelos.  No hay garantia que esta nave jodida aguantara.

Era evidente que el capitán tenía que poner a su primer oficial a tanto de todo.  Los dos se fueron a una esquina del puente y hablaron en voz baja.

--Te explicare a grandes rasgos –dijo el capitán--.  Los británicos amenazan con mandar su flota a México para bombardear tal vez Puerto México o Minatitlán o aun nuestro puerto, Tampico.

--¡Hijos de la gran puta!

--Su flota zarpara de Scapa Flow…aquí…esa base está a unos dos horas de navegación de donde nos situaremos.  Circundaran el norte de Escocia y como son buques de gran calado no navegaran cerca de la costa.  Por supuesto esta magníficamente equipados y cualquier tormenta les hara lo que el viento a Juárez.

--¿Y que se supone que vamos a hacer, mi capitán?  ¡Ni modo que quieran que los hundamos! –dijo riéndose el primer oficial.

--No.  Nuestra misión es dar la alerta, ¿entiendes?

--Entiendo capitán.

--Asegúrate que la radio funcione bien.  En cuanto divisemos la flota británica mandaremos el mensaje “Albión” directo a México por la frecuencia de emergencia de PEMEX.  Es solo una palabra. 

--¿Alcanzaremos siquiera a radiar?  En cuanto nos vean nos identificaran y abrirán fuego sobre nosotros.

--Por eso quiero que ondees otra bandera, de una nación latinoamericana.  Mientras viriguan podremos dar la alerta.

--¿Y después?

--Pos ahí que Dios decida.

Unos minutos después el primer oficial se aproximó al capitán.

--Mi capitán, la única bandera latinoamericana que encontré a bordo es la de Bolivia.  Pero pos esos amigos ni siquiera tienen acceso al mar.  Ha de haber sido puntada de los ingleses que antes poseían este buque.

--No importa.  Seguro que eso confundirá más a los británicos.   Es solo una palabra, Fernández, ¿entiendes?  Si tan solo nos dan un minuto para mandar la alerta es todo lo que necesitamos.

XI. Cassus Belli

Pero sucedió entonces que Herr Hitler empezó a alborotar en Europa. 

--Nos es urgente resolver el problema en los Sudetes en la frontera con Checoslovaquia –le indico Joachim von Ribbentropp, entonces embajador de Alemania en Gran Bretaña, a Mr. Chamberlain--.  Alemania está dispuesta a todo con tal de resolver el asunto.

--¡Santo Dios! –Gimió Mr. Chamberlain— ¿no está usted hablando de un cassus belli verdad?

--Tal vez –dijo fríamente von Ribbentropp--.  Esa es cuestión de lo que el Fuhrer decidirá.  Yo le aconsejo que tome usted esto con la seriedad que amerita.

De inmediato cundió la alarma en el gobierno británico.  La orden se mandó con urgencia a Scapa Flow.  El Hood no zarparía hacia México.  Pero tampoco iría a Rosyth a reforzar su coraza.  De no haber surgido la descabellada idea de mandarlo a México el buque estaría ya en Rosyth y su coraza estaría siendo reforzada.  Aun si hubiera surgido la crisis de los Sudetes el Hood habría estado ya en Rosyth siendo reacondicionado.  Pero no, el Hood no podía estar fuera de servicio si Herr Hitler andaba amenazando guerra.  Y así fue  que su coraza no se reforzó.

Los servicios de inteligencia mexicanos anunciaron que no vendrían los británicos.  En Minatitlán, los juanes recibieron orden de retirarse de las trincheras que habían cavado a orillas del rio y regresar a sus cuarteles.  Los cañoneros mexicanos regresaron a Veracruz sin haber tenido que hacerse matar.  Los zapadores retiraron las cargas de dinamita que habían puesto en las torres de destilación de la refinería de Minatitlán.  Los biplanos de la fuerza aérea mexicana se regresaron al altiplano.   Y a los buques petroleros que vigilaban frente a Scapa Flow se les ordeno regresar a México. La amenaza británica no se materializo, afortunadamente.  Pero fue resultado de un juego de ruleta rusa entre México, Alemania, y el imperio británico.

XII. Pearl Harbor

La Casa Blanca – 9 de diciembre de 1941

El secretario particular de Franklin Delano Roosevelt anuncio a los visitantes.

--Señor presidente, ya llegaron los señores Bush, Brosnan, y Brown.

El oficial de la marina, un vicealmirante, que estaba presentándole la situación a Roosevelt indico que ya había acabado.  Sus subalternos empezaron a desmontar los mapas que habían presentado.

--No se ve muy bien el asunto, ¿verdad Charlie?

--No, señor presidente –contesto el vicealmirante--.  Ah, y siento decirle que no creemos poder salvar más personal del Arkansas.  Ya dejamos de oír golpeteo de los marinos atrapados en su casco.

--Good grief!  --exclamo Roosevelt.  El Arkansas había naufragado en Pearl Harbor pero debido a la poca profundidad del fondeadero el casco sobresalía del agua.  Por días habían estado sacando de su casco a marinos atrapados en los compartimientos inferiores.  Pero o bien el agua había penetrado en los últimos compartimientos o el aire se les había acabado.

--¿Desea recibir a los visitantes, señor presidente? –inquirió el secretario particular.

--Si es necesario así lo hare.  Estos señores de Wall Street sienten que tienen derecho de picaporte aquí.

Roosevelt prendió un cigarro y espero.

Prescott Bush encabezaba a varios magnates.

--Sr. Presidente, ya nos conocemos –dijo Bush con arrogancia.

--Howdy! –respondió Roosevelt con su sonrisa de político y haciéndole un ademan a su valet--.  ¿Gustan un whisky?  Me lo acaban de mandar de la embajada inglesa.  Es el que toma Churchill.

--Señor presidente, no creo que sea conveniente brindar en estos momentos –dijo otro de los magnates.

--Entiendo, Prescott, ¿Quiénes son estos señores?

--Este es Mr. Brown de la casa de inversión Brown Brothers y Mr. Brosnan es de la IBM.

--Mucho gusto, caballeros –contesto Roosevelt--.  Por cierto, siento decirle a Mr. Brown y Mr. Brosnan y tambien a usted Prescott que probablemente Herr Hitler también nos declarara la guerra en cualquier momento en solidaridad con Japon.  Estoy bien enterado que ustedes comercian con Hitler.  Claro, no hay nada ilegal en ello. De lo contrario el FBI ya me hubiera recomendado tomar medidas contra ustedes.  Les recomiendo, sin embargo, que terminen entonces su relación comercial con Alemania.  Si intentan evadir la ley comerciando a través de Portugal o España, tengan la seguridad que actuaremos contra ustedes.

(Nota del autor: la IBM vendió equipo de cómputo para llevar la administración de los campos de exterminio de Hitler; y la casa Brown y Preston Bush, comerciaban con Hitler mandándole material estratégico a través de la península ibérica.  Bush también era accionario de la Ford y la planta de Ford en Múnich nunca fue bombardeada a pesar de que proveía de transportes a la Wehrmacht.  Una vez declarada la guerra entre EEUU y Alemania Prescott Bush siguio haciendo negocios con Hitler.  El FBI le finco responsabilidades pero por sus "palancas" nunca piso la carcel por traidor.)

--Señor presidente –interrumpió Bush--, creo que hay cosas más importantes.  Seguro que ya está enterado de Pearl Harbor.  ¡Nos hundieron media flota ahí!

Roosevelt se quitó los lentes y se los paso a su valet para que los limpiara con un limpísimo pañuelo.

--Tal vez no sea conveniente que este valet este aquí –sugirió Brown.

--Joe no se va a ningún lado.  Él ha estado conmigo por los últimos veinte años.  Hasta me ayuda a limpiarme ahora que estoy casi paralitico.  Y créanme, señores, el color de su piel nunca ha manchado la mía, ¿verdad Joe?

--That’s right, Mr. President –se rio Joe mostrando una blanquísima dentadura que contrastaba con su piel de ebano.

Roosevelt se volvió a poner los lentes.  Ya no había sonrisa en sus labios.
--¡Por supuesto que estoy enterado acerca de Pearl Harbor! –estallo Roosevelt--.  ¿Por quién me toman, por un idiota?  Escuchen, tengo una puta guerra en mis manos.  Gentilmente accedí a verlos.  Pero mi tiempo es muy limitado.  ¿Qué carajos quieren?

Bush palideció.

--Señor presidente, venimos a solicitar que se le levante el embargo a México.  Nos urge su petróleo para proseguir con la guerra.

--¿Hablan a nombre de Wall Street?

--Si, por el bien de EEUU.

--Pues no afirmaban ustedes que esos indios ignorantes allá abajo eran unos comunistas y que iban a pedir que les mandáramos técnicos e ingenieros yanquis para mantener el flujo del petróleo en pie?

--Las cosas han cambiado, señor presidente.

--¡Claro que las cosas han cambiado bola de imbéciles!  Lo que nunca cambio es que esos indios ignorantes como ustedes los llamaron nunca dejaron de producir petróleo a pesar del embargo.  Y anoche lo primero que hice fue telegrafiar a nuestra embajada para que le anunciaran al presidente ahí, un tal Ávila Camacho, que el embargo se levantara en los siguientes días.  No los pudieron ustedes quebrar señores.  Todo el poderío de Wall Street fue inútil ante la determinación de esa nación de indios ignorantes como ustedes les llamaron.  Ahora, háganme el favor de irse pues su presencia me revuelve el estómago y tengo una guerra mundial que ganar.

XIII, Epilogo

En mayo de 1941, el Hood se encontró en el estrecho de Dinamarca con el acorazado alemán Bismarck.  Una certera salva de este dio de lleno en el pañol de municiones del Hood, el buque insignia de la flota británica.  La explosión lo partió en dos.  Se hundieron con el Hood 1400 tripulantes, incluyendo al almirante Holland, jefe de la escuadra británica.  Solo se salvaron tres marinos.

Al saberse la noticia del hundimiento del Hood hubo fiesta y celebraciones en Minatitlán.

Para 1942 el embargo comercial contra México se levantó pues a los aliados les urgía el petróleo mexicano.  Los buques tanques mexicanos ya no podían llegar hasta Bremen por el bloqueo británico pero en los puertos de EEUU desembarcaban su petróleo sin problema. 

En la primavera de 1942 el almirante Donitz, comandante de la flota submarina alemanas, mando una manada de lobos de acero a incursionar en aguas del golfo.  Iban acompañados de submarinos nodriza para reabastecerlos de combustible.  La matazón fue tremenda.  Se veían buques hundiéndose a lo largo de todas las aguas costeras de EEUU, México, y Cuba.  El mensaje para los neutrales (y México todavía lo era) era claro: no lleven petróleo a EEUU porque no se respetara su neutralidad en tal caso.  Pero la presión de EEUU sobre México era tal que los buque tanques mexicanos tuvieron que zarpar llevando crudo a EEUU.

En mayo de 1942 uno de estos submarinos, el U 542 de Reinhardt Suhren, hundió al Potrero del Llano a pesar de que México seguía siendo neutral y el  buque estaba completamente alumbrado y portaba la bandera mexicana pintada en el casco.  Sin embargo, llevaba crudo a EEUU.  México declaro la guerra al eje de inmediato. 

Los alemanes hundieron en total seis buque tanques mexicanos.  Curiosamente (o tal vez no) el gobierno mexicano mando al escuadrón 201 a combatir a Japón (nación que no había causado ningún daño contra México) y no contra Alemania, el antiguo socio comercial que le había hundido seis buques.

Por lo que toca a la situación de PEMEX, eventualmente los muchachos de Colomo empezaron a llegar a los campos petroleros y, como se afirma en el libro que cite, las relaciones entre los prácticos y los ingenieros fueron buenas.  Ambos grupos querían a huevo que PEMEX siguiera operando:

“Desde las compañías siempre fuimos responsables de nuestro trabajo. Por eso, cuando se decretó la expropiación petrolera y recibimos a los primeros ingenieros mexicanos, nos empezaron a respetar y a darnos nuestro lugar.” Eleazar Córdova, 72 años, jubilado.

Los directivos de PEMEX patrióticamente manejaban las entradas de la empresa.  PEMEX pagaba el 30% de sus utilidades como impuestos y empezó a comprar nuevos malacates y a construir refinerías y a asegurar el mantenimiento preventivo de las instalaciones.  La flota petrolera mexicana llego a ser la tercera en tonelaje a nivel mundial, después de la de EEUU y banderas de conveniencia.

Los trabajadores petroleros mexicanos del 38 merecen que su nombre se ponga en letras de oro en San Lázaro por mantener andando a PEMEX en circunstancias muy difíciles, sin herramienta y casi sin entrenamiento.  Todo les faltaba excepto huevos y patriotismo.

Igual, los ingenieros bisoños y el resto de mexicanos que siguieron y que hicieron de PEMEX un orgullo nacional deben ser reconocidos.  Esta epopeya ya ha sido olvidada por los mexicanos.  Pero, como escribió Francisco González Bocanegra si los mexicanos recuerdan sus hazañas la patria resurgirá:

“Si el recuerdo de antiguas hazañas,
de tus hijos inflama la mente,
los laureles del triunfo, tu frente,
volverán inmortales a ornar.”

FIN

Mario Quijano Pavón


PD: El libro “Los cohetes duraron todo el día”, de Pedro Mayer. 1988. Edición para el 50 aniversario de la Expropiación Petrolera probablemente los encuentren en los estancos de libros viejos...la anécdota de Lavín y la inundación causada por el huracán fue protagonizada por mi padre que me la conto...sobre los arreglos de Cárdenas con Alemania no hay nada escrito pero algo así ha de haberse tenido que pactar si vemos lo que paso después...los incidentes de los buques tanques mexicanos me los relato un anciano embarcado casado con una tia materna...probablemente Inglaterra quiso olvidar los hechos por bochornosos...ya bastantes vergüenzas pasaron con la expropiación que Cárdenas magistralmente hizo coincidir con la anexión de Austria por Hitler.  MQP


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