Ayer poco antes del medio día ocurrieron balaceras y narcobloqueos por segunda vez en una semana en Reynosa, Tamaulipas, en las cuales quemaron autos y secuestraron trailers.
Lo único que hicieron las autoridades priistas en Tamaulipas fue decirle a la gente por twitter que no salieran a la calle.
Porque de acuerdo con Reforma, "aunque las autoridades federales y militares desplegaron un operativo inmediato, nada pudieron hacer para evitar el bloqueo de las avenidas y se limitaron a buscar a los delincuentes."
¿Y el caos? Bien gracias. Es el mismo que había con Felipe Calderón.
Lo mismo pasó cinco día antes, el domingo 13 de marzo por la tarde, con balaceras, narcobloqueos y persecusiones. 9 presuntos narcos murieron en las balaceras y un presunto mando del Cártel del Golfo fue detenido, pero eso no impidió que cinco días después hubiera más violencia.
Luego de las balaceras del 13 de marzo, el titular de Segob, Miguel Ángel Osorio Chong, salió con la batea de babas de que todo es culpa de los gobiernos anteriores.
Nadamás que esa excusa sólo funcionaría durante el primer año del sexenio de Peña Nieto, a tres años de que llegó al poder. Funcionaría además sólo si Peña Nieto no hubiera continuado la guerra contra el narco de Felipe Calderón. Pero hasta la fecha sigue con la misma estrategia fallida.
Y por cierto; ¿cuáles gobiernos anteriores? Si en Tamaulipas el gobierno siempre ha sido priista.
¿O se refiere a los gobiernos de Tomás Yarrington y Eugenio Hernández, acusados de lavado en Estados Unidos?
No hay excusa. Peña Nieto ofreció en diciembre ¡de 2012! que en un año se reduciría la inseguridad en México. No ha sido el caso. Han aumentado los secuestros y las balaceras siguen iguales.
Por lo cual, Peña Nieto debe renunciar. Y si no renuncia, entonces el PRI y el PAN deben ser removidos del poder federal en 2018 para poner un gobierno de izquierda que sí reduzca la inseguridad.
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