Como a eso de las 12:01 (en mi reloj por lo menos) comenzó a sonar el simulacro de alerta sísmica en las bocinas de las cámaras de seguridad de la Ciudad de México.
No funcionó como deberúa haber funcionado. A continuación hacemos algunas sugerencias al Jefe de Gobierno del DF, Miguel Ángel Mancera, para mejorar el sistema.
El primer problema que tuvo el simulacro es que no sonó como alarma. Sonó como cortinilla de estación de radio. Así va a ser difícil que llame la atención de la gente cuando de verdad haya una emergencia.
Segundo problema: el sonido de las bocinas de las cámaras de seguridad se confunde con ruidos de camiones de pepenadores y vendedores. Si yo no hubiera sabido de antemano que hoy a medio día se haría un simulacro de alarma, hubiera pensado que era una de esas camionetas que ponen la grabación esa de "se compra... colchones.. tambores... refrigeradores... estufas... lavadoras... microondas... o algo de fierro viejo que vendaaa!"
Y el problema es que hay MUCHOS vendedores que usan altavoces mientras circulan por las calles. están los que usan la grabación que ya mencionamos; hay otro que vende naranjas y ponen una grabación de "fresquecita la naranja, lleve su naranja"; otro que vende un periódico chafa local; y no falta el clásico de la grabación de "hay tamales oaxaqueños, tamales calientitos."
Con esa competencia auditiva, las alarmas de emergencia van a terminar siendo ignoradas por la mayoría de la gente a menos de que se les de un sonido distintivo o a menos de que se ponga una ley para que los vendedores con altavoces bajen su volumen tres rayitas.
Por último, honestamente creo que sería mucho más util que cuando hubiera una alerta sísmica se transmitiera en vivo en todas las estaciones de radio y televisión. Sin costo, desde luego. Se debe legislar para que las televisoras y radiodifusoras estén obligadas a suspender sus transmisiones y emitan alerta sísmica -o de cualquier otro tipo de emergencia- cuando ocurra. De otra forma, las alarmas en la calle realmente tienen mucha competencia con la contaminación auditiva en la Ciudad de México y, por ende, un margen reducido de maniobra para de verdad alertar a la gente de lo que ocurre.
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