Entrevista al politólogo español Juan Carlos Monedero realizada por Tomás Forster (http://www.nodalcultura.am/2015/08). Este reportaje tiene pertinencia pues aclara, dibuja y hasta permite imaginar caminos para avanzar ante los momentos que se viven, aquí en México y en América Latina frente a la crisis de la política de la representación. El 16 de mayo de 1968 el movimiento del Mayo francés, organizados -en esta ocasión- por el psicoanalista Félix Guattari, toman por asalto las instalaciones del Teatro el Odeón, París, Francia, así el movimiento irrumpe
en una escena, allí artistas e intelectuales, pero sobre todo una multitud
anónima, toma la palabra en el hall de entrada. A la entrada del teatro apareció esta frase que actualizamos:
Cuando el Senado y la Cámara de diputados se
convierte en un teatro -teatro de San Lázaro-, todos los teatros los podemos convertir en Asambleas Populares.
A contramano de la lógica
superficial e inmediatista que suele predominar en el mundo periodístico, una
conversación con Juan Carlos Monedero supone enfrentarse a un conjunto de
reflexiones que indagan en las cuestiones de fondo de la realidad social, económica,
política y cultural. Lejos de la digestión efímera, consumista y condenada a la
novedad por la novedad misma, las contribuciones de este politólogo madrileño
no dejan indemne al lector, sino que lo llevan a una inquietud interna
inevitable que es el primer paso para que emerja concretamente el anhelo de
alterar el orden desigual y excluyente que impone el capitalismo.
Monedero es uno de los cuadros de Podemos, el
espacio que surgió como alternativa al bipartidismo que gobierna España. Algunas desavenencias con la conducción lo llevaron a
dejar su función como secretario de Proceso Constituyente y Programa del
partido, con el objetivo de, cómo él mismo lo dice, “recuperar libertad y traccionar la pata
popular, asamblearia, horizontal y deliberativa”.
¿Qué análisis hace de la
situación que llevó a una suerte de callejón sin salida a la izquierda europea
luego de la caída del Muro de Berlín?
El principal problema de la
izquierda europea fue no haber confiado en el pueblo. La izquierda
socialdemócrata, a través del paternalismo de los Estados sociales, delegó la
política en una partidocracia que cuando llegó la crisis se mostró incapaz de
hacer vales los derechos sociales. A partir de la victoria de Chávez en el ´98,
hay una reconceptualización de ese lugar de antaño llamado izquierda, que pasa
por repensar el sujeto de la transformación que ya no es el proletariado y, por
lo tanto, repensar también el sujeto político que ya no es tampoco el partido
tradicional o vanguardia alguna. En consecuencia, todo eso lleva a repensar
también cuál es la forma de conseguir las transformaciones. El punto de
inflexión tiene que ver con confiar en la gente y preguntar, interpelar, al
pueblo cuando el sistema te quiere llevar a callejones sin salida. Se atrevió
América Latina con los procesos constituyentes mientras que Europa,
supuestamente dotada de una mayor experiencia democrática y mayor madurez
política, ha tenido profundas dificultades para enfrentar procesos
constituyentes reales tanto en cada país como en el conjunto. América Latina
entendió que los desafíos civilizatorios tienen que ver con confiar en la
ciudadanía.
¿Cómo interpreta el nuevo pliego
de condiciones de la Troika, con el gobierno alemán a la cabeza, al partido
gobernante Syriza y al pueblo griego?
Nosotros estamos convencidos de
que los ataques a Grecia, un país pequeño, que apenas supone el 2 por ciento del
producto bruto europeo (PBE), persiguen el objetivo de lanzar una advertencia a
los países más grandes, en concreto a España. Para nosotros ha sido evidente
desde el comienzo que la suerte de Grecia ha sido utilizada en España para
intentar debilitar la emergencia de un proyecto alternativo como el de Podemos.
Como ocurrió en el ´73 con Chile, en un momento de crisis del modelo
keynesiano, había un país que a través del gobierno de la Unidad Popular
planteaba una alternativa al incipiente modelo neoliberal. En ese momento, la
decisión de Estados Unidos de apoyar el golpe de Estado contra Allende fue una
advertencia para que no se pusieran en marcha proyectos alternativos. Creo que
con Grecia ocurre lo mismo. En Europa actualmente la disputa es entre dos modelos:
uno autoritario, que pone fin al propio proyecto europeo, y un proyecto
democrático que está llamando a la coparticipación popular.
¿Cuál es el rol que tienen los
grandes medios de comunicación en la puja política y económica que vive Europa?
La restauración neoliberal tiene
las características de un New Deal conservador. En el caso de Estados Unidos
implicó deshacer el New Deal de Roosevelt y en Europa todo lo que hicieron los
Consejos Nacionales de la Resistencia, con los artículos sociales y democráticos
que habían incorporado a las distintas constituciones después del ´45. Como se
trataba de cambiar el contrato social había que cambiar el relato y en ese
sentido era esencial el papel de los medios de comunicación. Cuando el sistema
de partidos entra en crisis lo sustituye el partido de los medios de
comunicación. Esto es muy evidente en el caso de la implosión de los partidos
de la Cuarta República en Venezuela, Acción Democrática y Copei, que son
sustituidos por los medios de comunicación, encargados de construir el nuevo
sujeto que ya no es partidista. Los medios crean climas de opinión popular
desfavorables, en el ámbito no solo nacional sino incluso internacional. Los
medios de comunicación dominantes son el elemento central de desestabilización,
son armas de desinformación masiva.
¿Cómo ve a la distancia el
proyecto político que lideró Chávez en Venezuela?
Venezuela abrió un camino que, a
diferencia de los procesos tradicionales de la izquierda, no fue violento, no
fue insurreccional sino que fue y es electoral, y realizó las transformaciones
a través de procesos constituyentes con herramientas como los referéndums y
consultas. Esto obliga, a quienes rechazan a este tipo de gobierno, a situarse
en posiciones autoritarias que intentan enmascarar con dificultades. Y eso que
era una realidad latinoamericana pasa ahora en Europa precisamente porque el
neoliberalismo finalmente está mostrando su lado más virulento ahí. El sistema
capitalista se ajusta por sus eslabones más débiles: durante mucho tiempo esos
eslabones han sido América Latina, África, Asia; hoy Europa es un eslabón débil
porque no hay acción colectiva desde el Mayo del ´68. Y porque nos olvidamos
que las luchas de ayer son los derechos de hoy y la luchas de hoy son los
derechos de mañana.
¿Qué opinión tiene del proceso
latinoamericano en su conjunto?
Creo que en América Latina ha
habido tres procesos, tres agendas políticas. La continuación de la agenda
neoliberal y allí están México, Colombia, zigzagueante en Perú y tensionado en
Chile. Luego ha habido una agenda posneoliberal, que lo que buscaba era acabar
con los excesos neoliberales en términos de exclusión y pobreza y ahí, para mí,
están Argentina, Brasil y Uruguay. Y, en tercer lugar, hay una agenda
poscapitalista que identifica de manera clara que el problema está en el modelo
capitalista y que son quienes consiguieron cambios profundos en sus países. El
problema es que está agenda del poscapitalismo, que está definida en términos
teóricos, en términos prácticos también es una agenda posneoliberal, es decir
que no impugna el modelo capitalista porque también es muy difícil hacerlo en
una economía global con tanto años de una dinámica consumista. Afectarías a tus
propias bases y entonces tienes que dar pequeños pasos.
¿Qué aspectos cree que se
deberían revisar en relación a la historia reciente de las izquierdas?
La izquierda ha tenido tres
enormes lastres durante el siglo veinte: el primero es un lastre teórico, buena
parte de los principios que afectaron a la izquierda ya no valen, son erróneos.
Por ejemplo, pensar que el sujeto del cambio es la clase obrera. No es que no
exista la clase obrera, sino que no se puede representar. Y si no puede
representar, difícilmente el sujeto de transformación va a ser un partido político
que dirige a la clase obrera como una vanguardia. Por otra parte, el Estado
forma parte de la solución y también del problema y la izquierda, que ha sido
siempre estatista, ha perdido de vista elementos que le dejó a la tradición
liberal. El Manifiesto Comunista dice: “Y una sociedad socialista será una
sociedad donde la libertad individual será la condición de la libertad de
todos”. Otro elemento importante es la gestión que ha hecho la izquierda
comunista autoritaria como la izquierda socialdemócrata paternalista. El tercer
problema es que hemos sido derrotados en la construcción de un sentido común
comunitarista y que los valores individualistas y consumistas han triunfado. La
reconstrucción de las alternativas, como diceBoaventura de Sousa Santos,
requiere un pensamiento alternativo de alternativas, porque sino las
alternativas conocidas van a repetir los mismos errores de siempre.
Usted tomó la decisión de salir
de la dirección de Podemos pero se mantiene en las filas del partido. ¿Por qué
tomó ese camino?
Cuando tomamos la decisión de
convertirnos en partido político, presentarnos a las elecciones y entrar en la
rueda de la representación éramos conscientes de que los riesgos eran muchos.
Según íbamos metiéndonos en el engranaje íbamos siendo rehenes de la propia
lógica a la que supuestamente teníamos que combatir. Y es que el juego
representativo tiene un problema que lo ve Marx con absoluta nitidez cuando
adjetiva al Estado Moderno en el Manifiesto Comunista y lo llama Estado Moderno
Representativo -¡tan listo era Marx!-. Se da cuenta que en la idea de la
representación hay un problema de fondo y es lo que yo siempre explico con
Rousseau, y es que tu representas al pueblo que no está presente. Y lo que
tienes que hacer es establecer vacunas para que el juego de la representación
no te devore. Como éramos conscientes de esos riesgos, establecimos algunas
vacunas: limitación de mandatos, limitación de los sueldos, prohibición de las
puertas giratorias –es decir que no vas a hacer gestiones para manejar tu
futuro laboral mientras estés en un puesto político- y que las bases siempre
pueden revocar a cualquier cargo. Aplicar estos cuatro elementos en el día a
día no es tan fácil porque vivimos en sociedades urbanas muy fragmentadas,
desconectadas, de manera que no es tan sencillo poder activar estos mecanismos
para que funcionen. Desde el comienzo, en Podemos nos articulamos con un doble
vector: un partido representativo, que quería acceder a elecciones, mediático y
otra pata popular, asamblearia, horizontal y deliberativa, y ese doble eje lo
hemos tensionado mucho más hacia la parte representativa y partidocrática, que
es lo que generó mi enfado con la dirección y mi necesidad de hacer una llamada
de atención en cuanto a que estábamos perdiendo la pata asamblearia y popular.
El enfado que nació del 15 M hay que mantenerlo vivo, pero no como un mero
enfado, sino reconducido hacia posiciones de emancipación social, de mayor
compromiso democrático, de limitación de las desigualdades, de respeto
medioambiental, de respeto por la diferencias de género, es decir, una
conciencia más amplia que la construyes no solamente con el vector
representativo sino también con el vector del debate popular que es donde se
sustancia todo lo que construyes en la parte representativa y generas el
activismo capaz de poner en marcha transformaciones sociales. Al tomar la
decisión de salir de la dirección de Podemos he querido recordar a mis
compañeros que no olvidemos esto y, sobre todo, he querido recuperar libertad
para traccionar el eje que teníamos abandonado.
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