Desde hace algunos días corre la versión de que hay un pleito en el PRD nacional por la coordinación de la bancada de ese partido en la Cámara de Diputados para la próxima legislatura.
Por un lado, Nueva Izquierda quiere nuevamente quedarse con la coordinación de la bancada y que Jesús Zambrano sea el coordinador.
Por otro lado, ADN, la corriente que se hizo aliada de Nueva Izquierda en las pasadas elecciones internas -y se quedó con la Secetaría General del partido- no quiere que Zambrano sea el coordinador y quiere que el coordinador sea Guadalupe Acosta Naranjo, quien mandara a los chuchos al carajo a pesar de ser uno de sus principales dirigentes.
Que porque dice ADN, según la versión, que hay mucho rechazo en la militancia hacia Jesús Zambrano por decisiones que tomó como dirigente nacional del partido.
Lo cual resulta curioso, ya que entonces tendríamos que los chuchos ya se pelearon hasta con sus aliados.
Si el conflicto escala, entonces Nueva Izquierda va estar contra la pared, ya que si ADN decide aliarse con los bejaranos, los chuchos le pueden decir adiós a la dirigencia del partido en la próxima elección interna.
Si eso ocurre, será única y exclusivamente por la necedad de Jesús Ortega de no querer soltar el poder.
Aquí el detalle es que esta vez el pleito entre los chuchos y sus aliados no acabaría en un éxodo a Morena, sino en un reacomodo de fuerzas para echar a los chuchos de la dirigencia.
Todo, insisto, por la necedad de Jesús Ortega de no querer soltar el poder.
La verdad, espero que la rebelión perredista ocurra pronto. Si los chuchos dejan la dirigencia del PRD antes de 2018, aumentarán sus posibilidades de ganar la presidencia y mantener la Jefatura de Gobierno del DF, ya que Morena no tendrá más pretexto para seguir haciéndole golpeteo al PRD.
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