El jueves pasado el ex candidato presidencial priista, Enrique Peña Nieto, nuevamente pretendió echarle la culpa de sus fracasos al resto de los mexicanos, alegando que "a veces pareciera que quisiéramos o nos negáramos a reconocer avances y registrar buenas noticias."
Al siguiente día, empresarios mineros de plano revelaron en entrevista a los medios en Canadá que en México tienen que pedirle permiso al narco para operar.
Lo dijo el director general de McEwen Mining, Rob McEwen, a Business News Network.
"Cuando quieres explorar en alguna zona les preguntas (a los cárteles) y te responden no, pero luego te dicen que 'regresa en un par de semanas cuando terminemos lo que estamos haciendo.'"
Un día antes, el día que Peña dijo lo de las "buenas noticias", Reforma publicó que dos elementos de la SEDENA fueron ejecutados y encontrados con rastros de tortura en el Estado de México, al pie de la carretera Toluca-Ciudad Altamirano.
¿Y así quiere que la gente vea "buenas noticias el imbécil de Peña Nieto?
Es precisamente por eso que lo que le dijo ayer Barack Obama de que "admiro a Enrique por cambio" en realidad era un sarcasmo.
Porque, con tanta ineptitud por parte de Peña, nadie diría eso más que a manera de ironía y para pendejear a Peña Nieto con estilacho.
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