La increíble estafa de las AFP en Chile, paso a paso
Manuel Riesco Larrain. Es ingeniero industrial, magister en economía de la UN Chile y doctorado en la academia de ciencias de la URSS.
Un equipo de Cenda (Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo), liderado por el economista Manuel Riesco, acaba de publicar el estudio “Resultados para los Afiliados de las AFP y Compañías de Seguros Relacionadas con la Previsión: 1982-2012”, en rigor, el retrato más certero que se le haya hecho al sistema de privado pensiones en Chile, como lo demuestra el espeso silencio del sistema mediático, a pesar de la enorme relevancia de sus conclusiones.
Demuestra, para empezar, que de cada tres pesos que recauda el sistema, tanto por la vía de la cotización de los afiliados como de subsidios del Estado, dos se quedan enredados entre los administradores y los grandes grupos financieros, que en la práctica son los mismos, precisamente el principal de los motivos por los cuales el sistema paga pensiones tan bajas.
Demuestra, para empezar, que de cada tres pesos que recauda el sistema, tanto por la vía de la cotización de los afiliados como de subsidios del Estado, dos se quedan enredados entre los administradores y los grandes grupos financieros, que en la práctica son los mismos, precisamente el principal de los motivos por los cuales el sistema paga pensiones tan bajas.
Enseguida, el estudio comprueba que en 2012, las cotizaciones más que duplicaron el monto de las pensiones pagadas por las AFP y compañías de seguros, y el Estado aportó adicionalmente subsidios equivalentes a dos tercios de éstas. A pesar de ello, o más bien por lo mismo, los montos de las pensiones son inciertos, pues dependen de las veleidades de los mercados financieros, que en los últimos seis años han generado más pérdidas que ganancias al fondo de pensiones. Además, éste se reduce en razón inversamente proporcional al aumento de la expectativa de vida de la población.
En tercer lugar, el estudio traza una síntesis magistral de la naturaleza y la lógica interna del sistema privado de pensiones: un sistema de ahorro forzoso concebido para extraer recursos del factor trabajo, y transferirlos directamente a los propietarios del capital.
Sin embargo, tal vez la conclusión más importante del estudio consiste en la demostración de que si se devuelve el sistema previsión a la administración del Estado, no sólo se podría duplicar el monto de las pensiones, hasta igualar las pensiones que actualmente paga el sistema público, sino que incluso en ese caso, habría un considerable ahorro en el gasto fiscal.
Del desarrollo de esas conclusiones del estudio versa la siguiente entrevista a su autor, el economista Manuel Riesco.
–¿Qué metodología utilizó en el estudio?
–Lo que hace el estudio es visualizar el sistema en su conjunto, incluyendo AFP y compañías de seguros que lo conforman, y analizarlo como si fuera una gran alcancía, que por otra parte, es lo que el sistema dice ser, a la cual los afiliados entregan aportes todos los meses y el fisco entrega subsidios, ambos en dinero efectivo; y, por otro lado, de esta alcancía se sacan todos los meses, pensiones y beneficios que el sistema paga a través de las AFP, o las compañías de seguros, en forma de rentas vitalicias. Lo que hace el estudio es analizar cuánto dinero entra y cuánto sale, y por esa vía, llega a la asombrosa conclusión que los aportes triplican las pensiones que se pagan.
–¿Determina el estudio dónde se van los dos tercios restantes?
–Bueno, a alguna parte tendrán que ir, porque esta alcancía debería estar repleta de dinero, en el símil de la bóveda de Tío Rico. Sin embargo, tú abres la alcancía y encuentras que no hay un solo pesos de dinero en efectivo. Sin embargo, entran todos los meses, miles de millones de pesos, y sale una tercera parte en pensiones. En consecuencia, alguien lo está sacando, porque adentro no hay plata.
–Lo que hay son títulos de deuda, es de imaginar.
–Lo que tu encuentras adentro son papeles. Abres la caja, que dice La Polar, y encuentras una serie de papeles firmados por los ejecutivos de La Polar, que dicen que ellos han recibido préstamos de las AFP, o sea pagarés, y que lo van a devolver con gigantescos intereses. Hoy los pagarés y las acciones de La Polar no valen nada, porque, como sabemos, La Polar era un gigantesco fraude.
–Y la pérdida la tienen los afiliados…
–Por supuesto. El dinero contante y sonante fue a La Polar, y lo que queda son estos papeles que no valen nada.
–Con la desvalorización de los títulos de deuda o las acciones, ¿podría hipotéticamente el sistema entrar en default o crisis de pagos?
-Difícilmente va a entrar en crisis de pagos, si todos los meses está entrando el triple de lo que sale. Lo que puede suceder, y de hecho sucede, es que lo que está acumulado teóricamente ahí, no vale lo que dicen que vale. Así pasó, por ejemplo, en 2008. La suma de todos estos papeles es el fondo de pensiones, que tiene un valor. Pero ese valor es una idea abstracta, porque no es dinero.
–Quedó pendiente la respuesta acerca de dónde se quedan los dos tercios de lo que recauda el sistema, que no van a pensiones.
–Hay un chorro grande que se va a los grupos financieros que emiten estos pagarés y estas acciones. La alcancía está llena de estos papeles que emiten los grupos financieros, que han recibido a cambio, dinero contante y sonante. Hay otra manguera que sale de este chanchito y va a los administradores del sistema, es decir, las AFP y las compañías de seguros.
–A la luz de esas cifras, el sistema es un verdadero escándalo.
–Es un sistema de ahorro forzoso, en que se saca dinero del bolsillo de los afiliados, equivalente al 13% del sueldo, y se saca, por otro lado, una parte significativa de los ingresos fiscales, es decir, del IVA y los excedentes de Codelco, y se traspasa directamente a los bolsillos de las AFP y compañías de seguros y a los grandes grupos financieros.
–¿Ése era el sentido último de la reforma de 1981 que privatizó el sistema de pensiones; es decir, crear un mecanismo para trasferir renta del trabajo al capital?
–Evidentemente. Ése era el sentido: echarle el guante a las cotizaciones previsionales. Eso es el sistema.
–Después de treinta años de experiencia, ¿lo calificaría como un fracaso total?
–Hay que calificarlo como lo que es: un sistema de ahorro forzoso, porque esto va a continuar así para siempre, salvo, naturalmente, que lo cambiemos. Está diseñado para esto.
–Por la vía de la reforma, pero sin alterar su lógica y su esencia de acumulación individual, ¿se pueden mejorar las pensiones?
–No, porque lo que está ocurriendo es que constantemente se está yendo el dinero para otro lado. El dinero que se contribuye para pagar pensiones, en realidad no se usa para pagar pensiones, dos tercios de la recaudación se usa para otros fines.
–Siempre dentro del sistema, y por la vía de la regulación, ¿se podrían cambiar las proporciones?
–Dentro de la lógica de ahorro forzoso del actual sistema, no. Lo que hay que hacer es taponar el sistema, de forma que el dinero que se contribuye para financiar pensiones, se ocupe para pagar pensiones. Así de simple.
–¿Cree que la única solución es volver al sistema de reparto?
–Sin la menor duda. Porque si realmente queremos resolver el problema, tenemos que duplicar el monto de las pensiones, como mínimo, para igualar las pensiones del sistema público. Y la única fuente de dinero para eso es lo que los administradores y los grupos económicos se están embolsando todos los meses.
–¿Usted los ve preocupados?
–Ellos piensan que tienen el sartén por el mango, pero evidentemente no las tienen todas consigo. Saben que si cambia la situación política, y hay una nueva Constitución, esto, junto con el cobre, son las primeras cosas que se van a terminar, porque son tan escandalosas, que se tienen que terminar, como ya las terminaron en Polonia, Hungría, Argentina y Bolivia.
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