Ayer compareció Marcelo Ebrard ante la comisión investigadora de la Línea 12 del Metro de la Cámara de Diputados.
Ebrard le ganó el debate al PRI, partido que, junto con su sucursal el PVEM, intentaron una y otra vez hacerle guerra sucia.
Pero Ebrard les respondió con datos duros; con documentos; con cifras y desde luego con señalamientos precisos de que lo que el PRI estaba tratando hacer con la línea 12 era linchamiento político.
La dinámica fue la misma con dos diputados del PRI y uno del PVEM (el PRI junior). Primero le lanzaban acusaciones a Ebrard sobre supuestas irregularidades en la Línea 12. Ebrard les respondía con documento en mano que las acusaciones eran infundadas. "Me doy cuenta de que usted no tiene este documento", respondió varias veces Ebrard, lo cual, traducido del argot político, significa "ah cómo serás ignorante y mentiroso."
Era visible el enojo en los tres diputados priistas. Los tres contra-respondían a Ebrard con la misma cantalet: que Ebrard pinta una realidad perfecta pero que la realidad es que la Línea 12 no está funcionando... porque se quedaban sin argumentos para rebatir.
Debo decir que daba un gusto enorme ver a los priistas encabronadísimos por no poder responderle a Ebrard con datos ni con documentos. Uno de ellos, el del PVEM, llegó inclusive a chillotear que Ebrard y los diputados de izquierda se estaban haciendo los chistosos con comentarios sarcásticos, en obvia referencia tanto a la manera en la que Ebrard le callaba la boca a los del PRI con documentos y datos concisos, como a la manera en la que los diputados de izquierda le echaron en cara una y otra vez al PRI las corruptelas de Enrique Peña Nieto con la Casa Blanca.
Vamos, salió a relucir hasta el hospital de Zumpango, construido por Grupo Higa cuando Peña era gobernador del Estado de México, y el cual, teniendo las mismas características de un hospital construido en el DF cuando AMLO fue Jefe de Gobierno, costó 6 mil millones de pesos más.
Ese comentario hizo que los diputados priistas perdieran la cordura y trataran de callar los señalamientos de que, si bajo la lógica del PRI la Línea 12 del Metro es un fraude y un desfalco, entonces el hospital de Zumpango es un robo.
Al final, cuando terminó la comparecencia, los priistas terminaron de plano enojados y Marcelo Ebrard salió sonriente. Los derrotó. Los puso en evidencia y dejó claro que el intento de linchamiento político del PRI en su contra cada vez se derrumba más.
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