El jueves pasado el empleado del periódico de tendencia priista El Universal, Salvador García Soto, publicó una especie de postdata a su columna tratando de atacar a Marcelo Ebrard.
Al parecer, el ataque fue porque a García Soto le dolió que Ebrard le pudiera responder de manera exitosa y contundente a la guerra sucia que le hizo el PRI en venganza por la falsedad que publicó García Soto de que supuestamente fue Ebrard quien filtró a Carmen Aristegui el expediente de la Casa Blanca de Peña Nieto.
"Buen histrión como es, Marcelo Ebrard interpretó magistralmente el papel de víctima. Tan bien, que no sólo consiguió los reflectores mediáticos que tanto necesita en estos momentos, sino que logró ser recibido mañana en la Cámara de diputados por la Comisión que investigó las irregularidades de la Línea 12 del Metro", dijo García Soto claramente ardilla.
Raro. ¿Cómo puede García Soto juzgar si Ebrard es buen histrión o no si nisiquiera lo dejaron hablar en la comisión de la Línea 12 del Metro el domingo 1 de febrero y hasta el día siguiente de publicada la columna de García Soto Ebrard pudo ir a San Lázaro a defenderse?
No podía. Lo dijo por rencoroso. Porque sabe perfectamente que Ebrard les ganó a él y al PRI el ajedrez político, respondiendo con datos contundentes las acusaciones en su contra, tanto fuera como dentro de San Lázaro.
Habrá que ver si aglgún día García Soto tendrá el valor civil de admitir que la versión de que Ebrard le filtró a Carmen Aristegui el expediente de la Casa Blanca fue el PRI, directo desde la oficina de Miguel Ángel Osorio Chong, oficina de donde le contaron que Manuel Espino fue a pedir permiso para que un priista de Sonora fuera candidato de MC a la gubernatura.
Y también habrá que ver si un día García Soto tendrá el valor civil de admitir que o le vieron la cara en Gobernación, o él se quiso prestar para ayudarle al PRI a hacer golpeteo contra Ebrard.
Una cosa es cierta; Mientras son peras o manzanas, García Soto salió muy chilloncito.
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