Ayer El Universal publicó un artículo que en cualquier país medianamente civilizado hubiera causado un escándalo: evidencia dura de que en 1971 el ejército, al mando del priista Luis Echeverría Álvarez, ordenó el "exterminio" (palabra literal) de entre 500 y mil 500 estudiantes, profesores, activistas, campesinos, indígenas, mujeres, niños y ancianos como parte de la guerra sucia del PRI en Guerrero.
Sin orden de arresto, el ejército, junto con 54 policías y un número indeterminado de criminales levantaron a las víctimas simplemente por parecerles sospechosos, revisando vehículos, camiones de pasajeros, rancherías, y milpas, y luego los torturaron y desaparecieron.
Uno de los documentos que demuestra la barbarie perpetrada por el gobierno priista -y que hasta la fecha sigue impune- es un telegrama de 1971 firmado por el entonces titular de la SEDENA, Hermenegilod Cuenca Díaz, que dice textual:
Ratifícase orden - sentido incremente actividades fin localizar, hostigar, capturar o exterminar gavillas operan esa región, debiendo utilizar máximo medidas seguridad y buen trato - población civil, coordinando actividades con todos organismos oficiales y particulares afines.- Evite demostraciones fuerza alarmen población civil.
Vamos a pasar por alto lo ofensivo de la parte que dice de "utilizar máximo medidas seguridad y buen trato población civil" para "exterminar" a la población civil. El hecho concreto es que aquí hay evidencia de que el gobierno priista ordenó el exterminio de mexicanos.
Y ahora el ejército nuevamente participa -por omisión si quieren- en el exterminio de estudiantes en Guerrero.
El hecho de que los crímenes de la guerra sucia de 1971 sigan impunes, y ahora vuelvan el gobierno priista ser responsable por omisión de otro exterminio en Guerrero, debería ser suficiente para prohibir la existencia del PRI como partido político, como ocurriera en Alemania con el partido Nazi después de la segunda guerra mundial. El nazismo en Alemania es ilegal.
En México, lo mínimo que merece el PRI como castigo por sus crímenes de lesa humanidad, tanto los de Echeverría como los de Enrique Peña Nieto, es la desaparición de su registro como partido político.
Obviamente mientras el PRI y el PAN estén en el poder eso no va a ocurrir. Pero aún se le puede castigar al PRI no votando ni por el PRI, ni por el PVEM, ni por el PAN, ni por el PANAL.
Sólo cuando la izquierda tenga mayoría en el congreso y la presidencia entonces podrá haber justicia y se terminará la impunidad del PRI.
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