…lo que hasta ahora se ha
calificado, de modo puramente policial, como
toxicomanía…no veo cómo una contención policial podría ejercerse…(a la manera de J. Lacan, 1966)
Hace 74
años, en 1940, el presidente Lázaro Cárdenas optó por legalizar las drogas en
México. Pero sólo seis meses duró el decreto presidencial que aprobaba la
comercialización de las drogas por parte del Estado. Ése ha sido el único
momento en la historia de los sexenios –que comenzaron con el mismo Cárdenas en
1934– en que México ha visto un control total de las drogas por parte del
gobierno y una manera distinta de combatir a los cárteles de la droga.’
¿Por qué
esta política única en la historia sólo duró seis meses? Lo aclara el
periodista Juan Alberto Cedillo, autor del libro La Cosa Nostra en México: “El
decreto duró sólo seis meses por las presiones [ejercidas sobre México por
parte] del gobierno de Estados Unidos. Entonces Cárdenas da marcha atrás al
decreto debido a un boicot de Estados Unidos para que las farmacéuticas [del
mundo] no le vendieran medicamentos”.
El 17 de
febrero de 1940 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el
Reglamento Federal de Toxicomanía, donde quedó establecido que “el
Estado pretendía crear un monopolio para la venta de fármacos prohibidos”,
distribución que estaría a cargo del Estado con un costo “normal” para evitar
que los consumidores acudieran a los narcotraficantes. Para entonces, México ya
estaba considerado como un país exportador de mariguana.
A partir de
la década del 40 el tráfico de estupefacientes se incrementó en México. Para
1946 se diversificó el tipo de drogas producidas. Desde entonces la mayoría de
éstas eran enviadas a los Estados Unidos, país que se arrogaba el derecho a
combatir la producción y distribución de las drogas en México.
Juan
Alberto Cedillo narra que al gobierno estadounidense le molestaba que en México
hubiera leyes muy suaves. Cuando Cárdenas emite el decreto recibe presiones y
cede seis meses después. ¿Qué sucedió en ese lapso de legalización?
“Ese tiempo es interesante porque el
Estado entregó cigarrillos a los internos del país. A las personas adictas a la
heroína en las cárceles del país se les dio la droga. Durante esos meses se
concluyó que a los narcotraficantes les bajaron las ganancias porque los
adictos le estaban pagando al Estado [por las drogas]“, reseñó Cedillo en un
reportaje.
En La
Cosa Nostra en México (Grijalbo, 2011) se menciona: “El proyecto [del gobierno
mexicano] se había presentado meses atrás al gobierno de Estados Unidos,
explicando a sus funcionarios que era imposible acabar con el tráfico de drogas
debido a la corrupción de la policía y de los agentes especiales, y por la
riqueza e influencia política de algunos traficantes”.
El asesor
de Cárdenas para la iniciativa fue Leopoldo Salazar Viniegra, un respetado
investigador médico que se desempeñaba como director del Departamento de
Salubridad Pública, quien dijo al gobierno estadounidense que
“sólo había una manera de frenar el tráfico de narcóticos en México: que el
Estado creara un monopolio para la venta de fármacos prohibidos a los
drogadictos a precio de costo, para sacarlos de la influencia de los
narcotraficantes”.
El
investigador también realizó estudios a 400 presos mexicanos, a quienes les
surtió de manera gratuita cigarrillos de mariguana durante los seis meses que
duró el decreto cardenista. De esa manera el gobierno sacó a los
narcotraficantes de las cárceles de la Ciudad de México. Salazar afirmó “que
la planta no era dañina para el ser humano y que nadie había perdido la razón
con su uso”. Su plan buscaba legalizar la siembra y cobrar un impuesto a los agricultores,
como sucedía con el tabaco.
Por las
presiones de Estados Unidos, el gobierno mexicano publicó, el 3 de julio de
1940, un decreto para suspender la vigencia del Reglamento Federal de
Toxicomanía.
Así como Lázaro
Cárdenas hace 74 años, hoy, el presidente de Uruguay José Mujica, busca una
nueva forma de combatir, mediante la despenalización, una de tantas drogas: la
mariguana. En México, quizás y solo
quizás, las marchas pueden proponerse sacarle los cuerpos, nuestros cuerpos a
la mafia y retirarle su objeto de su mercado se tratará de una nuevo debate sin
fines electorales realizado desde distintas calles.
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