El miércoles pasado el diario The Wall Street Journal publicó un artículo sobre el caso de Grupo Higa y Enrique Peña Nieto.
El artículo se enfoca en señalar el favoritismo y los conflictos de interés que habría en los contratos que ha recibido Grupo Higa por parte de gobiernos priistas, pero el punto que le pega duro a Peña Nieto en la línea de flotación son los siguientes dos párrafos:
"Preocupaciones sobre contratos públicos han aparecido mientras México se prepara para los primeros contratos en más de 70 años para que empresas petroleras privadas exploren y extraigan petróleo y gas. Los contratos son significativos en el país que fue pionero en la nacionalización del petróleo cuando retiró a las empresas privadas de petróleo y gas en 1938.
"Los contratos de Hijonosa (dueño de Grupo Higa) han profundizado el escepticismo que muchos mexicanos muestran sobre la apertura en el sector energético, sin mencionar a las empresas extranjeras que buscan participar."
El cuestionamiento que hace el Wall Street Journal no es pequeño ni es fortuito. El WLS representa a la voz de los intereses de los grandes capitales internacionales.
Vamos, el dueño del WSJ es Rupert Murdoch, ultraderechista cuya postura política es a favor de las trasnacionales y los super-ricos.
El que el WSJ esté cuestionando a Peña Nieto por la mansión de Las Lomas y por el favoritismo a Grupo Higa lo que realmente significa es que a las trasnacionales petroleras les preocupa que Peña Nieto les vaya a dar gato por liebre y que a quienes vaya a favorecer sea en realidad a los cuates de Peña Nieto, como Grupo Higa.
Y si esa es la percepción que tienen las trasnacionales del gobierno federal priista de Enrique Peña Nieto, entonces el plan de Peña Nieto para privatizar Pemex se le podría caer, ya que lo que etsá haciendo el WSJ en realidad es alertar a las trasnacionales para que no entren en Pemex ante los escándalos de favoritismo y tráfico de influencias de Peña Nieto.
Así que una de dos: O Peña Nieto saca de la jugada por completo a Grupo Higa, o su plan de privatización de Pemex se queda chaparro y sin las trasnacionales que quería que vinieran.
Peña Nieto pretendía que las trasnacionales emprezaran a operar en Méxco en 2017 para poder generar un crecimiento artificial del PIB que se desplomaría a partir de 2018 ante el saqueo del petróleo. Las trasnacionales, al parecer, serían el chivo expiatorio que taparía el verdadero saqueo a manos de empresas favorecidas por Peña Nieto.
Pero sin chivo expiatorio, ni habrá el crecimiento artificial que quería Peña Nieto, ni podrán sus cuates robar sin estar bajo el escrutinio del público en México y en otros países.
En resumen, lo que parece estarle diciendo el Wall Street Journal a Peña Nieto es que los grandes capitales trasnacionales no se van a prestar a su farsa de favorecer a sus cuates para luego echarle la culpa a Exxon, Shell, o Chevron, entre otros.
Eso podría resultar en la derrota del PRI en 2018.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario