Álvaro Delgado tuvo razón. Las protestas por el caso Ayotzinapa ya empiezan a tomar forma de insurrección.
Esta mañana, por ejemplo, de acuerdo con El Universal, maestros de la CETEG le prendieron fuego a la sede del PRI de Guerrero y un grupo antimotines se enfrentó con los docentes.
El resultado fue un intercambio de piedras y palos entre la policía y loa maestros que acabó en el lanzamiento de gases lacrimógenos.
Pero los maestros no se dejaron y respondieron lanzando cohetones.
Al final los maestros se replegaron, pero el punto clave es este; las protestas cada vez son más ríspidas. Cada vez se encienden más los ánimos en Guerrero ante el crimen de Estado que es el caso Iguala.
Y no es el único. Además de Tlatlaya, Ciudad Satélite -donde militares balearon a un detenido- y ahora en Reynosa, donde policías dispararon contra una adolescente embarazada, están causando que cada vez más mexicanos se llenen de rabia contra el gobierno.
El problema es que el gobierno federal priista de Enrique Peña Nieto no hace nada para frenar los crímenes de Estado. De hecho, pretende culpar de la violencia a las víctimas -como hizo Murillo Karam con los normalistas de Ayotzinapa- o a los manifestantes, cuando en realidad son porros del PRI los que incitan a la violencia.
Esta situación, como dije, cada vez tiene más señales de que se está pasando de la indignación y la rabia a la insurrección.
Los mexicanos indignados por el mal manejo del gobierno en manos de Enrique Peña Nieto deben considerar que la mejor manera de asestarle el golpe más duro al gobierno priista es no votando por ellos y convenciendo a otros de votar por la izquierda.
Y no: votar por el PAN no soluciona las cosas ya que el PAN hizo al PRI su aliado durante los dos sexenios que estuvo en el poder.
Porque a una insurrección el gobierno priista la puede reprimir. Al voto de castigo no.
UPDATE: En Michoacán, normalistas destrozaron la sede del PAN y la Secretaría de Finanzas. También en protesta por Ayotzinapa. Es lamentable pero es verdad; esto cada vez parece más una verdadera insurrección.
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