domingo, 2 de noviembre de 2014

Izquierda desaparecida por @sladogna

                                                    

La descomposición de la máquina paternal -llamada metáfora paterna- produce crisis en la sociedad donde vivimos, una de esos fenómenos son los partidos políticos de izquierda en México (Morena y otros...) y en Argentina (FpV, el kirchnerismo) no  pueden ya mantenerse a nombre de "representar" o de "interpretar" los intereses que esas corporaciones le adjudican al  "pueblo" (¿Qué es eso?) En ambos casos luchar por medidas justas u otorgar beneficios por los que los ciudadanos no se han movilizado deja ver que la "representación" iluminada - tengo la luz para saber cuáles son los intereses de los otros, que están ciegos o alienados- esas políticas iluminadas ya no dan color ni iluminan, no representan nada, salvo los intereses de esas corporaciones de izquierda, que tienden por la vía representativa y electoral a conservar los mismos. 


Tanto en México como en Argentina, la izquierda (Qué será eso? no puede dar un poco de lugar, ya no digamos un lugar, sino un poco de lugar a los sentimientos y afectos ¿Sentimientos?¿Afectos? Son elementos no se representan, se presentan en el cuerpo, basta ver el reportaje donde Carmen Aristeguí  fue superada por las formulaciones de Emiliano Navarrete, padre de José Ángel Navarrete, normalista de 18 años desaparecido por policías en Iguala, Omar García, normalista e integrante del Comité Estudiantil de Ayotzinapa, Nicolás Andrés Juan, padre de Édgar Andrés, normalista herido en un ataque de policías municipales de Iguala (ver :http://youtu.be/Q-xcciDmWSM ) Los afectos no se negocian, no son un objeto que de la representación pueda tomar pues los afectos se sienten o no se sienten en el cuerpo, no se los puede representar. 

Si un actor llora representando a tal o cual personaje, eso no es el llanto que camina las calles de México en las manifestaciones. Llorar es hacer lagrimas, no es lo mismo que representar que "se llora". Así de simple...es su complejidad. 

Este horizonte marcado por la aparición de movimientos sociales movidos por el afecto "Vivos los queremos!", "¿Dónde están?", "Su dolor es nuestro dolor"; "Su rabia es nuestra rabia". Emiliano Navarrete, padre de José Ángel (normalista desaparecido) indicaba a  no bajar la "ira" a quienes nos sentimos movidos tomados o tocados por lo ocurrido. De estas cuestiones los partidos políticos de izquierda, en sus diversas formas, de eso no se ocupan. Pese a los esfuerzos de Freud y de Jacques Lacan recién son pocos, somos pocos, los analistas que comenzamos a darle lugar a un hecho elemental: los afectos, los sentimientos son hechos políticos que movilizan al cuerpo, son hechos que sólo emergen cuando el afecto y el sentimiento se produce en tal o cual ciudadano junto con algunos otros ciudadanos. Los afectos no son individuales, ni  singulares -solo de na sola persona o un sujeto. 

Ayotzinapa con sus afectos rompió la tradición nefasta del "nacionalismo revolucionario" ("Respetar la autodeterminación de los pueblos", (Jajaja ¿Qué es eso hoy en el capitalismo mundializado en que nos toca vivir?). Los afectos perforaron las fronteras y en muchos lugares del mundo el sentimiento movió y movilizó cuerpos de ciudadanos; movilizaciones que hoy colaboran en arrinconar al régimen político del Lic.Peña Nieto y su grupo, a los partidos políticos, desde la A hasta la Z pasando por la M, e incluyendo a las FFAA y Policiales. elementos que propiciaron y colaboraron en diversas meidas y formas a provocar la tyragedia de Ayotzinapa y Tlatlaya.

Presentó un reportaje:“Puede ser que la izquierda desaparezca” reportaje a Michael Löwy efectuado por Eduardo Febbro. En la crisis de la representación no hay practicas sociales que estén fuera de la crisis de la representación. El arte, la política, el cine, el psicoanálisis no dejan de estar afectados y aquejados por la crisis de la "representación".

Con un liberalismo voraz y sin enemigo capaz de neutralizarlo, con los medios hegemónicos que destilan el mismo argumento en casi todos los rincones del planeta, ¿cuál es el lugar y qué utilidad tiene hoy el marxismo?

–El marxismo es el único método, el único instrumento de teoría crítica capaz de inspirar una resistencia crítica contra esta ola de políticas neoliberales desastrosas. Estas políticas se imponen en Europa, sea con la derecha o con los gobiernos de centroizquierda. Es más o menos lo mismo. Pero el marxismo no ofrece los instrumentos para proponer alternativas. Ahora bien, hay una condición: que el marxismo no se limite a repetir lo que está escrito en los libros de Marx o de Engels. Debemos ser capaces de abrirnos a los nuevos planteos que no estaban previstos por los fundadores. Estos temas van desde la Teología de la Liberación, los movimientos indígenas en América latina hasta, sobre todo, la cuestión ecológica. Esto es fundamental para un socialismo o un marxismo del siglo XXI. El marxismo debe ser actualizado en función de los desafíos, las luchas y los movimientos sociales de nuestra época.

–¿Por dónde pasa el punto de articulación entre esta reactualización y la creación de un movimiento político contemporáneo genuinamente de izquierda?

–Lo que corresponde en primer lugar a las fuerzas políticas de la izquierda radical es la urgencia de unirse y, luego, apropiarse de la reflexión marxista y actualizarla. Algunos movimientos lo están haciendo, por ejemplo Syriza, en Grecia, que es hoy el movimiento de la izquierda radical más importante de Europa. Syriza es un movimiento que logró crear la convergencia con los movimientos de protesta social y con la juventud. Syriza también pudo apropiarse de las nuevas cuestiones. Es entonces posible y ahí tenemos un ejemplo.

El actual primer ministro francés, Manuel Valls, dijo hace unos meses que la izquierda podía desaparecer. Si uno mira el panorama de la izquierda en varios países centrales de Europa, da la impresión de que ya desapareció.

–Efectivamente, hay un riesgo de que la izquierda desaparezca. En este sentido, Manuel Valls tiene razón, exceptuando el hecho de que él es uno de los responsables de la desaparición de la izquierda. Lo que contribuye a desmoralizar a la izquierda es la política de Valls y del presidente François Hollande. Esa política empuja la gente a la desesperanza, a perder el rumbo. Por eso hay tanta gente que mira hacia la extrema derecha. Pero hay que reconocer que, en Europa, la situación no es nada buena. La extrema derecha tiene el viento en popa y la izquierda radical está muy debilitada, con la notable excepción que es la esperanza de Grecia y España, donde hay un movimiento nuevo como Podemos. Es apenas un comienzo, pero esto nos demuestra que hay una alternativa a la izquierda.

–Pero ¿por qué la izquierda se volvió prácticamente inaudible? ¿Se repitió, le faltó convicción o simplemente acomodó su ideología para diluirse en el liberalismo?

–La socialdemocracia, que era una parte importante de la izquierda y del movimiento obrero, decepcionó porque se adaptó al neoliberalismo y llevó a cabo la misma política que la derecha liberal. Hay a la vez un desencanto y una desorientación. Al mismo tiempo, el Partido Comunista paga ahora el precio de su adhesión, durante casi un siglo, a esa caricatura de socialismo que fue la Unión Soviética. Cuando la URSS se derrumbó como una farsa trágica, los obreros y la gente que respaldada esa corriente de la izquierda se desmoralizaron. Pero, por sobre todas las cosas, lo que más influye es el peso de la ideología dominante. Los medios, la televisión, en suma, todo eso mantiene una cultura del consumo, un espíritu conformista y una sociedad individualista. Esa es la ideología dominante y no es fácil luchar contra ella. En cambio, en América latina sí se pudo combatir esa ideología, en Europa es otra historia. En América latina hay una extensa historia de rebeliones, de movimientos y de revoluciones que lograron hacer saltar la tapa del conformismo burgués reaccionario. América latina se mueve, el neoliberalismo no domina más como antes.

–Esto significa que, en América latina, la izquierda tiene eco.

–Las experiencias de Venezuela, Bolivia y Ecuador muestran que se puede ir mucho más lejos en la ruptura con las políticas neoliberales y la dominación oligárquica. No se trata de una revolución socialista como en Cuba, ni tampoco del fin del capitalismo. Sin embargo, incluso dentro de los límites del sistema, pudieron ir más lejos. Hay una dinámica de ruptura y de enfrentamiento con la oligarquía. Como vemos, no es imposible.

–Cuando explotó la crisis financiera en 2008, muchos celebraron el fin del sistema capitalista liberal. Pero sigue acá, tan vivo y corrupto como siempre. ¿En qué fase se encuentra entonces? ¿Al final de una etapa histórica, en plena renovación, al límite de su contradicción histórica?

–El sistema del capitalismo neoliberal ingresó en una crisis muy profunda en los países centrales –Estados Unidos, Europa, etc–. Esta crisis está lejos de haber terminado. Hay rebotes, subibajas, mejoras que llevan a los gobiernos a proclamar “salimos de la crisis” y, de nuevo, retrocesos. Por consiguiente, la crisis se prolonga y las políticas gubernamentales actuales son incapaces de resolverla. Pienso que no se trata de la crisis final del capitalismo, de una forma u otra saldrá de ella y, muy probablemente, de una manera negativa para las clases populares. Si no hay una reacción, un movimiento social, un movimiento popular revolucionario que se oponga y pueda detener la ofensiva del capital, el liberalismo encontrará una solución para salir de su crisis. Todo puede pasar. Con todo, el sistema continuará mientras no haya una alternativa radical. Ahora bien, el capitalismo ya atravesó muchas crisis, pero hoy se enfrenta a un nuevo límite, el límite del planeta, el límite ecológico. Si seguimos así, dentro de diez años no habrá una crisis económica, sino una crisis ecológica catastrófica.


efebbro@pagina12.com.ar


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