La descomposición de la máquina paternal -llamada metáfora paterna- produce crisis en la sociedad donde vivimos, una de esos fenómenos son los partidos políticos de izquierda en México (Morena y otros...) y en Argentina (FpV, el kirchnerismo) no pueden ya mantenerse a nombre de "representar" o de "interpretar" los intereses que esas corporaciones le adjudican al "pueblo" (¿Qué es eso?) En ambos casos luchar por medidas justas u otorgar beneficios por los que los ciudadanos no se han movilizado deja ver que la "representación" iluminada - tengo la luz para saber cuáles son los intereses de los otros, que están ciegos o alienados- esas políticas iluminadas ya no dan color ni iluminan, no representan nada, salvo los intereses de esas corporaciones de izquierda, que tienden por la vía representativa y electoral a conservar los mismos.
Tanto en México como en Argentina, la izquierda (Qué será eso? no puede dar un poco de lugar, ya no digamos un lugar, sino un poco de lugar a los sentimientos y afectos ¿Sentimientos?¿Afectos? Son elementos no se representan, se presentan en el cuerpo, basta ver el reportaje donde Carmen Aristeguí fue superada por las formulaciones de Emiliano Navarrete, padre de José Ángel Navarrete,
normalista de 18 años desaparecido por policías en Iguala, Omar García,
normalista e integrante del Comité Estudiantil de Ayotzinapa, Nicolás Andrés
Juan, padre de Édgar Andrés, normalista herido en un ataque de policías
municipales de Iguala (ver :http://youtu.be/Q-xcciDmWSM ) Los afectos no se negocian, no son un objeto que de la representación pueda tomar pues los afectos se sienten o no se sienten en el cuerpo, no se los puede representar.
Si un actor llora representando a tal o cual personaje, eso no es el llanto que camina las calles de México en las manifestaciones. Llorar es hacer lagrimas, no es lo mismo que representar que "se llora". Así de simple...es su complejidad.
Este horizonte marcado por la aparición de movimientos sociales movidos por el afecto "Vivos los queremos!", "¿Dónde están?", "Su dolor es nuestro dolor"; "Su rabia es nuestra rabia". Emiliano Navarrete, padre de José Ángel (normalista desaparecido) indicaba a no bajar la "ira" a quienes nos sentimos movidos tomados o tocados por lo ocurrido. De estas cuestiones los partidos políticos de izquierda, en sus diversas formas, de eso no se ocupan. Pese a los esfuerzos de Freud y de Jacques Lacan recién son pocos, somos pocos, los analistas que comenzamos a darle lugar a un hecho elemental: los afectos, los sentimientos son hechos políticos que movilizan al cuerpo, son hechos que sólo emergen cuando el afecto y el sentimiento se produce en tal o cual ciudadano junto con algunos otros ciudadanos. Los afectos no son individuales, ni singulares -solo de na sola persona o un sujeto.
Ayotzinapa con sus afectos rompió la tradición nefasta del "nacionalismo revolucionario" ("Respetar la autodeterminación de los pueblos", (Jajaja ¿Qué es eso hoy en el capitalismo mundializado en que nos toca vivir?). Los afectos perforaron las fronteras y en muchos lugares del mundo el sentimiento movió y movilizó cuerpos de ciudadanos; movilizaciones que hoy colaboran en arrinconar al régimen político del Lic.Peña Nieto y su grupo, a los partidos políticos, desde la A hasta la Z pasando por la M, e incluyendo a las FFAA y Policiales. elementos que propiciaron y colaboraron en diversas meidas y formas a provocar la tyragedia de Ayotzinapa y Tlatlaya.
Presentó un reportaje:“Puede ser que la izquierda desaparezca” reportaje a Michael
Löwy efectuado por Eduardo Febbro. En la crisis de la representación no hay practicas sociales que estén fuera de la crisis de la representación. El arte, la política, el cine, el psicoanálisis no dejan de estar afectados y aquejados por la crisis de la "representación".
–Con un liberalismo
voraz y sin enemigo capaz de neutralizarlo, con los medios hegemónicos que
destilan el mismo argumento en casi todos los rincones del planeta, ¿cuál es el
lugar y qué utilidad tiene hoy el marxismo?
–El marxismo es el único método, el único instrumento de
teoría crítica capaz de inspirar una resistencia crítica contra esta ola de
políticas neoliberales desastrosas. Estas políticas se imponen en Europa, sea
con la derecha o con los gobiernos de centroizquierda. Es más o menos lo mismo.
Pero el marxismo no ofrece los instrumentos para proponer alternativas. Ahora
bien, hay una condición: que el marxismo no se limite a repetir lo que está
escrito en los libros de Marx o de Engels. Debemos ser capaces de abrirnos a
los nuevos planteos que no estaban previstos por los fundadores. Estos temas
van desde la Teología de la Liberación, los movimientos indígenas en América
latina hasta, sobre todo, la cuestión ecológica. Esto es fundamental para un socialismo
o un marxismo del siglo XXI. El marxismo debe ser actualizado en función de los
desafíos, las luchas y los movimientos sociales de nuestra época.
–¿Por dónde pasa el
punto de articulación entre esta reactualización y la creación de un movimiento
político contemporáneo genuinamente de izquierda?
–Lo que corresponde en primer lugar a las fuerzas políticas
de la izquierda radical es la urgencia de unirse y, luego, apropiarse de la
reflexión marxista y actualizarla. Algunos movimientos lo están haciendo, por
ejemplo Syriza, en Grecia, que es hoy el movimiento de la izquierda radical más
importante de Europa. Syriza es un movimiento que logró crear la convergencia
con los movimientos de protesta social y con la juventud. Syriza también pudo
apropiarse de las nuevas cuestiones. Es entonces posible y ahí tenemos un
ejemplo.
–El actual primer
ministro francés, Manuel Valls, dijo hace unos meses que la izquierda podía
desaparecer. Si uno mira el panorama de la izquierda en varios países centrales
de Europa, da la impresión de que ya desapareció.
–Efectivamente, hay un riesgo de que la izquierda
desaparezca. En este sentido, Manuel Valls tiene razón, exceptuando el hecho de
que él es uno de los responsables de la desaparición de la izquierda. Lo que
contribuye a desmoralizar a la izquierda es la política de Valls y del
presidente François Hollande. Esa política empuja la gente a la desesperanza, a
perder el rumbo. Por eso hay tanta gente que mira hacia la extrema derecha.
Pero hay que reconocer que, en Europa, la situación no es nada buena. La
extrema derecha tiene el viento en popa y la izquierda radical está muy
debilitada, con la notable excepción que es la esperanza de Grecia y España,
donde hay un movimiento nuevo como Podemos. Es apenas un comienzo, pero esto
nos demuestra que hay una alternativa a la izquierda.
–Pero ¿por qué la
izquierda se volvió prácticamente inaudible? ¿Se repitió, le faltó convicción o
simplemente acomodó su ideología para diluirse en el liberalismo?
–La socialdemocracia, que era una parte importante de la
izquierda y del movimiento obrero, decepcionó porque se adaptó al
neoliberalismo y llevó a cabo la misma política que la derecha liberal. Hay a
la vez un desencanto y una desorientación. Al mismo tiempo, el Partido
Comunista paga ahora el precio de su adhesión, durante casi un siglo, a esa
caricatura de socialismo que fue la Unión Soviética. Cuando la URSS se derrumbó
como una farsa trágica, los obreros y la gente que respaldada esa corriente de
la izquierda se desmoralizaron. Pero, por sobre todas las cosas, lo que más
influye es el peso de la ideología dominante. Los medios, la televisión, en
suma, todo eso mantiene una cultura del consumo, un espíritu conformista y una
sociedad individualista. Esa es la ideología dominante y no es fácil luchar
contra ella. En cambio, en América latina sí se pudo combatir esa ideología, en
Europa es otra historia. En América latina hay una extensa historia de
rebeliones, de movimientos y de revoluciones que lograron hacer saltar la tapa
del conformismo burgués reaccionario. América latina se mueve, el
neoliberalismo no domina más como antes.
–Esto significa que,
en América latina, la izquierda tiene eco.
–Las experiencias de Venezuela, Bolivia y Ecuador muestran
que se puede ir mucho más lejos en la ruptura con las políticas neoliberales y
la dominación oligárquica. No se trata de una revolución socialista como en
Cuba, ni tampoco del fin del capitalismo. Sin embargo, incluso dentro de los
límites del sistema, pudieron ir más lejos. Hay una dinámica de ruptura y de
enfrentamiento con la oligarquía. Como vemos, no es imposible.
–Cuando explotó la
crisis financiera en 2008, muchos celebraron el fin del sistema capitalista
liberal. Pero sigue acá, tan vivo y corrupto como siempre. ¿En qué fase se
encuentra entonces? ¿Al final de una etapa histórica, en plena renovación, al
límite de su contradicción histórica?
–El sistema del capitalismo neoliberal ingresó en una crisis
muy profunda en los países centrales –Estados Unidos, Europa, etc–. Esta crisis
está lejos de haber terminado. Hay rebotes, subibajas, mejoras que llevan a los
gobiernos a proclamar “salimos de la crisis” y, de nuevo, retrocesos. Por
consiguiente, la crisis se prolonga y las políticas gubernamentales actuales
son incapaces de resolverla. Pienso que no se trata de la crisis final del
capitalismo, de una forma u otra saldrá de ella y, muy probablemente, de una
manera negativa para las clases populares. Si no hay una reacción, un
movimiento social, un movimiento popular revolucionario que se oponga y pueda
detener la ofensiva del capital, el liberalismo encontrará una solución para
salir de su crisis. Todo puede pasar. Con todo, el sistema continuará mientras
no haya una alternativa radical. Ahora bien, el capitalismo ya atravesó muchas
crisis, pero hoy se enfrenta a un nuevo límite, el límite del planeta, el
límite ecológico. Si seguimos así, dentro de diez años no habrá una crisis
económica, sino una crisis ecológica catastrófica.
efebbro@pagina12.com.ar
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