Como los casos de Ayotzinapa y Tlatlaya pusieron en evidencia el caos de violencia y de violaciones de derechos humanos que causó Enruq Peña Nieto, el ex candidato presidencial priista intentó hacer control de daños -por lo menos en los medios- solicitando a la Corte Interamericana de Derechos Humanos que le concediera una audiencia para presentar su plan de derechos humanos y así aparentar que todo en México está bien.
Pero no logró convencer a nadie.
Los tres representantes del gobierno priista, incluyendo la funcionaria de Segob Lia Limón, fueron abucheados, tildados de criminales y asesinos, y severamente cuestionados por la CIDH.
De acuerdo con Reforma, diversos representantes de organizaciones de Derechos Humanos, incluyendo el propio Secretario General de la CIDH, Emilio Álvarez Icaza, cuestionaron al gobierno de Peña Nieto no sólo por Tlatlaya y Ayotzinapa, sino por milies de casos similares.
"Los recientes casos de desapariciones son incidentes extremadamente graves, pero no son aislados. Estamos hablando de miles de casos que se repiten. ¿Hay planes a corto plazo para la implementación de un protocolo especializado?" le reclamó el funcionario de la CIDH James Cavallaro a los priistas.
Álvarez Icaza, por su parte declaró que "lo lamentable es que son patrones que venían sucediendo antes. Lo dramático es la dimensión, pero no hay sorpresa (en que estos hechos sucedan)."
Y Jaqueline Saenz, de la asociación Fundar, declaró que "a pesar de los esfuerzos del Gobierno mexicano por mostrar el momento mexicano de crecimiento económico y prosperidad, esto no ha sido posible" y que "la crisis humanitaria de personas desaparecidas ha sido ignorada, maquillada, escondida, reducida a estadísticas manejadas por el mismo Gobierno, pero aún con la cifra negra resulta alarmante."
Mientras tanto, en México las protestas por Ayotzinapa continuán cada vez con más fuerza. Ayer, maestros de Oaxaca bloquearon los accesos al aeropuerto internacional de Oaxaca, mientras en la entrega del Premio Iberoamericano de Cine en la Ciudad de México, actores y cineastas protestaron por la desaparición de los normalistas.
Peña Nieto perdió la credibilidad en México y en el mundo. El país se le salió de las manos.
Esto sólo significa una cosa: Que Peña Nieto ya no está capacitado para estar en el poder, y debe renunciar.
Si Peña Nieto no renuncia, el daño a los mexicanos será aún más grande, y el país ya no lo aguantará.
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