Resulta extraño que el ex candidato presidencial priista, Enrique Peña Nieto, tenga que estarle rogando a inversionistas para que inviertan en las reformas privatizadoras que impuso en México.
El lunes, por ejemplo, de acuerdo con Reforma, Peña Nieto dijo en un evento en el Economic Club of New York que México "es un destino confiable, seguro para las inversiones" y desde luego promovió sus reformas privatizadoras.
La pregunta es ¿por qué tendría Peña Nieto que estar rogándole a los inversionistas que vayan a invertir a México? ¿No se suponía que los grandes capitales extranjeros irían como moscas sobre la miel a México una vez que se privatizara Pemex?
Pero resulta que, también de acuerdo con Reforma, ese mismo día Luis Téllez, presidente de la Bolsa Mexicana de Valores, dijo que sólo han mostrado interés en el sector energético de México, pero con escepticismo, 12 fondos de inversión.
Que porque no saben cómo invertir en el sector económico en México.
No me la creo. El hecho de que Peña Nieto tenga que estar diciendo que México es un destino "seguro" para la inversión lo que significa en realidad es que los inversionistas no quieren venir por temor a la inseguridad y a la corrupción del PRI.
De ahí el que Peña Nieto insista tanto y esté ruegue y ruegue para que los inversionistas vayan a México.
Porque al final los únicos que estarían interesados en invertir en el sector energético son las mismas trasnacionales de siempre que encarecen los precios de los energéticos.
¿Qué quiere decir eso? Que si la izquierda de verdad quiere frenar la privatización de Pemex tendrá que hacer una fuerte campaña entre posibles inversionistas extranjeros para mostrarles la realidad de México: narco en el gobierno -como en el caso de Michoacán y Tamaulipas-, corrupción priista, e inseguridad.
Eso, más que cualquier otra cosa, es lo que por lo pronto inhibiría que Peña pueda entregar al país a privados.
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