DECRETO DE EXCOMUNION DEL CURA MIGUEL HIDALGO
(Léase en voz alta durante las celebraciones de las fiestas patrias)
¡Pueblo de la Nueva España! He aquí el decreto del señor obispo de
Michoacán, don Manuel Abad y Queipo, por medio del cual se excomulga al rebelde
llamado Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mondarte
Villaseñor .
Por autoridad del Dios Omnipotente, El Padre, El Hijo y El Espíritu
Santo y de los santos cánones, y de las virtudes celestiales, ángeles,
arcángeles, tronos, dominaciones, papas, querubines y serafines: de todos los
santos inocentes, quienes a la vista del santo cordero se encuentran dignos de
cantar la nueva canción, y de los santos mártires y santos confesores, y de las
santas vírgenes, y de los santos, juntamente con todos los santos y electos de
Dios: Sea condenado este Miguel Hidalgo y Costilla, ex cura del pueblo de
Dolores.
Y que el resto de sus discípulos y los cuatro evangelistas, quienes por
su predicación convirtieron al mundo universal, y la santa y admirable compañía
de mártires y confesores, quienes por su santa obra se encuentran aceptables al
Dios omnipotente, lo maldigan. Que el Cristo de la santa Virgen lo condene. Que
todos los santos, desde el principio del mundo y todas las edades, que se
encuentran ser amados de Dios, lo condenen. Y que el cielo y la tierra y todo
lo que hay en ellos, lo condenen.
Sea condenado Miguel Hidalgo y Costilla, en dondequiera que esté, en la
casa o en el campo, en el camino o en las veredas, en los bosques o en el agua,
y aún en la iglesia. Que sea maldito en la vida o en la muerte, en el comer o
en el beber; en el ayuno o en la sed, en el dormir, en la vigilia y andando,
estando de pie o sentado; estando acostado o andando, mintiendo o cantando, y
en toda sangría. Que sea maldito en su pelo, que sea maldito en su cerebro, que
sea maldito en la corona de su cabeza y en sus sienes; en su frente y en sus
oídos, en sus cejas y en sus mejillas, en sus quijadas y en sus narices, en sus
dientes anteriores y en sus molares, en sus labios y en su garganta, en sus
hombros y en sus muñecas, en sus brazos, en sus manos y en sus dedos.
Que sea condenado en su boca, en su pecho y en su corazón y en todas las
vísceras de su cuerpo. Que sea condenado en sus venas y en sus muslos, en sus
caderas, en sus rodillas, en sus piernas, pies y en las uñas de sus pies. Que
sea maldito en todas las junturas y articulaciones de su cuerpo, desde arriba
de su cabeza hasta la planta de su pie; que no haya nada bueno en él. Que el
hijo del Dios viviente, con toda la gloria de su majestad, lo maldiga. Y que el
cielo, con todos los poderes que en él se mueven, se levante contra él. Que lo
maldigan y condenen. ¡Amén! Así sea. ¡Amén!
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