Otra vez el cacareo del gobierno federal priista por la muerte de un capo. Esta vez, la muerte de Nazario Moreno, El Chayo, líder de los Caballeros Templarios a quien el gobierno de Felipe Calderón había dado por muerto en 2010.
Pero la muerte de Nazario Moreno al final no ha detenido la violencia que sigue fuera de control en el país.
Para empezar, los propios autodefensas de Michoacán se pusieron en alerta porque temen una reacción violenta por parte de los Templarios debido a la muerte de El Chayo.
En segundo lugar, durante el domingo 9 de marzo, mientras se confirmaba si el cadáver era de El Chayo, se desató una ola de ejecuciones en el Estado de México, incluyendo dos ataques a bares, con un saldo total de 8 muertos y varios heridos. Por lo menos en un caso hubo una narcomanta con un mensaje de La Familia Michoacana.
¿De qué sirve entonces estar arrestando o matando capos si la violencia no se detiene y, por el contrario, se multiplica?
¿Por qué está el PRI repitiendo la misma estrategia fallida de Felipe Calderón de quitar capos cuando queó completamente demostrado que no funciona y, por el contrario, es contraproducente ya que el resultado es exactamente lo opuesto?
Pues porque Enrique Peña Nieto y el PRI ya se dioron cuenta de que, al igual que con Calderón, además de que no tienen legitimidad, tienen al púeblo de México en contra por rateros, corruptos, asesinos, y hasta narcos.
¿La respuesta? Desviar la atención de los graves problemas del país con nota roja sobre capos detenidos y asesinados.
De ese tamaño es el fracaso de Peña Nieto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario