El amigo de Octavio Paz que fue mi maestro de literatura

Por Victor Hernández

Humberto Blanco, uno de los colaboradores más cercanos de Octavio Paz, fue mi maestro de literatura mexicana cuando estudiaba en la Universidad Estatal de San Diego.

Humberto fue también gran amigo y colaborador de Juan Rulfo. Sus anécdotas sobre ambos no se me olvidan.

Tomé esa clase como electiva puesto que tenía que llenar el requisito de unidades para graduarme.

Respecto a Octavio Paz, recuerdo dos anécdotas que Humberto nos contó en esa clase:

1. Una escritora recordando a Paz diciendo "Ah sí... Octavio Paz... Ese joven tan talentoso, tan inteligente, tan arrogante..."

2. La reacción de Humberto cuando una escritora que era cercana a Elena Garro fue a la clase y dijo que si bien era cierto que Garro balconeó a varios intelectuales con el gobierno priista, también lo hicieron Elena Poniatowska y Carlos Fuentes.

A eso le siguió un comentario de que las broncas que tuvo Garro con Paz eran culpa de Paz. Humberto no quiso hacerla de tos. Simplemente bajó la cabeza, puso expresión de no estar de acuerdo y medio dijo "Mmm... No creo..."

¿Qué pienso yo de Octavio Paz? Que sólo tiene dos cosas que se le pueden festejar:

1. Describir a la cultura mexicana como una pirámide prehispánica, a la cual se le van poniendo etapas de construcción encima, quedando la forma básica visible, pero con cambios alrededor. Esa es, en efecto, una muy buena manera de describir a México y a la evolución de su cultura.

2. El prólogo que le hizo al libro Nueva Picardía Mexicana de Armando Jiménez. Nunca antes se había usado un lenguaje tan mamón para describir a las mentadas de madre.

Y ya. Todo lo demás es la típica historia de los intelectuales mexicanos que al final eran parte del régimen priista aunque en público dijeran que no.

De no ser así, Paz nunca hubiera sido embajador.

Así que de todos los homenajes y mamada y media que le van a hacer a Paz el día de hoy, lo más apropiado que les puedo decir esto:

¡¡¡PRRRRRRRRRRRRRTTTT!!!

Le saco la vuelta al tema.

Y ya fin. Mucho tilín-tilín y nada de paletas.