No sé si fue el cometa. Tal vez lo fue. Paso rete cerquita, dicen. Quesque nos salvó la virgen de Guadalumpen
dicen unos. No, fueron los gringos,
insisten otros. Al contrario, fue un
resultado completamente aleatorio, claman los esotéricos. Es más, en otro
universo alterno ya nos cargó la chingada.
El pedo fue el polvito. Cubrió la tierra. Venía en la cola del cometa. Casi no se veía a simple vista. Pero ahí estaba, explicaban los
científicos. En efecto, los atardeceres
se volvieron espectaculares. Era por el
polvito.
Lo analizaron en muchas partes. Incluso en el Conacyt más chilero lo tenían
ya bajo el microscopio. Si, tenía origen
orgánico. Parecían Bucky Balls, las
esferas que se inventó Buckminster Fuller.
Pero traían una melcocha adentro.
Orgánica también. La Bucky Ball,
decían, era su protección. O su método
de transportarse. Cada polvito era una
nave y traía un ocupante. Bueno, eso fue
lo que le dijeron a Putin, a Obama, y a los otros gallones. A nuestro pendejo nadie le dijo algo. ¿Para qué?
Usaron microscopios electrónicos, de los
que te dejan ver hasta un virus. Pero la
Bucky Ball no permitía que se escudriñara dentro. Protegía al ocupante. Solo se veía una sombra negra, algo como un
moco ahí dentro. Algo vivo.
Los científicos debatían. Algunos pensaban que se trataba de una
invasión. Pero, ¿qué fuerza invasora se
sujetaría a ser arrastrada en la cola de un cometa cuya trayectoria era tan
aleatoria? Suena completamente ilógico.
Ah no, explicaron otros científicos, la
trayectoria no fue aleatoria. Hubo
definitivos ajustes. Y mostraron los
cambios de ruta del cometa. También
mostraron que el largo de la cola se incrementó en días previos a pasar por
sobre la tierra. Como quien dice, se
alistaba para invadir.
Se hicieron más estudios. Si, el cometa ese había pasado antes pero no
tan cerca, unos 400 años antes de Cristo.
Su trayectoria indicaba que si dejo polvo solo afecto la zona del
egeo. Pero ahora sus efectos eran a
nivel mundial. Todo el planeta estaba
infectado.
Claro, los gobiernos no querían que se
diseminara eso. Pero fue inútil. Digo, hay internet. Pronto en todo el mundo se supo: hemos sido
invadidos y ya respiramos el polvo y este trae al enemigo. Era algo así como un virus, explicaron los
científicos. Pero todavía no se ven sus
efectos.
Pero ningún virus piensa insistieron
otros. Es más, ni se pueden reproducir. Necesitan introducirse a una célula y usar el
DNA de esta para hacerlo. Son
extremadamente rudimentarios.
Estos debates causaron de inmediato que los
sitios del tema en internet se saturaran.
Si, la gente quería saber. Aun en
lugares donde no había internet la gente empezó a bajar de los cerros, haciendo
preguntas. Y muchos aplaudían. Aparentemente el virus no era maligno. Qué bueno que se informe la gente y quiera
conocer aplaudian los intelectuales.
Los primeros reportes negativos llegaron
desde México. Si, la gente comenzó a
preguntar. No solo sobre el virus. Eran toda clase de preguntas: ¿Por qué nos
gobierna el PRI? ¿Adónde van mis
impuestos? ¿Cuáles son mis
derechos? ¿Por qué debo de respetar
esto? ¿Quién dice que esto está
bien? ¿Por qué le debo de creer? ¿Por qué le debo obedecer?
Pronto corrió la sangre. Regímenes cayeron a diestra y siniestra. Las mismas fuerzas que iban a reprimir al
pueblo se empezaron a hacer preguntas.
Es más, muchos fueron los tiranos que se empezaron a cuestionar a sí
mismos y no pudieron seguir explotando a su pueblo. Muchos se suicidaron. Los que fueron depuestos no fueron
muertos. Es que el pueblo se la pasaba
debatiendo que era el castigo más justo para ellos y no se ponían de acuerdo en
condenarlos.
El virus de la curiosidad había llegado,
si, a la tierra e infectado la mente de los hombres. De ahí en adelante todo cambio. Probablemente habíamos dejado de ser humanos
y el moco ese dentro de las Bucky Balls había integrado su DNA al nuestro. ¿Fue esto para bien? Quién sabe.
El caso es que nadie se puso de acuerdo en
nada, ni cuando es justo trabajar, o por cuanto tiempo, o cuando recoger la
cosecha, o cuando plantar la semilla.
Nos la pasamos cotorreando sabroso mientras nos moríamos de hambre. ¡La vida era para hacerle al rollo de la dialéctica! Conocíamos ya todos de silogismos, de lógica,
de construcciones, de pruebas inductivas, axiomas, etc., etc. No importa morir de hambre…¡lo bailado y lo “examinado”
no nos lo quitan!
El ultimo de nosotros todavía le discutió a
la parca si en verdad había vivido o no.
La parca no perdió el tiempo. Le
grito: “¡Cállese cabron!” y le aplico la guadaña y se acabó el desmadre. Luego la parca se sentó en una piedrota. Prendió un pitillo y contemplo a la humanidad
que había ajusticiado. Murmuro
quedamente “puta madre” pues se dio cuenta que también había comenzado a
hacerse preguntas.
FIN
Mario Quijano Pavon
INGAPE
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