Dijo ayer Andrés Manuel López Obrador en un mitin en Torreón:
"Vamos a cancelar la reforma laboral, la reforma educativa y desde luego la reforma energética, vamos a abolir estas reformas porque son un lastre para el País."
Estoy de acuerdo en que son un lastre para el país. También en que se deben derogar. Lo que no me queda claro es cómo le va a hacer AMLO para abolirlas.
¿Con amparos y controversias constitucionales? No va a pasar.
¿Con mayoría en la Cámara de Diputados? No sólo MORENA no tiene suficientes votos para ganar una elección federal por sí mismo, sino que además, en el supuesto fantasioso de que lograra ganar la mayoría en el congreso en 2015, el Senado sigue siendo controlado por el PRIAN.
¿Ganando una elección presidencial? Eso hubiera dicho antes, para que la gente sepa de una vez que ya está en campaña para 2018. Nadamás que hay un pequeño detalle: no hay manera de saber quién será el candidato de izquierda a 2018.
Lo digo porque para ser candidato tendría que darse una encuesta para determinar quién de los aspirantes más fuertes, en este momento AMLO y Marcelo Ebrard, sería el candidato de izquierda. Y no hay ninguna garantía de que AMLO pueda ser el candidato. Menos con el infarto que le dio ya que esa es una condición crónica que le puede volver a ocurrir si no le baja al ritmo de trabajo.
Al margen, la verdad me parece de muy mal gusto que Andrés le esté dando atole con el dedo a la gente diciéndoles que van a abolir las reformas si no tiene ni la gente no los votos para hacerlo.
Así que en vez de estarle echando guajiras a la gente ("mantener encendida la esperanza", le llama el Peje), mejor que les diga la verdad: no tienen suficiente gente y sólo con una alianza amplia de izquierda se podrá derrotar al PRI en 2018, porque en 2015 MORENA por ley tiene que ir solo y no podrá ganar nada ante la división de la izquierda. Tal y como pasó en 2009.
Y entonces sí: con una izquierda unida, y con una buena estrategia de campaña (léase MICROTARGETING, como hizo Obama) el PRI perdería las elecciones en 2018 y a volar las reformas de Peña Nieto. De otro modo, nadamás es atole con el dedo.
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