16 congresos estatales avalaron la reforma energética con mayoriteos del PRI y del PAN. La mayor parte ellos al vapor y sin siquiera pasar por comisiones.
Los diputados locales del PRI y del PAN que traicionaron a la patria son los de los estados de Yucatán, Tamaulipas, Chiapas, Querétaro, Estado de México, Veracruz, Hidalgo, Durango, Baja California Sur, Jalisco, Campeche, Coahuila, Quintana Roo, Sonora y Nayarit.
Hubo honrosas excepciones: en Tamaulipas una sola diputada panista, Belem Rosales, votó en contra de la reforma energética porque dijo prefería eso a tener que encarar a los legislados.
En Tlaxacala diputados del PVEM se unieron al PRD para votar en contra de la reforma.
Y ya. No hubo más casos de diputados locales de derecha que defendieran el patrimonio de la nación.
La reforma ahora se perfila para ser rechazada en Tabasco y está atorada en Morelos, pero ya es irrelevante. Al lograr los estados necesiarios, el PRIAN simplemente la enviará a la comisión permanente del Congreso de la Unión, donde en fast-track y al vapor la enviarán a Los Pinos para que la promulguen esta misma semana.
Sólo quedan entonces dos maneras de revirtir el atraco a la nación que es la reforma energética: votar en contra en la consulta popular de 2015, o votar por la izquierda para que haga una segunda nacionalización de la industria energética en 2018.
Si la izquierda quiere llegar a la presidencia, esa deberá ser su única tarea; promover el fin de la privatización del petróleo como plataforma electoral.
El problema es que mientras las tribus de la izquierda no dejen de pelearse, no llegarán a ningún lado, y la patria se perderá.
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