Incluyeron los datos de cajón: que está cayendo la producción de Pemex, que la corrupción en el sindicato, blablablá.
Pero lo que llama la atención del artículo es un breve párrafo que señala que el precio de la gasolina con la reforma energética subirá, no bajará.
Cito:
"Dos décadas despúes de que México vendió los bancos y el monopolio telefónico (Telmex), los mexicanos pagan más por crédito y servicios telefónicos que otros latinoamericanos, y sospechan que también pagarán más por la gasolina con la nueva ley (reforma energética)."
Y no están equivocados. La política energética de Peña Nieto contempla eliminar los subsidios, seguir con los gasolinazos, y al final dejar el precio de la gasolina a capricho del mercado, lo cual la aumentaría a niveles de Estados Unidos, donde ya de por sí la gente que gana 13 veces lo que se gana en México se queja por lo elevado de los precios.
Aparte de la caída en los ingresos públicos por la entrega del petróleo a privado, al mexicano de a pie esp es lo que le espera a México: precios más altos de la gasolina, del transporte y de productos varios que subirán por esa misma razón.
Se puede detener ese atraco, desde luego. Hay dos meneras: con la consulta vinculatoria contra la reforma energética en 2015 o votando por la izquierda para la presidencia y el congreso en 2018 para que se lleve a cabo una segunda nacionalización de la industria petrolera.
De otra manera, los perjudicados serán los mexicanos que tendrán que pagar más por gasolina y transporte, y por los impuestos que les aumentarán para tapar el boquete fiscal que causará la privatización del petróleo.
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