viernes, 13 de diciembre de 2013

"¿Donde quedó la bolita?" Capanna-Lacan-Petroleo por @sladogna

Aquí ofrezco a la lectura un texto de Pablo Cappanna "Juicios y prejuicios". El autor artícula un juego popular, muy empleado por los vivillos que nunca faltan: "¿Dónde está la bolita?" con los hallazgos de Philipe K.Dick. En esos cruces, a sabiendas o sin saberlo, Capanna toca un juego desplegado por Jacques Lacan "El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma." [el texto conoció diferentes versiones desde 1936-38 hasta las más conocida,1949, editada con modificaciones en sus Escritos 1]. Es interesante, Capanna da un horizonte que permite desplegar el tema un poco más allá de la "erudición lacaniana" -una posición más que sofocante-y también despliega cuestiones ubicadas un poco más acá. El autor artícula la cultura del medioevo, el interrogante entre ficción y realidad y le añade sus articulaciones con la retórica paranoica, de la cual algo había experimentado de Philipe K.Dick. Al lector le conviene ver que una de las coordenadas del texto de J. Lacan fue el tema del tiempo lógico, la paranoia y el fin del análisis. A lo cual sumó en los últimos momentos de su vida la confesión de lo que él consideró ser una de sus defectos "Si fuera más paranoico sería mejor analista". A continuación el texto de Pablo Capanna. 

Juicios y prejuicios, por Pablo Capanna

Comenzar una nota hablando de Philip K. Dick, un personaje que estaría más cómodo en los suplementos literarios, puede parecer improcedente en esta página consagrada a la ciencia. Sin embargo, no son pocos los científicos que leen a Dick y suelen ser benévolos con su ciencia surrealista. Además, el texto de que hablamos trata de psiquiatría, que es una disciplina científica, y de la utilidad del método científico para decidir si estamos locos o no, algo que podríamos llamar epistemología.
Al prolífico Dick la idea se le ocurrió para el cuento “Shell Game” (1954). Diez años más tarde, quizás apremiado por sus dificultades económicas, lo estiró hasta darle el formato de la novela Clanes de la luna Alfana (1964). Pero sólo logró complicar innecesariamente la trama y desenfocar la idea original, de manera que el cuento sigue siendo más interesante que la novela. Su título alude al clásico truco de los tres vasos, que consiste en esconder un garbanzo bajo uno de ellos y desafiar a que adivinen dónde quedó después de maniobrarlos un rato. No es un juego, sino un truco para sacarles dinero a los incautos. Es tan viejo que quizá ya lo hicieran en las calles de Babilonia.
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