En aquel lejano país reinaba la “legalidad”…
Legalmente un dictador se hacía reelegir
continuamente en la presidencia.
Legalmente se le negaba justicia al pueblo.
Legalmente se entregaba al país a los
extranjeros.
Legalmente (“para mantener la paz social”)
se asesinaba al pueblo.
Legalmente los magnates explotaban al
pueblo.
Legalmente tenían todo pendejo al pueblo
con unas farsas de elecciones.
Legalmente se esclavizaba a los indígenas y
se les exiliaba para robarles sus tierras.
Sí, todo era muy pero muy legal. Legalísimo.
Pero no, no había justicia.
Y cuando no hay justicia la “legalidad”
pierde toda autoridad moral.
Al no haber justicia, el mismo barro moreno
de ese país pario hombres y mujeres, miles de ellos, que estaban dispuestos a
darse su propia justicia. Y lo hicieron,
si, de manera fulminante, inmediata, a base de plomazos de 30-30’s y mausers. Y los adalides de la “legalidad” aprendían entonces
lo que era amar a Dios en tierra de indios.
Pero la cruz que ostentaba en su nombre ese
lejano país no era la del nazareno. No, Jesús
sufrió, murió, y resucitó tan solo una vez.
No, la cruz del caso era la marca de Sísifo, el infeliz que estaba
condenado a subir una piedrota por una loma empinada una y otra vez, por toda la
eternidad, según lo atestigua Dante. Y
esto fue porque el buen Dios, que tiene la capacidad de hacerlo todo, también demostró
que podía cagarla.
Así, ese mismo barro de ese lejano país, el
que paria hombres y mujeres valientes y generosos, también paria “huestes
milenarias” de traidores y de cobardes y de poltrones egoístas. Y esos cabrones eran más, siempre más, que
los valientes. De ahí que periódicamente
–cual Sísifo—el país aquel tenía que parir otra vez hombre y mujeres generosos
y valientes –no muchos, Dios la cago, repito, ycada vez el barro moreno ese se iba agotando y paria menos de los valientes—que volvían a extraer justicia de
la abundante “legalidad” sin justicia que volvía a florecer --cual yerba maligna-- y a ahogar a ese
lejano país.
Y así será hasta que finalmente, por un
cataclismo geológico, las aguas cubran a ese lejano país…o bien el barro moreno
de esa tierra ya no produzca hombres y mujeres valientes y solo nazcan
traidores, cobardes, y poltrones egoístas.
En cualquier caso ese lejano país finalmente fenecerá.
No sé si entonces los Sísifos de ese lejano
país finalmente “descansaran” y se resignaran a vivir en la “legalidad”. Soy hombre y por lo tanto ignorante de tales
menesteres. Si me atrevo a especular que
el buen Dios tendría que hacer “justicia” y levantarle el castigo a los Sísifos
de aquel lejano país. Pero ya demostré
que el Santísimo suele cagarla. Y no hay
entre sus ángeles quien se atreva a hacérselo saber. (Ya ven ustedes como los grandes señores
siempre están rodeados de lambiscones.) Probablemente
al buen Dios se le olvide conmutar la pena y el suplicio de los Sísifos de
aquel lejano país continuara, aun cuando ya no exista tal lugar.
FIN
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