lunes, 9 de diciembre de 2013

Cuento: El País de la Legalidad

Cuento: El País de la Legalidad

En aquel lejano país reinaba la “legalidad”…

Legalmente un dictador se hacía reelegir continuamente en la presidencia.

Legalmente se le negaba justicia al pueblo.

Legalmente se entregaba al país a los extranjeros.

Legalmente (“para mantener la paz social”) se asesinaba al pueblo.

Legalmente los magnates explotaban al pueblo.

Legalmente tenían todo pendejo al pueblo con unas farsas de elecciones.

Legalmente se esclavizaba a los indígenas y se les exiliaba para robarles sus tierras.

Sí, todo era muy pero muy legal.  Legalísimo.  Pero no, no había justicia. 

Y cuando no hay justicia la “legalidad” pierde toda autoridad moral.

Al no haber justicia, el mismo barro moreno de ese país pario hombres y mujeres, miles de ellos, que estaban dispuestos a darse su propia justicia.  Y lo hicieron, si, de manera fulminante, inmediata, a base de plomazos de 30-30’s y mausers.  Y los adalides de la “legalidad” aprendían entonces lo que era amar a Dios en tierra de indios.

Pero la cruz que ostentaba en su nombre ese lejano país no era la del nazareno.  No, Jesús sufrió, murió, y resucitó tan solo una vez.  No, la cruz del caso era la marca de Sísifo, el infeliz que estaba condenado a subir una piedrota por una loma empinada una y otra vez, por toda la eternidad, según lo atestigua Dante.  Y esto fue porque el buen Dios, que tiene la capacidad de hacerlo todo, también demostró que podía cagarla. 

Así, ese mismo barro de ese lejano país, el que paria hombres y mujeres valientes y generosos, también paria “huestes milenarias” de traidores y de cobardes y de poltrones egoístas.  Y esos cabrones eran más, siempre más, que los valientes.  De ahí que periódicamente –cual Sísifo—el país aquel tenía que parir otra vez hombre y mujeres generosos y valientes –no muchos, Dios la cago, repito, ycada vez el barro moreno ese se iba agotando y paria menos de los valientes—que volvían a extraer justicia de la abundante “legalidad” sin justicia que volvía a florecer --cual yerba maligna-- y a ahogar a ese lejano país.

Y así será hasta que finalmente, por un cataclismo geológico, las aguas cubran a ese lejano país…o bien el barro moreno de esa tierra ya no produzca hombres y mujeres valientes y solo nazcan traidores, cobardes, y poltrones egoístas.  En cualquier caso ese lejano país finalmente fenecerá.

No sé si entonces los Sísifos de ese lejano país finalmente “descansaran” y se resignaran a vivir en la “legalidad”.  Soy hombre y por lo tanto ignorante de tales menesteres.  Si me atrevo a especular que el buen Dios tendría que hacer “justicia” y levantarle el castigo a los Sísifos de aquel lejano país.  Pero ya demostré que el Santísimo suele cagarla.  Y no hay entre sus ángeles quien se atreva a hacérselo saber.  (Ya ven ustedes como los grandes señores siempre están rodeados de lambiscones.)  Probablemente al buen Dios se le olvide conmutar la pena y el suplicio de los Sísifos de aquel lejano país continuara, aun cuando ya no exista tal lugar.

FIN


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