miércoles, 6 de noviembre de 2013

La miseria de humana de @JorgeRoHe: Desmantela casa para niños sin hogar

Por Victor Hernández

Unos meses antes de que el panista Jorge Romero llegara -de manera cuestionable- a la Jefatura Delegacional de Benito Juárez, la delegación le presumió al periódico Libre en el Sur la casa hogar Puente de Vida, en la cual se le daba alojamiento, alimentos, baño, servicios médicos, recreación y capacitación a niños sin hogar.

Pero hace unos días la administración de Romero, decidió cerrar la casa hogar, desmantelarla, y convertirla en centro para adicciones. Sin decirle a nadie, ni a los vecinos ni a las autoridades del gobierno central.

¿Y los niños?

Nadie lo sabe. La gente de Romero, específicamente Andrés Atayde, quien es director de Servicios Médicos de la delegación a pesar de no ser doctor, se limitó a decir que los niños "ya no dormirán ahí".

Por si fuera poco, la gente de Romero tuvo el cinismo de decirle a los vecinos que, en efecto, no les avisaron a tiempo y que por lo tanto tenían "tache."

Pero nadamás. Cuando los vecinos preguntaron si los niños volverían al hogar, la gente de Romero evadió la pregunta, reporta Libre en el Sur.

Por si fuera poco, la Delegación no le notificó el cambio de uso al gobierno central del DF a pesar de que es el dueño de la casona donde era el albergue que operaba desde 1986.

La gente dice que los niños fueron trasladados a Mixcoac, pero no hay documentación que lo acredite, indica Libre en el Sur.

¿Por qué hizo esto Romero? ¿Por qué mostró toda su miseria humana afectando a niños?

Tal vez porque Romero no tiene nada que mostrar como logro al frente de Benito Juárez y pensó que poner el centro contra las adicciones le iba a generar simpatías entre los vecinos de Benito Juárez que cada vez están más hartos de ineptitud, irresponsabilidad y fantochería. Es decir, que están cansados del mal gobierno delegacional panista.

Pero si el costo de ese centro de adicciones es echar a niños sin hogar, realmente Romero no tiene nada que presumir y sí mucho de qué avergonzarse.

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