El problema es que si le descontamos el puente que se auto-regalaron los legisladores del 14 al 20 de noviembre, sólo quedarían 23 días naturales antes del cierre de sesiones.
En ese 23 días naturales tendrían que desahogar los temas de la reforma político-electoral y otros asuntos, incluyendo comparecencias. Y de esos 23 días, 6 son fines de semana, que tampoco creo que vayan a usar para sesionar.
O sea que restan 18 días para sesionar, de los cuales, como dijimos, varios tendrán que ser usados para la reforma político-electoral.
No es posible entonces que en sesión ordinaria se apruebe la reforma enerética sin que sea al vapor, en fast-track y por consigna.
Peor: el dictamen no ha llegado al pleno y no se le puede pedir a los senadores que aprueben algo que no han tenido tiempo de leer.
¿De dónde saca entonces Gamboa que puede salir así la reforma energética?
Sólo que fuera como el FOBAPROA: El 12 de diciembre, a escondidas, y en concertacesión con el PAN.
Si eso es lo que está sugiriendo Gamboa, entonces recuerden todo el daño al país que le ha hecho el FOBAPROA.
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