A Barack Obama ya se le complicó la reforma migratoria, ya que los legisladores del Partido Republicano en la cámara baja se niegan a que avance. Y se cuelgan del pretexto de la seguridad fronteriza para oponerse.
Por consiguiente, dice Reforma, Obama iniciará una campaña para presionar a los Republicanos dando entrevistas a la televisión en español en Dallas, Denver, Los Ángeles y Nueva York.
Los Republicanos le podrían revirar haciendo una campaña sobre la violencia en México para asustar a los votantes conservadores. Pero como acaba de arrestar al Z-40, la campaña tendría muy poco impacto en el corto plazo.
Digo esto porque ayer Enrique Peña Nieto alegó que la captura del Z-40 fue gracias a la "coordinación" entre los Estados y el gobierno federal.
Pero si eso fuera cierto, desde hace mucho que habría bajado la violencia en Tamaulipas, Nuevo León y Jalisco, por mencionar sólo 3 ejemplos. No ha sido el caso.
Se los dije ayer en esta columna: en realidad el arresto del Z-40 a quien le convenía más era a Barack Obama, no a Peña Nieto, puesto que son no pocos los analistas que avisoran una ola de violencia en México por el control del cártel de los Zetas y por sus plazas, lo cual haría ver mal a Peña Nieto pero no a Obama.
¿Por qué? Porque la violencia entonces sería estrictamente interna en México, no operativa en ambos lados de la frontera.
Lo peor del caso, es que se continúa la absurda guerra contra el narco que ningún beneficio le ha dado a México y, por el contrario, ha hundido cada vez más al país en la violencia.
Pero eso es lo que pasa cuando hay un titular del ejecutivo federal subyugado al gobierno de Washington.
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