Ayer lo dije en esta columna:
Dilma Rousseff finalmente aceptó anoche llamar a un gran pacto nacional en Bradil para mejorar los servicios públicos y combatir mejor a la corrupción.
Listo. Los manifestantes lograron lo que querían. Si después de esto siguen las protestas, entonces esas protestas son pura mamada para joder a Dilma.
Y tuve razón. A pesar de la oferta de reformas y diálogo de la presidenta izquierdista de Brasil, Dilma Rousseff, de todos modos hubo más protestas. Con menos participantes que en las anteriores, pero las hubo.
¿Qué caso tenía seguir protestando si el gobierno brasileño ya había accedido a todos los reclamos de los manifestantes?
Ninguno. Ya no tenía sentido seguir protestando. Ya se había logrado lo que se buscaba.
A MENOS que lo que se estuviera buscando realmente fuera desestabilizar al gobierno de Dilma.
Lamentablemente, muchos en México le aplaudieron a esas protestas sin cuestionarlas.
Esa falta de cuestionamiento es lo que hace que la izquierda caiga en trampas de la derecha. Lamentable, pero cierto.
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