Entrevista "desconocida" a Jacques Lacan *
El 1945 el productor cinematográfico David O. Selznick (que había producido obras tan memorables como Lo que el viento se llevó, 1939) advirtió
que ya no amaba a Irene Meyer, su esposa. Enloqueció de repente, se
deprimió profundamente y le recomendaron que viera a uno de los
psicoanalistas que habían huido de Europa, ante el avance mortal de las
tropas nazis.
Sandor
Rado, iniciador del movimiento psicoanalítico berlinés, recomendó el
nombre de May Romm, quien vivía en Los Angeles. La relación entre
terapeuta y paciente duró poco, sufrió desplantes por parte del
productor (o bien no asistía a las citas o se presentaba a la
medianoche, sin avisar), que llegó a pensar en el colmo de su
megalomanía que él podía ayudar a la doctora.
La
experiencia fue traumática, no logró salvar a David O. Selznick de las
consecuencias de la depresión nerviosa, pero tuvo un efecto para la
historia del cine que merece ser anotada. El productor abandonó el
consultorio de la doctora Romm con la idea de hacer una película que
escenificase, explicase y divulgase el psicoanálisis. No había en
Hollywood mejor director para alcanzar ese objetivo que Alfred
Hitchcock.
Así nació Recuerda (Spellbound, 1945).
Su historia relata los avatares de un psicoanalista, John Ballantyne
(Gregory Peck), que llega a dirigir una clínica psiquiátrica. Sus
colegas advierten rápidamente que algo no anda bien: el nuevo director
asoma en su conducta una crisis nerviosa. No soporta las líneas
paralelas, ni el color blanco. Y las marcas de un tenedor sobre un
mantel blanco lo descompensan hasta desmayarlo.
A
continuación, se descubren tres verdades preocupantes: que el nuevo
médico es un impostor que ha tomado el lugar del auténtico director; que
éste último podría haber sido asesinado; y que el suplantador podría
ser el asesino. Entonces aparece una mujer, la doctora Constance
Petersen (Ingrid Bergman), psiquiatra, bella e inteligente, que se
enamora de este misterioso hombre y resuelve todos los enigmas.
En
cierto momento de la película, la doctora Constance Petersen acude a la
casa de su profesor y mentor, el doctor Alex Brulov (Michael Chekhov).
Con él intenta resolver un sueño de John Ballantyne, que podría ayudar a
resolver la intrincada trama. En la discusión se revela la incredulidad
sobre las teorías de Freud por parte de Constance Petersen. Y Brulov
reacciona, planteando que cuando no se entiende algo rápidamente se
desconfía de Freud.
Esto ocurrió en el año 1945, cuando Estados Unidos buscaba salir de la pesadilla de haber lanzado dos bombas atómicas sobre víctimas inocentes japonesas. Querían que todo fuera un mal sueño y que alguien los convenciera de que no habían sido culpables de una acción tan atroz.
Esto ocurrió en el año 1945, cuando Estados Unidos buscaba salir de la pesadilla de haber lanzado dos bombas atómicas sobre víctimas inocentes japonesas. Querían que todo fuera un mal sueño y que alguien los convenciera de que no habían sido culpables de una acción tan atroz.
Han
pasado los años y Sigmund Freud aún despierta el recelo y la
desconfianza que sintió Constance Petersen la noche en que acudió a su
mentor para ayudar al hombre que amaba desconsoladamente. Ese recelo
aparece en esta entrevista poco conocida al psicoanalista francés
Jacques Lacan (1901/1981), realizada en 1974 por Emilio Granzotto.
Inédita hasta 2004, la publicación literariaMagazine Litteraire la publicó para felicidad de muchos lectores.
Merece
ser leída aún por aquellos que piensan que el psicoanálisis es una
pérdida de tiempo muy costosa, una suerte de relación imposible que se
empeña en sobrevivir en tiempos modernos. Se descubre en estas líneas a
una inteligencia que desbarata argumentos en contra del autor de La interpretación de los sueños.
Granzotto atraviesa temas disímiles y complejos, y siempre prevalece la
agudeza del entrevistado, que no se cansa de repetir que “el
psicoanálisis es el reino de la palabra: no hay otro remedio”.
Para leer texto íntegro de la entrevista:www.escucharte.info
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