Me pelo temprano de la chamba. El tren toma una hora llegar hasta el “downtown”. Por alguna razón me siento de la chingada. (Bueno: lo panzón es la razón, ¿para qué me hago pendejo?) Son las cinco cuando llego. No hay nadie en el lugar habilitado, el enclave de MORENA. Es natural el evento empieza a las siete.
--¿Taibo? Esta ahorita presentando su libro sobre el cinco de mayo en el centro de convenciones –me aclara un compañero--. No viene sino hasta después.
--Ah, es que quería entregarle mi libro.
Le enseño el Secreto del Moro al compañero.
--Ah, si don Mario, yo estuve en su presentación. Lo he estado leyendo.
Me siento agradecido, para que más que la verdad que alguien pierda el tiempo leyendome. Faltan dos horas todavía y si no me siento en un sillón creo que finalmente me llevaría la chingada.
El compañero se apiada de mí.
--Oiga, pos lo llevo a ver a Taibo, aquí esta cerquita. Se supone que iba a hacer su presentación a las cinco.
--¿Qué tan cerca? –francamente no estoy seguro si lograre caminar ni una pinche cuadra.
--Aquí cerquita, nos vamos despacito.
Saco fuerzas de la nada. Tengo que ir. Es Taibo.
Para mi sorpresa, llegamos. Entro al salón cuando el maestro está presentando su libro y echando su rollo.
Un compañero le pasa unas aguas negras del imperio. Sabe de qué pata cojea el maestro. Ni modo. El cabrón usa esas aguas negras y el tabaco para escribir. Lo entiendo. Denme una taza de café y un cigarro y puedo escribir páginas enteras. Por eso estoy que me lleva la chingada ya.
--Vamos a bendecirla –dice Taibo arrancando con sus dientes el odiado logotipo a la botella--. Además, quiéranlo o no estos cabrones esta tierra es mexicana (aplausos). Y probablemente esta coca cola fue hecho por obreros mexicanos. Y les diré…si tiene azúcar de México pos sabrá sabrosa. Si tiene esa porquería que hacen con maíz de Idaho sabrá de la chingada.
El maestro la prueba.
--Siento decirles, sabe de la chingada…pero se agradece el gesto, compañeros.
Me siento rejuvenecido. Mi malestar se ha desvanecido. Estoy entre amantes de los libros. Mexicanos. Mexicanos que leen. Nacionalistas. Aquí no hay ningún pinche entreguista o persignados doble moral. Si aquí me lleva la chingada no podría estar en mejor lugar. Y la plática del maestro…me embelese…
--Y es que lo que voy descubriendo –continúa Taibo ya humedecido su paladar—es que hay una historia sorprendente que la pinche historia oficial no nos cuenta acerca del cinco de mayo. En la madrugada Zaragoza reunió a sus generales y les dijo que “no creía que íbamos a sobrevivir”…pero que había que hacerse matar para que el mundo supiera que los mexicanos no se iban a dejar someter mansitamente ante un imperio invasor.
Y me llega a la mente una plática a la que asistí en que un gringo decía que lo que menos debe de hacer un jefe es ser negativo ante los subordinados. ¡Que puta madre sabia ese gringo de las luchas sin esperanza en las que se enfrascan cotidianamente los mexicanos! ¿Cuantas veces he visto a los compañeros ir a territorio apache, en Tijuana, en Toluca, en Cancún, en tierras PRImates a hacer balconeos? A veces son unos cuantos y no por ello se arrugan. Carajos, la sangre de los soldados de Berriozabal, de los juchitecos Porfirio Díaz (en justicia no lo neguemos), de los guanajuatenses de Doblado sigue vibrando en las venas de mis compañeros. No, que el mundo sepa que los mexicanos de hoy TAMPOCO nos someteremos mansamente al imperio.
Y continúa Taibo.
--Los rifles mexicanos no tenían alcance del de los franceses. Ellos podían empezar a tirotearnos cincuenta metros más allá del alcance de nuestras balas. Tienen oficiales profesionales. Son soldados veteranos, que han luchado en África, en Crimea. Si, son el mejor ejercito de Europa pues el prusiano apenas se está reorganizando (si, maestro, Bismarck los estaba preparando para humillar a Francia en 1870),
Si conoceré esos pinches rifles de los mexicanos, pienso. Los mexicanos usaban las “morenas lichas”. Estos rifles los había comprado Iturbide de desecho a los ingleses. Wellington los había usado en su campaña en España para vencer a Massena, a Soult, y otros lugartenientes de Napoleon el Grande (Victor Hugo llamaba a Napoleon III “Napoleon le petit”). Luego con esos rifles los Highlanders de Picton mataron a la Vieux Garde en las alturas de Hugomont y La Haye Sainte, por un cruce de caminos que los lugareños nombraban Waterloo. Por supuesto, si leen a Victor Hugo –LEANLO, la mamada esa de la película de los Miserables de Russel Crowe vale pura y celestial chingada--, sabrán que Cambrone y no Wellington fue el verdadero triunfador de Waterloo
Pero cuando llegaron esos rifles viejos a México Iturbide ya había caído. Los mexicanos, sin embargo, recibieron gustosos esos desechos. El “Brown Bess”, que era el nombre ingles se convirtieron en Morena (Brown) Licha (Bess quiere decir Elizabeth). Y con esos rifles rechazamos a la expedición de Barradas, marchamos a Tejas, y perdimos medio México en 1847. Ahora los tiene el cuerpo de ejército de oriente. Y valen para pura y celestial chingada.
Y las penurias del ejército mexicano que relata Taibo me conmueven y confieso que tengo que discretamente quitarme unas lágrimas (soy muy llorón, pero, chingaos, también lo era Pancho). Zaragoza pide dos mil suelas de huarache. Es decir, la tercera parte de su ejército esta descalzo. El cien por ciento pasa hambres. ¿Y paga? Olvídense de eso, puta madre. En el cuerpo de ejército de oriente no les han pagado en meses. ¡Estos cabrones se iban a hacer matar por puro amor a México! ¡Puta madre! ¡Y entre nosotros abundan los huevones que no pueden salir a la calle a balconear! ¡Carajos! ¿Somos o no todavía MEXICANOS? ¿Por qué chingaos no estamos a la altura de esos cabrones del cuerpo de ejército de oriente!
Pero, me sorprende un dato que cita Taibo: el 55% de los soldados de Zaragoza saben leer y escribir. La media nacional en 1862 es del 6%. Ahora lo entiendo todo: los pendejos e iletrados antepasados ideológicos del PRIANRD andan con los conservadores de Lorenzo Márquez buscando unirse a los franceses para darles las nalgas. ¡Con razón el puto drogadicto copetón es PRImate y no lee!
Y el maestro continua y menciona “los lanceros de Toluca…los mineros de Guanajuato que servían de zapadores…los rifleros de San Luis…los juchitecos de Oaxaca…” Chingaos. Me acuerdo que mi bisabuelo, Juan Silveira, fue un portugués que había huido de New Bedford porque Mr. Lincoln lo iba a meter de leva en el ejército yanqui que combatía a los confederados. Pos Juan se pelo a México porque le dijeron que ahí todo estaba tranquilo. ¡Al llegar a Veracruz luego luego lo pasaron por cajas y lo metieron de leva en el Batallón Fijo de Veracruz.! Y esta unidad, me contaban mis viejos y los fantasmas de mis muertos, había estado en la línea mexicana, justo en medio de los fuertes del Loreto y Guadalupe. Es decir, en el centro de los putazos.
Tengo que mencionarlo, chingaos, los jarochos estuvimos ahí, puta madre. El sablazo que recibió Juan Silveira de un zuavo cuando les arrebato su bandera lo atestigua (Zaragoza mismo lo honro nombrándolo sargento y lo volvieron a herir en el sitio en 1863).
Llega la oportunidad de hacer preguntas. Levanto la mano.
--Maestro, dos cosas, primero, ¿hubo o no un batallón veracruzano a las órdenes de Berriozabal en el centro de la line mexicana?
--Pues creo que si había un batallón jarocho pero andaba persiguiendo a Márquez por la sierra…
Carajos, pensé, ¿las historias que me han legado serian puro rollo? ¡Pinches muertos, bola de habladores!
Pero Taibo prefiere irse a lo seguro y abre su libro y revise el orden de batalla mexicano.
--Ah, sí, habían dos batallones de jarochos en el cuerpo de ejército de oriente. Uno andaba en la sierra. Pero uno, si estaba asignado a la división de Berriozabal, en el mero centro de la línea mexicana. Y pos no podía ser en ninguna otra parte porque no había reservas. Zaragoza metió todo lo que tenía al frente.
Bien, Juan Silveira, tu fantasma no tiene por qué sentirse ofendido. No me mentías, cabrón. Los jarochos estuvimos ahí, en el mero centro de la línea mexicana, puta madre. Prosigo con mi otra pregunta.
--Gracias, maestro. Lo segundo es sobre el general Miguel Negrete, el ex conservador que se le presento a Zaragoza pidiendo aunque sea de soldado raso pues “tenía patria antes que partido”. Tengo entendido que después de la guerra se metió a zeta…andaba asaltando diligencias por el rumbo de Alchichica. Lo arrestaron y lo iban a fusilar.
Taibo sonríe. Conoce la historia. Me siento con confianza. Tengo los pelos de la mula en la mano. Prosigo.
--Justo Sierra y una palomilla de chamacos fueron a pedirle el indulto a Juárez (cosa cabrona pues el zapoteco no perdono a Maximiliano aunque la princesa Salm Salm le ofreció las nalgas y Victor Hugo le escribió pidiendo que perdonara al austriaco). Pero Juárez perdono a Negret pues “tenía en su frente los laureles del cinco de mayo”…
--Así fue –admite Taibo.
--Negrete fue encarcelado en Perote. Ahí languidecía y un día le cayó un libro. Ya tenía con que entretenerse. Ese libro era El Capital de Marx.
--¿El ultra católico y ex general conservador Negrete leyó el Capital? –Taibo me mira sorprendido.
--Así tengo entendido que fue, maestro. ¡Y se volvió rojillo! ¡Incluso fundo el primer partido comunista mexicano! ¿Qué hay de cierto en eso?
--¡No chingues! Eso no me lo sabía. ¡Lo tengo que investigar!
Me congratulo a mí mismo. Las armas jarochas se han cubierto de gloria. Y carajos, me atrevo a predecir que de ahí el maestro sacara un futuro libro, sobre Negrete. Y es que Taibo es un cabrón que investiga a detalle. Si él dice “el tres de marzo de 1914, a dos kilómetros al norte de Torreón, la Siete Leguas se cago” estoy seguro que podre ir ahí y encontrare el mojón fosilizado del caballo de Pancho Villa.
Taibo continúa hablando de la calidad de los hombres de la reforma.
--Y si leen a Prieto, a Zarco, a Negrete…bueno, a ese no, era conservador originalmente.
Pero creo que puse una duda en la mente del maestro pues desvía y afirma:
--Negrete es un personaje que a cada rato me sorprende (pos si, ser ultra católico, general conservador, luego juarista, volverse zeta, leer a Marx, y fundar el primer partido comunista mexicano es de sorprender). Cuando los zuavos habían escalado el parapeto del Loreto Negrete se plantó en la muralla y empezó a arengar a su gente gritando “¡En el nombre de Dios, ahora nosotros!” Digo, es una arenga rete mamona. ¿Y quién chingaos lo iba a oír en medio del tiroteo? Yo creo que la tropa lo vio haciendo aspavientos con su espada y se entusiasmaron. El caso es que si, Loreto hubiera caído si no hubiera sido por él. Estuvo ahí tan cabrón que incluso los oficiales mexicanos tuvieron en un momento que dispararles a sus propios hombres que ya se habían quebrado y querían huir pues los zuavos ya habían puesto pie en lo alto de los muros.
Termina la plática. Es la hora del maestro. Lo abrazan. Se dirige al stand de la editorial donde se vende su libro. Soy casi el último en la línea. Solo hay un compañero detrás de mi.
Taibo gentilmente me autografía su libro.
El compañero que esta atrás de mí pide una fotografía. Yo me ofrezco a tomarla. Y tal hago (mal, por cierto).
Le pido al maestro que me conceda un minuto.
--Dígame –me contesta.
--Maestro, le traje mi libro –digo sacando el Secreto del Moro.
--¡Ah! ¡Ya lo tengo! --afirma Taibo al verlo--. Me llego la edición primera, la grande.
En efecto, mande dos copias a México a la Brigada para Leer en Libertad. Me costó más el flete que la puta impresión. Pero no había recibido nada de “feedback”. Y es que invente un prólogo según esto de la mano del mismo Taibo. El gran Cervantes había hecho lo mismo –toda proporción guardada—en el Quijote pues “si no encontráis personajes graves que os contribuyan un prólogo entonces tomaros la molestia de hacerlos vos mismo”.
El pedo es que no se si el maestro esta encabronado conmigo por tomarme esa libertad. Ya ven que las “superestrellas” a veces son rete delicaditos. O tal vez sea porque el moro es una reverenda mamada.
--¡Esta rete bueno el Secreto del Moro! –alcanza a decirme Taibo mientras lo jalan para llevárselo al local de Morena.
Ese sencillo dictamen, viniendo de Taibo, me hace sentirme chingón.
Podría seguir al maestro y la marabunta de aduladores que lo rodean e ir a la plática en la sede de MORENA. Pero el malestar me regresa. ¿Y para que molestarlo más? ¡Capaz que me manda madrear! Jijos, Juan Silveira, que cosas le podrías tu contar, cabrón…de como tú y otros patriotas derrotaron una columna francesa por Minatitlan y que ahí te volvieron a herir y como un indígena te encontró (igual queThenardier encontró al coronel Pontmorency en Los Miserables) y te llevo en su mula con un curandero y te salvaste y luego te iban a fusilar pues los franceses tomaron el pueblo y tus cicatrices les eran sospechosas y como te salvo un inglés, amigo tuyo, que mintió para salvarte, diciendo que eras imperialista y no juarista y como, años después, el rural Francisco Cárdenas (el que iba a asesinar a Madero) y el magonista Santana Rodríguez, Santanon, se encontraron en el funeral de tu suegro (Cárdenas perseguiría a Santanon por todo sotavento meses después y lo mataría) y tuvieron que portarse muy formalitos aunque se odiaban a muerte para no insultar al difuntito, Matías Pérez, que había estado entre los defensores de Veracruz en 1847…. Ve y apersónate con Taibo, Juan Silveira, carajos, y cuéntale todo ese rollo con que ustedes los muertos siempre me están chingando, porque yo estoy muy pendejo y escribo con las patas y creo que ya no doy para más.
Alcanzo todavía a gastarme una feria en el stand de Porrua. Esos son los viejos libros que forjaron mi mente pendeja en mi lejana juventud. Además, dejo copias de mi libro en manos de gente de varias editoriales. En Facebook siempre me preguntan si está disponible en México. Hay interés de algunos. A ver si alguien allá se avienta a publicarlo, aunque no me hago ilusiones. Pero, carajos si publican al pendejo de León Krauze... Ni caso tiene venderlo desde aquí. El flete cuesta un pinche ojo de la cara. Y de ahí me subo al tren, a ver si llego a poder morirme en mi cama, sin rencores y satisfecho de haber vivido y de haber escrito un pinche libro que Taibo cree que “está muy bueno”.
Bueno, no me moriría del todo satisfecho, ahora quiero escribir la continuación del moro.
Prólogo al Secreto del Moro “escrito” por Paco Ignacio Taibo II
No sé si esto fue escrito estando borracho pero creo que, puta madre, ayuda estarlo al leerlo. No es historia ni tampoco literatura pero lo que si hace es insultar a Salgari, a Umberto Eco, a Sahagun, a Dumas, a Reverte, y hasta al mismo Cervantes. ¡Este cabrón hasta me chingo a mi pues invento un testimonio del mismo Pancho Villa! Yo investigue exhaustivamente todo lo que Pancho leyó estando preso en el DF y les puedo asegurar que no hay evidencia de que haya pasado por sus manos este texto. Incluso encontré que Pancho poseía un juego de fotografías de la Conesa disfrazada como princesa de Babilonia y mostrando pechuga. Me imagino que Pancho se entretenía con ellas durante su estancia en la prisión pues las fotos muestran salpicaduras y manchas. De Gildardo Magaña, el que le enseño a Pancho a leer, ahí no meto las manos pues váyase a saber que mañas tenía ese cabrón o que chingaderas leía. Me atrevo a decir que tal vez la Inquisición tenía razón y si hay autores y obras que merecen ser quemados con leña verde. Lástima que los derechistas rebuznan y no leen asi que no se les podrá torturar forzándolos a leer esta obra.
FIN
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