No nos hagamos güeyes. Le tomó al gobierno federal priista de Enrique Peña Nieto más de dos semanas anunciar el despido del titular de la Profeco, Humberto Benítez Treviño, por el caso Lady Profeco -pese a que Benítez dijo que nunca le pasó por la cabeza renunciar. Y eso DESPUÉS de que ya habían anunciado el despido de los cuatro funcionarios que fueron con la Lady Andrea Benítez a hacerle un paro y clausurar el Máximo Bistrot porque no le dieron la mesa que quería.
No sólo eso; sin aceptar preguntas de la prensa, el titular de Segob, Miguel Ángel Osorio Chong anunció el despido con bombo y platillo en conferencia de prensa justo a unas horas de que se diera a conocer una incriminante de grabación del ex gobernador priista Andrés Granier presumiendo riquezas, lujos y propiedades en Estados Unidos que exigirían una investigación por enriquecimiento ilícito.
¿Qué coincidencia no?
Porque, la verdad, el caso Lady de Profeco es pedorro y de poca monta si lo comparamos con un caso de enriquecimiento ilícito de millones y millones de pesos del erario.
Así que, a juzgar por la manera en la que lo dieron a conocer, el gobierno de Peña Nieto habría preferido sacrificar a Benítez para hacer cortina de humo y desviar un poco la atención del caso Granier.
Curiosamente, el despido de Benítez ocurre también justo cuando la oposición en el Congreso pidie que se investigue a Carlos Romero Deschamps por enriquecimiento ilícito.
Lo cual haría sospechar que Peña Nieto prefirió despedir a un funcionario menor por un incidente pitero con tal de desviar la atención de los casos de dos raterazos.
Así que no hay nada que aplaudirle a Peña Nieto por el despido de Benítez. Más bien hay que reclamarle por pretender verle la cara de pendejo al público con otra cortina de humo.
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