Cada vez que se mencionan la palabras “reforma energética” surgen voces de alarma que al unísono defienden a ultranza la no privatización de Pemex; sin embargo, se pierde de vista un tema crucial del sector energético en el cual se debe tener especial cuidado y énfasis: la transición hacia energías renovables.
Pese a la ineficacia y corrupción en la que opera Pemex, la economía depende en gran parte de los ingresos que se generan en esta paraestatal. Pemex se ha caracterizado por ser negligente en su operación, ha contaminado con hidrocarburos peligrosos más de mil hectáreas en todo el territorio nacional y en una década fue responsable de 1190 derrames de crudo. Esto convierte a la paraestatal en la responsable de los mayores desastres ambientales en nuestro país.
La combustión de combustibles fósiles de coches, fábricas y producción de electricidad contribuyen a la emisión de gases invernadero (GEI), particularmente el CO2, (Dióxido de Carbono) hacía nuestra atmósfera, causando el calentamiento global y sus efectos indeseables en el planeta, como lo son los fenómenos meteorológicos extremos; que ya son perceptibles para todos nosotros, tales como las sequías que reducen la producción agropecuaria o lluvias torrenciales que provocan peligrosas inundaciones e incluso daños severos a las infraestructuras costeras a causa de una elevación inusual en el nivel del mar.
Estos daños ecológicos inevitablemente tienen repercusión económica. El estudio, “La economía del cambio climático de México”, realizado por la SEMARNAP afirma que “La economía mexicana sufrirá costos económicos significativos como consecuencia del cambio climático, en caso de no adoptar políticas para mitigar esta grave problemática ambiental, se generarán pérdidas de hasta 6.2 por ciento del PIB en el presente siglo”.
El compromiso 60 del controversial Pacto por México, menciona lo siguiente:
“Se hará de PEMEX uno de los ejes centrales en la lucha contra el cambio climático, aplicando una estrategia que desarrolle energías renovables y ahorre energía”. y ello implicaría se desarrolle la infraestructura para la utilización de nuevas fuentes de energía, como la eólica, solar, térmica y biomasa.
Los combustibles fósiles como recurso no renovable eventualmente se agotaran, por ello deben preverse cambios para, de manera paulatina depender menos del petróleo.
Transitar hacia energías limpias y sustentables no es una utopía, se requieren estrategias bien trazadas y establecer metas claras de participación de las mismas. En el 2008 se aprobó la Ley para el Aprovechamiento de Energías Renovables y el Financiamiento de la Transición Energética, además México se encuentra adherido al 1Protocolo de Kyoto desde el 2005.
Esta legislación no debe ser letra muerta y el Gobierno debe asumir ese compromiso ambiental e impulsar un desarrollo sustentable para bienestar de nuestro país y de nuestro planeta.
1 Este protocolo compromete a los países industrializados a estabilizar las emisiones de gases de efecto invernadero.
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