No sólo no está operando la supuesta Cruzada contra el Hambre (sólo hay un programa piloto en 2 municipios de Guerrero) y Rosario Robles está despilfarrando millones de pesos en un programa que funciona, sino que además lo está privatizando al permitirle la entrada a Nestlé y Pepsi, ésta última empresa una de las principales vendedoras de comida chatarra en México.
Las dos empresas, denunció en declaraciones publicadas en Proceso Patti Rundall, líder de la Coalición Internacional contra el Conflicto de Interés, colaborarán en el diseño y aplicación de políticas públicas, representando un riesgo para la salud de las personas.
"A ellos sólo les interesa ampliar su participación en el mercado aunque digan que están preocupados por la salud y por apoyar al gobierno. Eso es mentira", dijo Rundall.
Peor: ese esquema, agregó, ya se ha aplicado en otros países y no ha funcionadio. En Brasil, por ejemplo, se tuvo que suspender por las protestas de organizaciones sociales que denunciaron el daño que le causaba a los niños el consumo de productos Nestlé debido a sus altos contenidos de azucar y sal.
¿A qué le está tirando entonces Rosario Robles? Sencillo: A que Nestlé y Pepsi paguen por la propaganda electorera del PRI.
Lo cual, al final, parecería que reduce la Cruzada contra el Hambre a un mero reparto de tortas y chescos, muy al estilo del viejo PRI.
Qué miserables.
Foto: Tomada de Twitter
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