Los maestros de la CETEG bloquearon en ambos sentidos la autopista del Sol, (esta vez el desalojo tuvo por fortuna, un saldo blanco), destruyeron el interior y exterior de las instalaciones del PRD, realizaron pintas en el ayuntamiento de Chilpancingo y han suspendido labores indefinidamente.
Sus peticiones son razonables en virtud de que se han vulnerado sus derechos laborales por una Reforma Educativa que nunca consensó a sus actores y se impone de manera arbitraria por el Estado Mexicano. Los maestros han padecido líderes corruptos, han tenido que laborar en recintos educativos deplorables y han subsistido con sueldos ínfimos.
La labor docente merece y debe dignificarse. Debemos exigir que la educación básica sea una apremiante prioridad nacional; sin embargo, eso no implica ser condescendientes y no condenar las hechos punibles y actos vandálicos. Aún más reprobable es la suspensión de clases en la segunda entidad con el porcentaje más alto de analfabetismo en nuestro país, un niño sin educación esta condenado a perpetuar sus lamentables condiciones de pobreza y marginación.
Podemos rasgarnos las vestiduras y quejarnos de que la animadversión al movimiento magisterial, se gestó desde las altas esferas de los poderes fácticos. Podemos culpar a las televisoras por el manejo tendencioso y el linchamiento mediático; pero, la realidad es otra, el mensaje que dan los maestros disidentes con estas acciones a los ciudadanos es muy contundente. “Mis derechos son más importantes y prioritarios y por lo tanto pisoteo los tuyos” .
Y quién apruebe estos hechos, tampoco valora la vida e integridad física que pusieron en riesgo los maestros al oponerse al desalojo; porque dudo, que alguno de esos izquierdistas de escritorio se atreviera a estar en la “línea de batalla”.
El país está abatido por toda clase de violencia, ¿necesita más?. Es por eso que me rehusó a convalidar que el fin justifica los medios, es inadmisible dejar sin clases a miles de estudiantes de educación básica y me parece ignominioso justificar delitos que lesionan los derechos de terceros.
Hipotéticamente, ¿Qué pasaría si cambiaran sus tácticas?, ¿Cómo cambiaría la percepción de la opinión pública?. El cambio de estrategia reivindicaría al gremio magisterial al que ahora se le imputan un sin fin de adjetivos peyorativos y denigrantes.
Se tiene calidad moral para juzgar si una ley es justa o perniciosa, cuando se acatan las leyes escrupulosamente. La protesta social gana legitimidad cuando no se lastiman los derechos de otros y se hace en forma pacífica, de este modo los detractores no tienen argumentos incriminatorios, ni pueden estigmatizar al activista. Este camino es sin duda, la mejor manera para los movimientos sociales de ganar simpatizantes y adeptos dentro de la sociedad civil. Ser ético y confrontativo no son palabras mutuamente excluyentes.
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