Carmen Aristegui se pronunció hoy en la mañana en contra del uso de expresiones como "puñal" y "maricón", apoyando el dictamen de la Suprema Corte de Justicia que permite desde ahora demandar por daño moral si se es receptor de esas palabras.
Alegó que en su caso respeta a los homosexuales, pero que ella no es lesbiana, y se quejó de que la atacan en Twitter llamándola de esa manera.
Carmen no se dio cuenta -y creo que no se lo propuso- pero al quejarse por ser llamada lesbiana, mostró lo que parecerían ser sus propios prejuicios hacia la homosexualidad. Vea usted por qué:
La comunicación tiene dos partes: un emisor y un receptor.
El mensaje del emisor en sí es abstracto. No significa nada y es sólo ruido o rayones gráficos hasta que se le aplica un significado.
El mensaje sólo tiene un significado si el receptor decide darle un significado. Esto quiere decir que ninguna palabra significa nada hasta que alguien decide asignarle un significado, o en su caso interpretarla con el significado que le asignó alguien más.
Alguien puede decir una palabra con la intención de que se interprete de una forma específica. Pero si el receptor del mensaje decide darle otro significado, la palabra cambia.
Si usted le dice a alguien "güey", por ejemplo, se puede interpretar como insulto (ignorante o tonto), o como signo de compañerismo (camarada, compa, bróder) dependiendo de cómo lo interprete el receptor.
En el caso de las palabras relacionadas con la orientación sexual, es el receptor quien le da el significado final a la palabra.
Si alguien le dice a otra persona "homosexual", inclusive con la intención de denostar, es el receptor quien decide si interpreta la palabra como una ofensa o si le es indiferente.
De esta forma el receptor puede ofenderse o le puede dar igual si le dicen "homosexual."
Si el receptor se ofende, entonces se infiere que el receptor es quien está de acuerdo con asignarle a la palabra un significado negativo. Y eso sería evidencia de un prejuicio hacia la homosexualidad.
Pero si por el contrario, el receptor no se ofende y simplemente le da igual, entonces no demuestra que no le asigna un significado negativo a la homosexualidad.
Veámoslo de esta forma: Si a alguien le dicen "indio" y se ofende, entonces es porque esa persona cree que ser indígena es algo negativo; muestra que tiene un prejuicio racista hacia la gente indígena. Pero si no se ofende, muestra que ha superado ese prejuicio racista.
Dos ejemplos para ilustrar eso:
En una entrevista con Brozo, José José le dijo "Víctor" a Brozo (en referencia al hecho de que Brozo es un personaje del actor Víctor Trujillo).
Brozo le responde "no me digas Víctor porque entonces yo te voy a decir Juan Gabriel", en clara alusión homosexual.
La respuesta de José José: "No problem. Yo me quito el sombrero ante el talento del señor Juan Gabriel."
De esa manera, lo que pretendió ser una ofensa en base a homofobia no fue tal, ya que el receptor impidió que lo fuera.
Otro caso: Durante varios años, cuando vivía en Estados Unidos, yo usé el pelo largo. No pocas veces me preguntaron en ese país si yo era "indio americano".
En Estados Unidos no es insulto llamarle "indio" a alguien. De hecho, hay varios americanos anglosajones que dicen ser "parte indio Cherokee" para presumir. Pero en México mucha gente se hubiera ofendido por la pregunta por el racismo y el prejuicio que prevalece respecto al indigenismo.
Mi respuesta fue: "Sí soy. Soy mexicano. Y los mexicanos somos parte indígena y parte europeo."
Y si me hubieran preguntado en México, hubiera dicho lo mismo.
Como pueden ver, la "ofensa" de una palabra relacionada con la homosexualidad sólo es tal si quien la recibe tiene prejuicios hacia la homosexualidad.
Lamentablemente, la manera en la que Carmen Aristegui se quejó de que le dijeran lesbiana sugirió que es ella quien considera que la palabra es negativa, o que la homosexualidad es una ofensa.
Peor: dejó ver ese prejuicio por tratar de verse políticamente correcta.
Si lo que buscaba Carmen Aristegui era que la gente pensara que la homosexualidad no tiene nada de malo, fracasó. Por el contrario: perpetuó la negatividad que se le ha asignado a la homosexualidad durante siglos.
En todo caso, si a Carmen lo que le molestaba era que se dijera una mentira sobre ella, en eso es en lo que se debió enfocar: en decir que se estaba diciendo una mentira sobre ella. Porque entonces el problema ya no es con la homosexualidad, sino con la falsedad.
Cierro esta columna diciéndole a Carmen Aristegui que tener que dar en público una aclaración no pedida sobre su orientación sexual es de plano de mal gusto.
En lo personal, yo suscribo a la opinión de Trey Parker y Matt Stone en South Park: Todos somos un poquito gay. Y ofenderse por ser llamado homosexual, lo único que muestra es el temor de cada persona por salir del closet.
PD: No, no le estoy llamando lesbiana a Carmen Aristegui. Estoy diciendo que sin darse cuenta mostró prejuicios hacia la homosexualidad.
PD2: Pienso que Carmen sí debe demandar al sitio de internet que la llama lesbiana, pero no por usar esa palabra, sino por mentir.
PD3: Aquí el video de Carmen Aristegui sobre el tema de la censura a las palabras relacionadas con la homosexualidad:
http://youtu.be/EqB5Y-WH_hM
No hay comentarios.:
Publicar un comentario