En el colmo de la ridiculez, de la censura, y de la estupidez jurídica, la Suprema Corte de Justicia de la Nación dictaminó que es válido demandar por daño moral a alguien si esa persona le dice a otro palabras "homofóbicas" como "puñal" o "maricón." Que porque esas palabras son discurso de odio.
El dictamen fue para resolver una demanda por daño moral que interpuso el dueño de un periódico contra un columnista de otro periódico porque el columnista escribió en una columna que el dueño del otro periódico era "puñal" y que los que publicaban ahí eran "maricones."
Pero al hacer ese dictamen, la SCJN se contradijo a si misma, ya que en noviembre de 2011 el pleno de la corte dictaminó que Letras Libres sí podía decir falsedades sobre La Jornada (que apoyaban a la ETA) porque el debate entre diarios permitía una mayor libertad de expresión.
¿Por fin?
Ahora bien, al margen de que la SCJN se mordió la cola con su dictamen, resulta absolutamente inconstitucional, y una violación absoluta al derecho a la libre expresión el permitir que expresiones coloquiales sean causa de demanda por daño moral.
Decir "puñal", "maricón", "joto", "puto", "puma", "pulmón", etc, etc, etc, sólo podría ser una expresión de homofobia o de odio bajo contextos muy específicos.
Ejemplo: Si las expresiones se le dijeran a una persona homosexual con la intención de hostigar a esa persona por el hecho de que es homosexual, entoneces sí se podría considerar como discurso de odio y como homofobia.
Pero si se usa para criticar falta de entereza (de huevos, pues), o cobardía, las expresiones dejan de ser de odio y se convierten en simples gentilicios.
Porque resulta que las palabras tienen significado dependiendo del contexto en el que se aplican.
Ejemplo: la palabra "marrano" hoy en día se usa para referirse a los cerdos. Pero esa palabra en realidad era un epíteto racista usado para referirse a los judíos.
¿Quién usa hoy en día "marrano" para referirse a los judíos? Nadie.
Y aún así, el discurso de odio y el antisemitismo persiste en no pocos mexicanos. Incluyendo a no pocos simpatizantes de la izquierda.
La desaparición de un epíteto como tal NO eliminó el racismo.
Otro caso: En Estados Unidos la palabra "faggot" ("joto") actualmente se usa a manera de insulto para los homosexuales. Pero en sus orígenes la palabra se refería a un paquete de ramas y no tenía ninguna connotación a la sexualidad de alguien.
En South Park, hace unos años, los creadores de la serie, Trey Parker y Matt Stone, hicieron el argumento de que "fag" (diminutivo de faggot) hoy en día se debería referir a gente molesta que nadamás está jodiendo, independientemente de su orientación sexual, ya que ese fue el contexto que se le daba a la palabra entre sus compañeros de escuela cuando estaban en la secundaria.
¿Entonces en qué carajos se basan los ministros de la SCJN para decir que es "discurso de odio"? ¿Por qué tienen que mostrar su ignorancia mojigata de esa manera?
Ahora el que intente alburear es suceptible a ser demandado por daño moral, ya que el albur es esencialmente una serie de expresiones de homosexualidad a quien se las dirigen. ¿Cómo chingados se les ocurre censurar una expresión que le da identidad a la cultura mexicana como el albur?
Cierro esta columna con la siguiente anécdota que ya le he contado antes pero que vale la pena contar de nuevo para darle contexto a lo que estoy alegando.
Hace un par de años tuvimos una reunión varios amigos y amigas. Uno de nuestros amigos que estuvo en la reunión es homosexual. De repente la plática gira alrededor de las películas de ficheras y otro de nuestros amigos, que no es homosexual, dice que le parece más guapo Jorge Rivero que Andrés García.
Nuestro amigo homosexual entonces voltea a verlo y que le dice a modo de chunga: "¡¡JOTOOO!!" Y así se la llevó en carrilla un buen rato diciéndole joto.
¿Resultado? Todos reimos incluyendo el amigo a quien le dirigió la carrilla nuestro amigo homosexual.
Hasta la fecha, esa anécdota nos parece de lo más cómica. Nadie se ofendió. Nadie se agarró a madrazos. Nadie se amenazó con demandar a nadie. Al contrario; todos lo vieron como lo que era: un chiste.
Odio y discriminación, en todo caso, es la negativa del PAN y del PRI a legalizar el matrimonio gay en otros estados aparte del DF y de Oaxaca.
Y odio y discriminación, en todo caso, es la negativa de la Suprema Corte de Justicia para atender el caso de Alberto Patishtán Gómez, quien ha estado preso desde hace 12 años en Chiapas acusado de matar a 7 policías sin que existan evidencias de que haya sido el caso; sin que se haya hecho una investigación al respecto y dando completa impunidad a los verdaderos asesinos.
Pero no. La SCJN estaba más ocupada censurando palabras coloquiales para beneficiar al dueño de un diario que se molestó porque le dijeron "puñal."
Habría que preguntarle a la SCJN si no han hecho caso a Patishtán por el hecho de que es indígena.
¿Quiénes serían los que manejan el odio entonces?
¡Qué putos!
PD: Que dice el CONAPRED que censurar las palabras "maricón" y "puñal" son un gran avance. No; no lo es. Es un enorme retroceso y una agresión a la libertad de expresión. El deber del CONAPRED no debería ser aplaudir a la censura para que les asignen un presupuesto, sino educar a la gente para que sepa la diferencia entre una expresión coloquial y un verdadero ataque de homofobia.
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