La reforma a telecomunicaciones que presentan hoy los tres principales partidos políticos tiene pros y contras. Empecemos por lo rescatable:
1. Parte a los monopolios de comunicaciones. Cualquier empresa que tenga más del 50% del mercado de telecomunicaciones tendría que ser partida. Esto supondría que Televisa y Telmex tendrían que ser partidas, pero falta que se dejen.
2. Establece el uso de la infraestructura de CFE para una red de telecomunicaciones, particularmente banda ancha. De esta manera Telmex dejaría de ser la única empresa con una red de telefonía e internet a nivel nacional. El único problema es que no se incluye en el plan ofrecer acceso a triple play a bajo costo por medio de la red de CFE, como planteó el SME en 2008.
3. Las cableras ya no podrían cobrar por retransmitir canales de televisión abierta. El detalle es que esos canales son pésimos de todos modos.
Lo malo:
1. Permite que empresas extranjeras puedan tener hasta 100% de la propiedad de empresas de telecomunicaciones en México. Antes la ley fijaba un tope de 49%. El problema con esto es que las telecomunicaciones en México quedan a merced de intereses extranjeros que no necesariamente beneficiarían a México. Por ejemplo: Si el ultraderechista Rupert Murdoch tuviera una televisora en México, se correría el riesgo de tener un canal de propaganda de derecha todo el tiempo.
2. No establece un sistema público de acceso a internet a bajo costo.
3. No establece controles sobre los precios de los servicios de telecomunicación, que es finalmente lo que le afecta al consumidor.
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