De acuerdo con documentos de Pemex dados a conocer por Milenio, fue en 2008 cuando Pemex solicitó formalmente a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público los recursos para la adquisición de equipos tecnológicos que pudieran evitar incendios y explosiones en la Torre de Pemex, pero le fueron negados.
La petición se repitió en 2010 y nuevamente en 2011. También fue rechazada la petición esas otras dos veces.
La petición fue porque "en lo referente a los sistemas de protección contra incendios de los edificios, cuentan ya con más de 20 años de vida útil y presentan ya un deterioro considerable, y un aumento en los mantenimientos correctivos, lo cual no cumple con los requerimientos y necesidades de los edificios mencionados”, dice la petición de Pemex.
Entre los problemas de seguridad en la Torre de Pemex se detalló, por ejemplo, que los detectores de humo eran de plano "equipo obsoleto cuyo funcionamiento no es confiable, además de falta de refacciones en el mercado."
Pero el gobierno federal no le quiso dar el presupuesto a Pemex para cambiarlos ni para fortalecer la seguridad y prevenir accidentes en la Torre de Pemex.
De nuevo: Esto ocurrió a partir del año en el que el PAN y el PRI aprobaron en el congreso la reforma energética que le permitió a la iniciativa privada entrara al sector energético.
A raíz de esa reforma, el gobierno federal le dio miles de millones de pesos a la trasnacionales extranjeras dizque para producir más petróleo en Chicontepec, pero despilfarraron el dinero, ya que el poco petróleo que encontraron no justificaba la cantidad de dinero que se gastó.
Y ahora, Enrique Peña Nieto pretende privatizar aún más a Pemex por medio de una reforma energética con la cual se pretende venderle a privados la paraestatal vía acciones en la bolsa de valores (no lo digo yo; el dato de las acciones es de El Economista).
Peña Nieto debe desistirse de la reforma energética privatizadora mientras el gobierno federal no le proporcione a Pemex los recursos propios que requiere para su desarrollo. Porque ha quedado claro que por dejar hundir a Pemex, ahora decenas de personas perdieron la vida o fueron hospitalizadas.
Para poder darle a Pemex los recursos que necesita para su desarrollo sólo hay dos acciones posibles:
1. Recortar a la mitad los sueldos de la alta burocracia y eliminar las prestaciones onerosas.
2. Eliminar los privilegios fiscales que le permiten a las grandes empresas pagar muy poco ISR o no pagar nada.
No hay de otra. Pemex no necesita privatización. El gobierno federal necesita dejar de ser despilfarrador y consentidor de los que más tienen pero menos empleo generan (sólo generan el 20% de los empleos del país, lo demás lo generan las PyMEs, que pagan ISR completo.)
Insistir en privatizar Pemex, como pretende Peña Nieto, sería un insulto a la memoria de las víctimas de la Torre de Pemex. Los mexicanos no debemos permitirlo.
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