Me preguntaron ayer unos lectores sobre la evolución de MORENA. Uno de ellos dijo que le dijeron que se perdió un movimiento por un partido. Que estaba desconcertado.
Respondí que no me parecía que era tiempo para desechar a MORENA, pero que sí tenía muchos errores que corregir: admitir que varios de sus elecciones internas sí hubo trama -denunciada por simpatizantes de AMLO de años-; que tiene que cambiar su discurso para ser más incluyente, y que tiene que rechazar a algunos de sus afiliados que en realidad son unos charlatanes (no digo nombres, pero ustedes saben a quién me refiero.)
Otro lector me preguntó si mi convicción por AMLO ha cambiado por Marcelo Ebrard.
Mi respuesta es esta: no sabemos aún quién será el candidato de izquierda en 2018. Por consiguiente, resulta absurdo ponernos a pelear desde ahorita y a atacar a Marcelo Ebrard o a Andrés Manuel.
Mi opinión es de AMLO es que se desgastó mucho no con la elección presidencial, sino con la creación de MORENA, y que hasta que se corrigan los problemas que hay en MORENA -mismos que describí al princioio. se seguirá desgastando.
Mi opinión de Marcelo Ebrard es que hizo bien su trabajo en el DF como Jefe de Gobirno y que ha sido el único político mexicano con los tamaños para aprobar el matrimonio gay y el aborto, algo que ningún otro gobierno de izquierda había hecho hasta que lo hizo él.
Se le podrá criticar por cosas muy menores a Marcelo, pero creo que lo que hizo bien compensa por mucho lo que se le pudiera criticar.
¿Quién creo que pueda ganar las elecciones en 2018? Creo que tanto AMLO como Marcelo tienen posibilidades. Por eso precisamente es que considero que como izquierda es darnos un tiro en el pie el atacar a uno o a otro.
La ventaja que tiene Andrés Manuel es que tiene una base de afiliados de 4 millones de personas. Pero su desventaja es que, como dije, se está desgastando con los errores que comete MORENA y mucha gente de derecha que NO es parte de la mafia del poder no lo traga y no ha logrado convencerlos.
Marcelo Ebrard tiene la ventaja de que puede atraer votos de independientes y de muchos panistas moderados que están hartos tanto del PAN como del PRI y que en 2018 se quedaron con las ganas de votar por él. Tiene la desventaja que estando fuera de los reflectores la gente obviamente lo ve menos, aunque también le ayuda a no desgastarse.
Y de nuevo: ignoro quién vaya a ser el candidato de izquierda en 2018. Mi opinión es que debe haber un sólo candidato de izquierda y una alianza de los 4 partidos de izquierda en las elecciones presidenciales. Si MORENA va con su propio candidato y el PRD con otro, lo único que estará garantizado es el triunfo del PRI.
Ahora bien, les hago la siguiente observación: Muchos de los que nos consideramos de izquierda lo somos desde antes de que supiéramos de Andrés Manuel López Obrador. Yo recuerdo que una vez Jorge Saldaña dijo que él era lopezobradorista desde antes de que naciera López Obrador.
¿Qué más da entonces quién es el candidato si de lo que se trata es de que un buen proyecto de izquierda, como el de la Ciudad de México, llegue al poder?
¿Qué más da si es Andrés Manuel o si es Marcelo? ¿No deberíamos pensar mejor en funció de quién tiene la mejor posibilidad de ganarle al PRI?
Claro, para lograr eso primero la izquierda debe lograr la reforma electoral. Porque en buena lid, sin tarjetas de Soriana o de Monex, el PRI no ganaría.
¿Si es Andrés el candidato? Pues qué bien. ¿Si es Marcelo? Pues qué bien también. Los dos gobernaron bien el DF y los dos harían un buen trabajo en el gobierno federal.
Vamos, Andrés Manuel nominó a Marcelo para ser el Secretario de Gobernación. En 2018 Marcelo de todos modos iba a ser el candidato de izquierda a la presidencia.
Pero insisto: No sabemos aún quién será el candidato. ¿Para qué atacarnos entre nosotros entonces?
Y entiendo que muchos en la izquierda tengan una especie de crisis de identidad, ya que pusieron todas sus esperanzas en Andrés Manuel.
Tal vez lo que deberían considerar es que lo importante, más allá del candidato, es el proyecto.
Y tanto Andrés como Marcelo forman parte del mismo proyecto progresista de izquierda.
Dejemos entonces que cada quien haga el trabajo que le corresponda y después de 2015 empecemos a evaluar quién tiene la mayor posibilidad de ganar en 2018. Antes de eso, no tiene ningún sentido hacerle al PRI la chamba de atacar a la izquierda.
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