Como la evidencia era demasiado contundente, el IFE admitió que las empresas fantasma Inizzio, Atama, Efra y Alkino sí tuvieron relación con la triangulación de dinero de Monex usado por el PRI para la campaña de Enrique Peña Nieto.
Sin embargo, el IFE buscó la manera de darle impunidad a Peña Nieto de todas maneras.
Para lograr este propósito, el IFE decidió enfocar su dictamen en decir que no hubo dinero ilícito en los retiros de dinero con las tarjetas Monex y que todo se hizo por medio del sistema bancario.
Lo que el IFE está deliberadamente omintiendo es investigar y señalar el origen del dinero para las tarjetas Monex. Se fija en el uso final del dinero, pero no en investigar de dónde salió ese dinero, convirtíendose de esa forma el IFE en el último paso de lo que apesta a lavado de dinero.
Y es que si se tratara de dinero limpio, no hubiera habido ninguna necesidad de triangularlo por medio de 2 o 3 empresas fantasma.
El origen del dinero es lo que debería ser investigado por la CNBV y por Hacienda, así como por la PGR vía la FEPADE. Pero si el IFE dictamina que el dinero fue legal ignorando la procedencia del mismo, entonces las instancias le pueden dar carpetazo al asunto.
Que es precisamente lo que dañaría menos al PRI: decir que sí se rebasaron topes de campaña pero hacerse pendejos con el origen del dinero para no acusar al PRI de haber lavado dinero para la campaña de Peña Nieto.
Es tan perverso y tan cínico lo que pretende hacer el IFE que la izquierda debería estar buscando por todos los medios posibles una reforma electoral que incluya el despido de todos los consejeros del IFE. Sólo así aprenderá la derecha a no hacer fraude a billetazos.
Lamentablemente, no se ve a la izquierda muy movida en el tema de impulsar la reforma electoral.
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