¡Foucault vive! por Gustavo Santiago (Página 12,Radar, 6/01/2013)
La aparición de apuntes inéditos, de manuscritos que se creían perdidos, de textos dispersos en viejas publicaciones suelen despertar la sospecha de que alguien se está abusando de la posteridad de un escritor célebre. Sin negar la polémica acerca de cómo y cuánto respetar la voluntad del autor, la publicación póstuma de Michel Foucault es siempre un acontecimiento bienvenido. A la aparición de El poder, una bestia magnífica, donde se reúnen textos clave de los años ’70 y comienzos de los ’80 sobre poder y sociedad, se suma Lecciones sobre la voluntad de saber, transcripción del primer año de cursos de Foucault en el Collège de Francia. Dos novedades de peso a las que vale asomarse para comprobar que Foucault es, aun después de su muerte, un escritor de primerísima actualidad.
A fines de los años ‘60, un hombre calvo, delgado y jovial irrumpía en la escena intelectual francesa, provocando una auténtica conmoción. Sus adeptos hablaban de él como “el sucesor de Sartre”; sus detractores le vaticinaban un pronto y seguro pasaje al cesto de las olvidadas modas filosóficas, típicas del gusto francés. Lo cierto es que, a casi treinta años de su muerte, Michel Foucault –porque obviamente de él se trata– parece gozar de perfecta salud. De ello da cuenta la incesante aparición de trabajos sobre su obra o, incluso, de nuevos textos del propio filósofo, como los que aquí serán objeto de comentario. ¿Textos póstumos, de Foucault? ¿No había prohibido expresamente el filósofo que se publicaran textos tras su muerte? Didier Eribon, en su biografía de Foucault, brinda algunos detalles de la batalla que se desató tras la muerte del filósofo. La presa en disputa era, fundamentalmente, el cuarto tomo de la Historia de la sexualidad, titulado Las confesiones de la carne, que Foucault habría terminado de redactar prácticamente en su lecho de muerte, sin alcanzar a darlo él mismo a la imprenta. ¿Había que publicarlo? Aparentemente, en textos privados escritos con anterioridad a su enfermedad –entre ellos, un “testamento de vida para abrir sólo en caso de accidente”, escrito en 1982, antes de emprender un viaje a Polonia–, Foucault se manifestaba en contra de toda publicación póstuma. Sin embargo, en otras oportunidades habría abogado por dar libertad a los textos mismos, independientemente de toda voluntad expresada por su autor.
(Para leer texto íntegro: www.escucharte.info )
No hay comentarios.:
Publicar un comentario